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¿El récord o el anillo? Los Warriors no se arrepienten de haberlo querido todo
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el mejor equipo de la temporada perdió la final

¿El récord o el anillo? Los Warriors no se arrepienten de haberlo querido todo

Varios jugadores y el entrenador resaltan lo conseguido esta temporada, a pesar de que al final el equipo no pudo cumplir con su gran objetivo: revalidar el título de campeón de la NBA

Foto: Cleveland cavaliers at golden state warriors
Cleveland cavaliers at golden state warriors

A principio de temporada, los Warriors tenían un gran objetivo: repetir el título. Tan simple y la vez tan difícil. Los campeones querían volver a serlo de nuevo. Sin embargo, una victoria llevó a la otra y la temporada les fue colocando delante nuevos retos, entre los que destacaban el mejor comienzo de la historia de la NBA y el récord de 73 victorias, del que ya el curso anterior se habían quedado cerca. Pronto, el anillo quedó casi como un elemento decorativo al fondo, algo aplazable hasta abril, mientras que la plusmarca de los Bulls se convirtió en una obsesión. Sobre el papel, no eran dos cosas incompatibles. Pero al final les acabó pasando factura.

"Creo que ha sido una gran temporada para nosotros. Está claro que todo el mundo dirá 'Oh, ganaron 73 partidos, pero no el campeonato'. No lo hicimos, pero creo que el equipo consiguió grandes cosas, tanto indvidual como colectivamente, y que eso no nos lo pueden quitar", dijo Draymond Green tras el séptimo partido. El ala-pívot fue uno de los que más empujó en el tramo final de la temporada regular para conseguir el récord.

Para lograrlo, los Warriors tuvieron que exprimirse hasta el último partido, con el desgaste que eso conllevaba, tanto físico (cuatro de los cinco titulares jugaron más que el año anterior) como mental. La persecución del récord les impidió relajarse, y eso acabaron pagándolo en los 'playoffs', donde encima sufrieron la lesión de Stephen Curry, que no estuvo al 100% desde su regreso. Si a ese contratiempo se le suma el importante bajón en el juego, la sanción a Green y dos eliminatorias durísimas ante Oklahoma y Cleveland, el resultado fue un equipo casi irreconocible en la segunda mitad de la final, en la que no pudo hacer frente a LeBron James.

El de los Warriors no es un caso excepcional. En España hay algunos ejemplos. Hace dos años, el Real Madrid comenzó la temporada con 31 victorias seguidas y acabó perdiendo la ACB y la Euroliga en un final al que llegó con la lengua fuera. Más reciente, el Valencia Basket inició este curso con 28 triunfos seguidos, para luego caer en la segunda fase de la Eurocup y los cuartos de final de la Copa del Rey. El Madrid aprendió la lección y al año siguiente lo ganó todo.

Steve Kerr, entrenador de Golden State, no cree que el final de temporada les tenga que servir como lección. "Lo único de lo que se trata es de ser mejor equipo, y eso es lo que vamos a intentar el próximo año", explicó el cinco veces ganador de la NBA. Ni en sus palabras ni en las de Curry se atisbó un gramo de arrepentimiento, nada que diera a entender que el equipo pensara que podía haber hecho las cosas de manera diferente. "Tuvimos una trayectoria increíble que no terminó como queríamos", dijo Kerr.

"Hicimos una gran remporada, hicimos algo que ningún equipo había hecho antes (...) No era sencillo lo que conseguimos, y no es fácil de asimilar lo que no hemos logrado", explicó Curry. Los Warriors se convirtieron en un equipo de leyenda al conseguir el récord de 73 victorias, pero sin el anillo, esa marca sabe peor.

A principio de temporada, los Warriors tenían un gran objetivo: repetir el título. Tan simple y la vez tan difícil. Los campeones querían volver a serlo de nuevo. Sin embargo, una victoria llevó a la otra y la temporada les fue colocando delante nuevos retos, entre los que destacaban el mejor comienzo de la historia de la NBA y el récord de 73 victorias, del que ya el curso anterior se habían quedado cerca. Pronto, el anillo quedó casi como un elemento decorativo al fondo, algo aplazable hasta abril, mientras que la plusmarca de los Bulls se convirtió en una obsesión. Sobre el papel, no eran dos cosas incompatibles. Pero al final les acabó pasando factura.

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