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Gasol, el nuevo ídolo del United Center
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brilla con luz propia en el arranque con los bulls

Gasol, el nuevo ídolo del United Center

Los Bulls se afianzan como una de las potencias en el Este. Un trabajo donde el Pau es pieza fundamental. Día a día demuestra haber acertado con su llegada a Chicago

Foto: Panorámica del United Center, la casa donde reinó Jordan en los noventa.
Panorámica del United Center, la casa donde reinó Jordan en los noventa.

El 18 de agosto de 1994 quedaba oficialmente inaugurado el United Center, la nueva casa de los Bulls y los Blackhawks (NHL) que sustituyó al desvencijado Chicago Stadium. Situado en la Calle Madison, en pleno corazón del downtown, la mole de hormigón fue testigo del regreso a las canchas de Michael Jordan. Pese a su renovada estructura, el mejor jugador de todos los tiempos siguió despertando pasiones sobre un parqué en el que consiguió el segundo ‘three-peat’ (1996, 1997 y 1998) con el que puso el broche de oro su etapa en la franquicia de Illinois. Una colosal estatua se encarga de recordar momentos que permanecerán por siempre grabados en la memoria de todos los aficionados. En aquellos años, Pau Gasol era un adolescente que vibraba con la inabordable tiranía del ‘23’ en su Sant Boi natal. Hoy, 16 años después, ostenta una exuberante taquilla en el vestuario donde se cambiaba su mito y se ha convertido en una de las referencias de un equipo que sueña sin ataduras con aquellos días de vino y rosas en los que la ciudad era el centro neurálgico del baloncesto mundial.

A sus 34 años, después de 13 temporadas en la NBA, tenía por primera vez la posibilidad de ser el dueño de su destino. Una situación menos habitual de lo parece en una competición donde, salvo contadas excepciones, los jugadores, pese a sus cuantiosos emolumentos, no dejan de ser mercancías con las que satisfacer las necesidades de las franquicias. Tras seis años y medio en Memphis y otros tantos en Los Ángeles, en los que consiguió dos anillos de campeón con los Lakers (2009 y 2010), decidía afrontar la que se presupone sea la última etapa en su prolífica carrera en la mejor liga de baloncesto del planeta.

El pasado sábado, los Bulls cayeron en casa ante los Pacers (90-99) y Pau cuajó la peor actuación individual en los diez partidos que ha disputado hasta la fecha: 12 puntos (4/15 en tiros de campo), 6 rebotes, 1 asistencia y 3 tapones. Sin embargo, gracias a ese solitario pase de canasta, el español se convirtió en el sexto jugador en la historia de la NBA en acumular al menos 16.000 puntos, 8.000 rebotes, 3.000 asistencias y 1.500 tapones. Algo que sólo figura en el expediente de cinco ilustres como Kareem Abdul-Jabbar, Hakeem Olajuwon, Shaquille O’neal, Kevin Garnett y Tim Duncan. "La verdad es que es una marca como para sentirse orgulloso. Lo estoy por todo lo que he conseguido hasta ahora como profesional", comentaba el nuevo jugador de los Bulls. Un hito que no pasó desapercibido para los medios. "Que lo haya hecho con el uniforme de los Bulls es algo por lo que el equipo debe dar gracias todos los días", recogía la edición dominical del Chicago Tribune, diario de referencia en la capital del estado de Illinois.

"Me gusta cómo salió todo. Ha sido una gran incorporación. No se le puede pedir más. A veces se tiene buena suerte", destacaba el entrenador de los Bulls, Tom Thibodeau, sobre el que hasta la fecha es el segundo fichaje más rentable del verano por detrás de LeBron James. Un golpe de efecto sobre el que ha venido insistiendo prácticamente desde que se puso fin al tortuoso culebrón que definió la agencia libre a principios de julio. En una entrevista para Kia en Zona, después conseguir el oro como asistente de ‘Coach K’, Thibodeau describía el salto cualitativo que genera la presencia de Pau en la plantilla: “Cuando tienes jugadores que pasan tan bien el balón eso se refleja en el juego, facilita la acción del resto. Pau es muy talentoso y ayudará de diferentes formas. Puede jugar de espaldas pero también de cara al aro, es muy bueno en el ‘pick & roll’, muy inteligente. Puede hacer muchas cosas… porque luego también es capaz de intimidar o rebotear”, reconocía. En el equipo todo el mundo está encantado con el aterrizaje de un Pau Gasol que antepuso las aspiraciones deportivas a las económicas al comprometerse por tres años y 22 millones de dólares.

“Los Bulls no necesitaron de las heroicidades al final de partido de Derrick Rose, gracias a los 21 puntos y 11 rebotes de Pau Gasol en su impresionante debut”. En estos términos se empleaba la crónica del Chicago Tribune tras el abrumador repaso de los Bulls ante los Knicks en el Madison (104-80). Una imponente puesta de largo que, de momento, ha gozado de continuidad en el tiempo. En los diez partidos disputados hasta la fecha por la franquicia de la Ciudad del Viento, el español, con seis dobles-dobles en el bolsillo, promedia 18,6 puntos (48,6% TC), 10,6 rebotes, 1,9 asistencias y 2,5 tapones en 35 minutos sobre el parqué. Es el líder en rebotes, algo que siempre se le echó en cara durante su etapa en Lakers, donde el sobrenombre de ‘Gasoft’ salía a la palestra con demasiada frecuencia. Está poniendo más gorros que nunca y, de cara al aro, sólo Jimmy Butler (21,3) anota más que él. "Todos los días viene, se cuida, estudia, prepara, se entrena duro y ejecuta lo hablado", alaba Thibodeau, uno de los entrenadores más estrictos de la liga.

Pese a cambiar de camiseta, el hambre de Gasol no ha decaído ni un ápice. Menos si cabe con la ausencia por lesión de Rose. En su primera temporada tras dos años en el dique seco por sendas lesiones de rodilla que sólo permitieron disputar 10 partidos, no ha empezado con buen pie. Un motivo que exige un paso al frente de un hombre que va asume el bastón de mando sin titubeos. El Confidencial se puso en contacto con Teresa, una aficionada española que reside en la Ciudad del Viento desde hace varios meses para que nos contara cómo se está viviendo en la ciudad estos primeros compases de la temporada. Sobre el papel, las sensaciones se corresponden con lo que desde el otro lado del atlántico nos conformamos con ver desde la televisión. “En torno a Pau hay un sentimiento de admiración palpable en toda la ciudad. Cuando se pase la obsesión que creo que tiene tanto la prensa como los aficionados con Rose y sus lesiones, pienso que se darán cuenta de la joya que tienen con Pau. Porque es cierto que en la prensa local prácticamente no hay día de partido que le dediquen la previa a Rose. Algo que resulta comprensible porque es el jugador franquicia. Pero el papel de Pau no pasa desapercibido y poco a poco se va notando”, nos relata desde el otro lado del charco.

La vida sonríe de momento (7-3, terceros del Este) a unos Bulls que aspiran a disputarles la corona en el Este a los Cavaliers de LeBron, Irving y Love. El público y la ciudad han recuperado el calor y la ilusión. Y buena parte de la culpa reside en Pau y el acierto que supuso bajarse de la nave maldita que son los actuales Lakers y decantarse por enfundarse el rojo y blanco de la franquicia que gobernó la NBA durante los noventa. “En el campo se ve que a Pau le adoran y parece que llevara toda la vida en los Bulls porque para mí dirige el juego como pocos y el público se vuelve loco cada vez que marca o hace una buena asistencia o rebote. Pienso que le están cogiendo mucho cariño. Mirotic está deseando rodar más. Después del partido ante los Pacers, Thibodeau comentaba que necesita practicar y conocer más está liga y que lo está haciendo muy bien. Es una pasada verles. La pena es que ganan más a domicilio que en casa y todavía no les he visto ganar, pero el ambiente es una pasada, explica.

El 18 de agosto de 1994 quedaba oficialmente inaugurado el United Center, la nueva casa de los Bulls y los Blackhawks (NHL) que sustituyó al desvencijado Chicago Stadium. Situado en la Calle Madison, en pleno corazón del downtown, la mole de hormigón fue testigo del regreso a las canchas de Michael Jordan. Pese a su renovada estructura, el mejor jugador de todos los tiempos siguió despertando pasiones sobre un parqué en el que consiguió el segundo ‘three-peat’ (1996, 1997 y 1998) con el que puso el broche de oro su etapa en la franquicia de Illinois. Una colosal estatua se encarga de recordar momentos que permanecerán por siempre grabados en la memoria de todos los aficionados. En aquellos años, Pau Gasol era un adolescente que vibraba con la inabordable tiranía del ‘23’ en su Sant Boi natal. Hoy, 16 años después, ostenta una exuberante taquilla en el vestuario donde se cambiaba su mito y se ha convertido en una de las referencias de un equipo que sueña sin ataduras con aquellos días de vino y rosas en los que la ciudad era el centro neurálgico del baloncesto mundial.

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