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La NBA acepta que haya menos baloncesto siempre y cuando se mantenga el negocio
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La NBA acepta que haya menos baloncesto siempre y cuando se mantenga el negocio

Prueba con un partido de 44 minutos, en lugar de los 48 habituales. Detrás, el dinero se niega Una vía para armonizar la liga norteamericana con el baloncesto FIBA

Foto: El base de los Celtics Avery Bradley deja la bandeja durante el primer partido de 44 minutos en la NBA.
El base de los Celtics Avery Bradley deja la bandeja durante el primer partido de 44 minutos en la NBA.

La NBA sigue su camino en busca de la excelencia. La mejor liga de baloncesto del planeta quiere pulir flecos con los que atrapar a los millones de consumidores de la mejor liga del mundo a lo largo y ancho del globo. La última novedad es la de acortar la duración de los partidos. El pasado domingo, el Barclays Center de Brooklyn acogió el primer partido en la historia de la NBA que no se juega a 48 minutos, tal y como establece el reglamento. A poco más de una semana para el inicio del curso, los Celtics ganaron a los Nets por 90-95 en un duelo que sirvió como banco de pruebas. La mercancía es de una calidad suprema pero a algunos parece que se les hace bola. La eterna dicotomía que enfrenta cantidad contra cantidad. Claro que en medio se encuentra el excelentísimo señor ‘Don Dinero’ reclamando su parte del pastel.

El entrenador de la franquicia de Brooklyn, Lionel Hollins advertía en los días previos que estaría al tanto de sus posibles consecuencias en el devenir del juego. “Voy a estar pendiente de evaluar su impacto durante un partido. Durante años venimos viendo cómo afecta al juego la existencia de un reloj de posesión más corto. Así que va a ser interesante ver qué influencia tiene en las rotaciones y la manera en la que éstas se ajustan”, explicaba. Sin embargo, la opinión de su colega en los Celtics, Brad Stevens, deja patente que la cosa no dio mucho de sí. “Lo notas un poco cuando haces los cambios al inicio de los cuartos, pero pienso que la fluidez con un tiempo muerto de menos en los segundo y cuarto periodos fue un poco mejor. No noté otra cosa aparte de eso''.

Una noticia que ya había sido anunciada con anterioridad. La pasada semana lo anunciaba el presidente de operaciones de la NBA, Rod Thorn. “Después de consultar con nuestro comité de competición, accedimos a permitir que Nets y Celtics jugasen un partido de pretemporada de 44 minutos para obtener unos datos preliminares que nos ayuden a un análisis posterior de la duración de los partidos”. Según publicaba la pasada semana el New York Times, durante la pasada temporada, la duración media de un partido sin prórrogas estaba en 2 horas y 15 minutos. Una cifra que queda reducida a escombros si la comparamos con las 3 horas y 2 minutos (pasan las cuatro horas cuando llegan los playoffs) de un partido de temporada regular de baseball (MLB), las 3 horas y 9 del fútbol americano (NFL) o las 2 horas y 28 minutos del hockey (NHL). Antes de relevar a David Stern como Comisionado, Adam Silver mostró su expreso deseo de que los partidos duraran dos horas peladas (el Nets Celtics duró 1 hora y 58 minutos).

Vídeo: resumen del primer partido NBA a jugado a 44 minutos.

Nada más conocerse la decisión se produjo una catarata de reacciones. La mayoría iban dirigidas en una sola dirección: reducir el número de partidos manteniendo los 48 minutos por noche. Uno de los primeros en pronunciarse fue LeBron James, voz autorizada para hablar siempre que le venga en gana. “No son los minutos, son los partidos. Los minutos no significan nada. Podemos jugar partidos de 50 minutos si es necesario. Se trata de los partidos. Los jugadores creemos que 82 son demasiados. Pero no se trata de los minutos. Una vez estás en la cancha, no importa si juegas 22 o 40”, comentaba con cierta lógica. Una opinión encaminada a evitar posibles colapsos y lesiones por la sobrecarga de partidos durante la competición. Porque los números no engañan: cuatro minutos de ahorro por encuentro a lo largo de los 82 encuentros de una temporada regular suman un total de 328, cifra que equivaldría a algo menos de 7 partidos. Pero claro, no es lo mismo pasar de 82 a 75 partidos que jugar cuatro minutos menos durante 82.

También se quiso manifestar en este sentido Erik Spoelstra, el que fuera su técnico durante los cuatro años que pasó en los Heat. “Pienso que hay demasiados partidos. Se debería buscar una manera de reducir los back-to-backs (partidos en noches consecutivas) para que no haya más de 20 por temporada. Este es el principal problema, no reducir cuatro minutos de juego un partido en concreto”, expresaba. Otro que apoya esta teoría ha sido Dirk Nowitzki. “No son necesarios 82 partidos para determinar los mejores 8 equipos de cada conferencia”. Además el alemán aboga por eliminar tiempos muertos que cortar el ritmo de los partidos y aburren a los espectadores. En la prueba del domingo a 44 minutos se suprimieron los dos tiempos extra que la NBA adoptó durante la temporada 1998/1999 para contrarrestar los efectos de un lockout que dejó la regular season en 50 partidos. En vista de su acogida, desde aquel momento se implantaron de forma definitiva.

Otros abogan por la supresión de los tiempos muertos destinados para las televisiones. Una guerra perdida desde cualquier ángulo. Tras semanas de negociaciones, a principios de este mes la NBA anunciaba la renovación del contrato televisivo con Disney (propietarias de ESPN y ABC) y Turner (TNT). Nueve años y 24.000 millones de dólares (unos 2.670 al año) a contar desde la temporada 2016/2017, justo cuando expire la alianza televisiva vigente. Actualmente, bajo el formato de 48 minutos, hay seis tiempos muertos además de un tiempo corto de 20 segundos por cada parte y tres en cada prórroga. Descansos sometidos a restricciones publicitarias. En cada cuarto se debe detener el juego al menos dos veces; aumentando la cantidad a tres en el caso del segundo y último cuarto. Sin embargo, el ala-pívot de los Mavericks reconoce que es más fácil decirlo que hacerlo y llega al origen de la cuestión: dinero. “Se trata de dinero, y cada partido de menos significa que ambas partes pierden dinero, propietarios y liga, y jugadores. Por eso no creo que las cosas vayan a cambiar pronto”, agrega con lógica.

Los propietarios, obviamente, van más en esta línea y no entienden de evitar lesiones y no exprimir a sus estrellas. Hay una empresa que mantener. El de Nowitzki, Mark Cuban, salió al quite raudo y veloz: “Nunca tengo suficiente NBA. Es el mejor entretenimiento del mundo. Así que cuanto más, mejor. A más partidos mayor riesgo. Pero jugamos en instalaciones y empleamos a un montón de gente que se beneficia de estos partidos”, agrega con lógica. Michael Jordan, propietario de los Charlotte Hornets, establece una relación evidente: a menos partidos menos dinero. “Si eso es lo que quieren, propietarios y jugadores podemos evaluarlo y discutirlo. Pero bajarán los beneficios de ambas partes. ¿Están preparados los jugadores a renunciar a una cantidad de dinero a cambio de jugar menos partidos? Esta es la cuestión, porque no puedes pretender cobrar lo mismo jugando menos encuentros”, opinaba.

Por el bien del espectáculo

Desde su nacimiento, la NBA se ha mostrado abierta a introducir cambios en su reglamento en aras de favorecer el espectáculo. Y en casi todos los casos lo ha conseguido. La introducción del reloj de posesión de 24 segundos en la temporada 1954/55, o el triple, idea adquirida de la ABA que se hizo efectiva en la campaña 1979/80, propiciaron que el ritmo ofensivo creciera de forma exponencial con un beneficiario por encima del resto: el aficionado. Pero nadie desde 1946 se ha atrevido a tocar esos 48 minutos hasta hace poco. En septiembre de 2013, el periodista de Grantland, Zach Lowe, uno de los grandes gurús dentro del panorama NBA, publicaba un artículo titulado ‘The Case for the 40-Minute Game’.

Un encabezado sin escondrijos ni vericuetos donde se defiende equiparar el baloncesto FIBA con el NBA, al menos en tiempo de juego. Lowe argüía que de esta manera los partidos se harían más impredecibles. Pero, por otro lado, algunos jugadores aprovecharían al máximo a sus estrellas que, jugando una media de 38 minutos, se chuparían todo el partido sobre el parqué. También se deja entrever la posibilidad de que se igualen la distancia del triple (6,75 metros en Europa por los 7,24 frontales y los 6,7 desde la esquina en la NBA). Una armonización de criterios que ayudaría a universalizar todavía más el deporte de la canasta. Ahí queda la propuesta. Veremos qué pasa en el futuro.

La NBA sigue su camino en busca de la excelencia. La mejor liga de baloncesto del planeta quiere pulir flecos con los que atrapar a los millones de consumidores de la mejor liga del mundo a lo largo y ancho del globo. La última novedad es la de acortar la duración de los partidos. El pasado domingo, el Barclays Center de Brooklyn acogió el primer partido en la historia de la NBA que no se juega a 48 minutos, tal y como establece el reglamento. A poco más de una semana para el inicio del curso, los Celtics ganaron a los Nets por 90-95 en un duelo que sirvió como banco de pruebas. La mercancía es de una calidad suprema pero a algunos parece que se les hace bola. La eterna dicotomía que enfrenta cantidad contra cantidad. Claro que en medio se encuentra el excelentísimo señor ‘Don Dinero’ reclamando su parte del pastel.

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