Derek Fisher, Phil Jackson y los Knicks: el 'triángulo' vuelve a la Gran Manzana
Tras 18 años como jugador y con cinco anillos de campeón en su haber, regresa como técnico a la ciudad donde sintió vértigo por primera vez
Tras dos semanas plagadas de especulaciones acerca de su futuro, los New York Knicks, con su flamante presidente Phil Jackson a la cabeza, lograron convencer a Derek Fisher para que anunciara oficialmente su retiro como jugador al tiempo que asumía la responsabilidad de embarcarse en su primera aventura como entrenador. A escasos dos meses cumplir los 40, 18 años después de ser elegido en el puesto 24 del draft del ’96 y con cinco anillos de campeón en su haber, el hombre maduro, el padre de familia, el epítome de un líder apreciado de forma unánime por todos los estratos de la NBA, regresa a la ciudad donde por primera vez sintió el vértigo del profesionalismo.
En los días previos a la lotería de 1996, Fisher no disfrutó de los grandes restaurantes de la que muchos dicen es la capital del mundo. Tampoco visitó Central Park ni se divirtió en uno de los múltiples teatros ni clubes nocturnos que inundan la ciudad que nunca duerme. “Soy de Little Rock (capital de Arkansas). Me encerré en la habitación del hotel porque tenía miedo de lo que me iba a pasar”, recuerda sobre la primera vez que visitó Nueva York. Fisher, vigésimo sexto entrenador en la historia de la franquicia, firma por cinco años a razón de 25 millones de dólares. “Estoy entusiasmado de embarcarme en la siguiente fase de mi carrera en el baloncesto y ser el entrenador de unos Knicks de quienes los aficionados estén orgullosos. Es un honor trabajar junto a Phil Jackson, una leyenda y un amigo. Lucharemos juntos para alcanzar nuestra última meta que no es otra que traer un campeonato a Nueva York”, declaró 'reflexivo', sobrenombre con el que le conocía nuestro añorado Andrés Montes.
Ataviado con un chaleco verde esmeralda que resaltaba más si cabe su definida figura, unos zapatos marrones, una corbata dorada y un neceser azul, Derek Fisher se aproximaba al vestuario del Chesapeake Arena de Oklahoma para afrontar el que sería el último partido de su carrera como jugador. En un apretado encuentro que se decidió en la prórroga (107-112), los Thunder sucumbían ante el juego colectivo de los Spurs en el sexto partido de la final de la Conferencia Oeste. Su efusivo abrazo con Tim Duncan se eternizó por momentos. Fue el último en abandonar el parqué. No quería irse. Una fuerza superior le impedía abandonar el parqué, fuente de innumerables alegrías a lo largo de su carrera. Una buena muestra de lo que representa un hombre que desde 2007 defendió los intereses de los jugadores como presidente de su sindicato. “Ahora mismo hay muchas emociones. Tan como pronto como sea posible, voy a intentar tomar los mejores pasos posibles”, advertía con la templanza que ha guiado su recorrido.
Aquel día fue capaz de defender en las cinco posiciones con solvencia durante los 33 minutos que estuvo en cancha. Un epílogo lleno de emoción para un hombre que tratará de seguir marcando una época, esta vez en traje y al otro lado de la línea de banda, desde donde jarrearon tantos triples memorables. Tras el quinto encuentro de la primera ronda ante los Grizzlies, Fisher superaba a Robert Horry como el jugador con más partidos disputados de playoffs (245). Luego vendrían 14 más (seis ante Clippers y los seis frente a los Spurs) para dejar la marca en 259."Nunca imaginé esto. Nunca lo soñé, no podría haber pagado a Joel Silver (productor de Hollywood) para dirigirlo, escribirlo o producirlo. Ni en mis más salvajes sueños". Además del record en playoffs Fisher inicia su andadura al frente de los banquillos con 1287 partidos disputados en temporada regular (8.3 puntos y 3 asistencias por noche) en sus casi dos décadas en activo.
Con Steve Kerr confirmado como nuevo inquilino del banquillo de los Warriors, el cerco en la búsqueda de un nuevo entrenador jefe se estrechaba y Derek Fisher, pese a no estar retirado oficialmente, se postulaba como el principal candidato. “Los últimos dos veranos, Derek y yo hemos hablado sobre el siguiente paso en su carrera, por lo que intuyo lo que quiere hace y sus sentimientos. Él tiene familia en Los Ángeles. Sus hijos pequeños todavía están en Los Ángeles. No tengo ni idea si él quiere mudar a su familia y venir aquí. Estas son cosas que tendríamos que hablar. Hay muchas incógnitas”. El viernes 30 de mayo, Phil Jackson planteaba un escenario hipotético que finalmente tornó en realidad. Unos deseos demasiado explícitos para las estrictas normas que rigen la mejor liga de baloncesto del planeta. Que la pareja sentimental de Jeanie Buss, copropietaria de los Lakers e hija del legendario Jerry Buss, reconociera públicamente tenerle en su “lista de candidatos para ocupar el cargo” de entrenador le costó 25.000 dólares de multa en concepto de ‘tampering’, término que define la prohibición por parte de la legislación de la Liga de contactar o verter cualquier opinión sobre personas con contrato en vigor con otro equipo.
Asentado como base titular tras el ‘three-peat’ con los Lakers (2000-2002), donde en sus primeros años aprendió de maestros en la dirección como Ron Harper y Nick Van Exel, Fisher vivió en 2004 uno de sus momentos más recordados como profesional: el tiro de las cuatro décimas. Ocurrió en el quinto encuentro de las semifinales de conferencia ante los Spurs. La serie estaba empatada (2-2) y Tim Duncan había anotado un canasta extraterrestre desde seis metros en las mismas narices de Shaquille O’Neal para poner el 73-72. El reloj marcaba 0,4 segundos para el final del duelo. Phil Jackson pidió tiempo muerto para tratar de obrar el milagro sin demasiada confianza.
Gary Payton fue el encargado de poner el balón en juego desde la banda. Fisher recibió ante la asfixiante defensa deGinóbili, giró y, completamente desequilibrado, anotó un tiro para la historia que daba el triunfo a Lakers. Al contrario que en el primer partido de las actuales Finales que disputan Spurs y Heat, el por entonces SBC Center de San Antonio se quedó helado mientras Fisher correteaba despavorido dando rienda suelta a una emoción incontenible. Aquellos Lakers, con Payton yMaloneen un desesperado intento por evitar engrosar la lista de ‘Hall of Famers’ sin un anillo en su palmarés, serían barridos en las Finales por los aguerridos Pistons deLarry Brown. Un desdicha que no logrará arrancar de la memoria aquel instante mágico.
Tras el desastre en el Palace de Auburn Hills, la desbandada de gran parte de la plana mayor le hizo replantearse su futuro y aceptó una oferta de los Golden State Warriors. Desde Oakland le ofrecían más dinero (37 millones en seis años frente a los 15 y tres de Lakers) y un rol preponderante.Kobe Bryant, quien renovó horas después de cerrarse el traspaso, intentó por todos los medios evitar la marcha de su ‘hermano’. En el estado mormón vivió el que quizá sea el momento más emotivo de los playoffs de la historia. Tuvo lugar en el segundo partido de las semifinales de conferencia ante los Warriors. A Tatum, su bebé de 10 meses, le diagnosticaron un retinoblastoma, un tipo de cáncer que se desarrolla en la retina. Operada de urgencia en Nueva York, Fisher no lo dudó y voló hasta Salk Lake City para jugar aquel partido. Con el partido empezado, llegó al pabellón en medio de la excitación de la grada para convertirse en el héroe del equipo mormón. Un triple desde la esquina y dos tiros libres en los instantes finales de la prórroga daban el triunfo (127-117) ante su ex equipo. “Estoy sin palabras”, reconocía a pie de pista a la conclusión del partido. Aquel verano volvería a Los Ángeles para encarar su última etapa con los Lakers.
Agosto de 2008. Los Lakers venían de caer apabullados en el sexto envite de las Finales ante los Celtics (131-92). Con el bochornoso meneo del TD Garden gobernando el insomnio de los jugadores angelinos, el equipo se preparó para limpiarse el polvo y volver con más fuerza. Y ahí estaba Fisher de vuelta al equipo de sus amores tras una fugaz y gris estancia en Golden State Warriors y Utah Jazz. En ‘Once Anillos’ (Roca Editorial, 2014), su primer libro traducido al castellano,Phil Jackson sintetiza lo que supuso la inestimable figura de ‘Fish’ en la conquista de los dos últimos anillos del equipo californiano (2009 y 2010) hasta la fecha: “A ello contribuyó el hecho de que Derek Fisher fuera un líder natural, con una inteligencia emocional extraordinaria y una gran capacidad de gestión. […] Pese a no ser tan veloz ni tan inventivo como algunos de los bases más jóvenes de la liga, Fish era fuerte, decidido, intrépido y con un carácter sumamente confiable. Carecía de velocidad, pero poseía el don de subir la pelota por la pista y organizar correctamente el ataque. También era un excelente lanzador de triples en los momentos finales”.
Y así fue. En el cuarto asalto de las Finales de 2009, Fisher anotó un triple que perforó sin piedad la red de los Magic para mandar el choque a la prórroga. En el añadido, lo volvió a hacer para dar una ventaja definitiva al equipo de oro y púrpura. Los Lakers se impusieron por a domicilio (91-99) y tres días después hacían lo propio (86-99) finiquitando la serie en el Amway Arena de Orlando (4-1). Al año siguiente, el ‘Big Three’ de los Celtics buscaba su último servicio antes de que LeBron y su fichaje por los Heat pusiera patas arriba la competición. Con su derrota en el segundo partido (94-103), los Lakers cedían el factor cancha de las Finales. En el tercer envite se antojaba vital en aras de no decir adiós de forma precipitada. Fisher fue la carta libre de la cita y, con 11 de sus 16 puntos en el último cuarto, enterraba a los Pierce, Allen, Garnett y compañía para poner 2-1 (84-91). Nueve años después, Fisher recordó al hombre que con un 6/8 desde más allá de la línea de 7,25 sentenciara el ‘Game 5’ de las Finales de 2001 ante los Sixers de Allen Iverson (4-1). Tras perder los dos siguientes en el TD Garden, la serie regresaba a California con 2-3 para los verdes. En dos encuentros épicos, los Lakers vencieron en el Staples para conseguir en el agónico y definitivo séptimo partido su último título hasta la fecha.
Pero si algo define a la NBA es su decidido carácter mercantilista. La gran mayoría de los jugadores poseen un escaso poder a la hora de decidir su futuro. Y Fisher en su día no fue una excepción. En marzo de 2012, después de 13 temporadas en el equipo y con Phil Jackson de obligado retiro espiritual debido a un cáncer de próstata, la franquicia prescindía de sus servicios y le mandaba a los Rockets a cambio de Jordan Hill, un pívot residual que no ha cumplido con las expectativas en un periodo convulso en el cuartel general de El Segundo. El hombre que lo había dado todo por el equipo y la comunidad de Los Ángeles, la misma que en 2008 fijara el 5 de marzo como el ‘Derek Fisher Day’, contemplaba ojiplático una despedida por la puerta de atrás, ausente de cortesía y valores, para terminar fichando a Ramon Sessions.
En Houston, con Dragic y Kyle Lowry cubriendo con garantías el puesto de base, ni siquiera llegó a debutar, poniendo fin a una histórica racha de 537 partidos oficiales disputados de forma consecutiva entre las temporada 2004-05 y 2011-12. El DNP (‘Did Not Play’, por sus siglas en inglés) con el que figuran los ausentes en la hoja de estadísticas no era lo suyo. Una muestra más de la profesionalidad de un hombre que ama el baloncesto por encima de todas las cosas. Pocos días después, los Thunder le rescatan de la agencia libre y termina jugando las Finales cayendo ante los Heat de Wade, LeBron y Bosh (4-1). En su último cambio de equipo, sólo logra completar nueve partidos con los Mavericks, a quienes solicita que le dejen marchar para estar junto a su familia. Tras un año de alejado de las canchas los Thunder vuelven a depositar su fe ciega y en febrero de 2013, con 38 años, inicia la que ha sido su última etapa como jugador. “Siempre intenta decirte lo que está bien. Puede que no sea lo que te guste escuchar todo el tiempo, pero lo que está bien está bien”, reconocía un Russell Westbrook que describe a Fisher como un hermano mayor.
El reto de gobernar el Madison Square Garden
Se avecinan, al menos los más optimistas así lo creen, tiempos de cambio en la Gran Manzana. El fiasco que supuso el curso pasado precipitó la llegada de Phil Jackson como nuevo hombre fuerte de la franquicia. Cinco años a cambio de 60 millones de dólares. Su contrastada reputación constituye una patente de corso a la hora de encabezar la regeneración de uno de los equipos con más solera de la NBA. El pasado mes de abril Phil Jackson anuciaba el cese del entrenador Mike Woodson y su equipo de ayudantes. Como suele ocurrir en el mundo del deporte, la cabeza del técnico fue la primera en caer antes de afrontar la exigida renovación. “Los entrenadores y jugadores de este equipo tuvieron una extremadamente difícil temporada 2013-14, y la culpa no debe ser de un solo individuo. Pero ha llegado el momento de cambio en la franquicia mientras comenzamos el viaje de evaluación y construcción del equipo para las próximas temporadas".
“Hoy empieza la siguiente parada en el viaje de los New York Knicks”. Jackson confía plenamente en uno de sus alumnos aventajados a la hora de ejecutar el famoso ‘triángulo ofensivo’ que su ayudante en los Bulls, Tex Winter (encargado de modificar la propuesta inicial de Sam Barry), que tantos éxitos le ha dado. "Espero poder compartir mi experiencia con mis jugadores y ayudar a restablecer una cultura de campeonato”, expresaba Fisher en su presentación. No andará sólo en esta aventura. Según las últimas informaciones, Kurt Rambis, Rick Fox, Luke Walton and Bill Cartwright, todos ellos viejos conocidos del 'Maestro Zen', son los hombres que podrían completar el staff técnico.
Durante las pasadas finales de Conferencia, en medio de su desesperado intento por derrocar un muro infranqueable llamado San Antonio Spurs, Kevin Durant no dudó en augurar un futuro espléndido para el que hasta hace dos días era su compañero de taquilla: “Es un gran motivador, un gran orador y realmente puede entenderse con mucha gente y ganarse el respeto de todos. Es un gran hombre de vestuario. Estoy seguro de que hará un gran trabajo (como entrenador)”. Con el mismo entusiasmo dedicación que le hizo grande detrás del foco que iluminaba a las estrellas de las que siempre fue fiel escudero, Fisher, un veterano convertido en 'rookie' por obra y gracia de Phil Jackson, pondrá todo de su parte para salir victorioso de la batalla.
Tras dos semanas plagadas de especulaciones acerca de su futuro, los New York Knicks, con su flamante presidente Phil Jackson a la cabeza, lograron convencer a Derek Fisher para que anunciara oficialmente su retiro como jugador al tiempo que asumía la responsabilidad de embarcarse en su primera aventura como entrenador. A escasos dos meses cumplir los 40, 18 años después de ser elegido en el puesto 24 del draft del ’96 y con cinco anillos de campeón en su haber, el hombre maduro, el padre de familia, el epítome de un líder apreciado de forma unánime por todos los estratos de la NBA, regresa a la ciudad donde por primera vez sintió el vértigo del profesionalismo.