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Jason Collins convierte el '98' en un símbolo de la lucha por la igualdad sexual
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Jason Collins convierte el '98' en un símbolo de la lucha por la igualdad sexual

El primer deportista abiertamente gay en jugar en una de las grandes ligas estadounidenses se convierte en un icono y su camiseta bate records

Foto: Jason Collins posa sonriente ante los medios antes de su estreno en esta nueva etapa con los Nets. (Reuters)
Jason Collins posa sonriente ante los medios antes de su estreno en esta nueva etapa con los Nets. (Reuters)

"Soy un pívot de la NBA de 34 años. Soy negro. Y soy gay". Con tan rotunda afirmación, el pasado mes de abril, Jason Collins encabezaba una carta abierta, a través de la prestigiosa ‘Sports Illustrated’, para hacer pública su homosexualidad. Un secreto que le había atormentado en silencio a lo largo de su vida. Tras su salida del armario y el punto final a la temporada, el jugador finalizaba contrato con los Wizards, pasando a la agencia libre, la particular lista del INEM de la NBA. Después de diez meses en el paro y cumplidos los 35, los Brooklyn Nets le ofrecieron un contrato de 10 días. Su puesta de largo con la franquicia neoyorquina dejaba otro titular para el recuerdo: ser el primer deportista abiertamente gay en jugar en una de las grandes ligas estadounidenses (NFL, NBA, NHL y MLB).

Otrora jugador de clase obrera que pasaba desapercibido, ahora los flashes le buscan y las multitudinarias ruedas son una rutina hasta hace bien poco inexplorada. Su imagen se ha convertido en uno de los rostros más populares de los Estados Unidos. Los Obama le invitaron al Discurso sobre el Estado de la Unión y recientemente pudo vérsele también en la visita oficial del primer ministro francés, François Hollande a la Casa Blanca. Un símbolo en la cotidianeidad del país de las oportunidades que se erige ya en el principal abanderado de la lucha por la integración de los homosexuales. “Jason se ha convertido en un icono y tiene que soportar cierta responsabilidad”, opinaba Pau Gasol hace una semana tras medirse al jugador originario de Northridge (Los Ángeles). Un filón que hay que aprovechar desde cualquier ángulo, incluido, cómo no, el comercial.

Sin tiempo para asentarse, la NBA, siempre al quite cuando de hacer negocio se trata, empezó a comercializar la camiseta del pívot californiano. Y la idea resultó ser un éxito rotundo. En una nueva muestra del afecto y el respaldo granjeado en el seno de los aficionados (y los que no, también), según la CNN, el pasado martes, su camiseta con el ‘98’ fue el producto más vendido tanto en la imponente ‘NBA Store’ de la Quinta Avenida como en la tienda online de ‘NBA.com’. “El regreso de Jason Collins a la liga representa un momento histórico, y los fans continúan demostrando su apoyo al comprar su camiseta”, declaraba la vicepresidenta de licencias y negocios de la NBA, Vicky Picca.

Algo que no se suele hacer con temporeros que buscan hacerse un hueco en las franquicias pero que la NBA ha considerado apropiado en este caso. Está claro que Collins no es un temporero al uso. Normalmente, más que vender camisetas, en las cabezas de estos jugadores ‘de obra y servicio’ reside un único objetivo: empalmar el ansiado tercer contrato de 10 días que les garantice su estancia en el equipo hasta final de temporada. “Históricamente no fabricamos merchandising para jugadores con contratos de 10 días. Una vez el jugador firme por el resto de la temporada, comercializaríamos sus productos”, explicaba el portavoz del Barclays Center, Barry Baum. De hecho, a día de hoy, las famosas camisetas siguen sin venderse en el estadio de Brooklyn.

En su estreno ante los Lakers lució el ‘46’ porque el suyo no estaba disponible todavía. Sin embargo, ante Portland, en su segundo partido, volvió al ‘98’ que exhibiera la pasada temporada en las filas de Boston Celtics y Washington Wizards. Un número con un significado muy especial. Con este dorsal, Collins pretende rendir homenaje a la memoria de Matthew Shepard, un joven estudiante gay de 21 años que el 7 de octubre de 1998 fue brutalmente asesinado por su inclinación sexual. “Cada vez que me ponía la camiseta con el ‘98’, era un momento para mí, para mi familia y para mis amigos”, relataba en su primera entrevista con la cadena ‘ABC’ tras declararse homosexual. Una reconocida admiración también compartida por los padres del joven. Después de haber conversado por teléfono en alguna ocasión, el jueves, el Pepsi Center de Denver fue testigo del emotivo encuentro entre Collins y los padres y el hermano de aquel joven secuestrado, torturado y asesinado por su condición de homosexual.

El viernes, la NBA anunció que, en contra del habitual reparto equitativo de ganancias por ‘merchandising’ entre propietarios y jugadores, donará una parte de los ingresos obtenidos por las ventas a la ‘Fundación Matthew Shepard’ y a la ‘Gay, Lesbian & Straight Education Network’. Un montante que en ningún caso será inferior a los 100.000 dólares. Para rematar la faena, subastará una camiseta firmada por Collins. El jugador recibió con entusiasmo la noticia. En sus propias palabras, se trata de un granito de arena más en su firme decisión de “trabajar incansablemente para lograr que los jóvenes LGBT (colectivo de gays, lesbianas, bisexuales y transexuales) tengan los recursos y asistencia necesaria para tener éxito en la vida”. Mientras, otros aprovechan el tirón para sacar tajada: el día posterior a su fichaje, en ‘eBay’ figuraban camisetas (supuestamente usadas) de algunos de sus antiguos equipos por el módico precio de 335 dólares.

Una pieza más en los Nets

Elegido en el puesto 18 del ‘draft’ de 2001, ya fuera por el excesivo ruido en torno a su persona o por el discreto rendimiento durante sus 12 campañas previas en la NBA (713 partidos con promedios de 3.6 puntos, 3.8 rebotes en 20.8 minutos por encuentro), más allá de su activismo y de su figura como referente gay, nadie pensaba en Collins para reforzar su plantilla. Con el ‘deadline’ agonizando llegó la llamada de los Brookyln Nets con un contrato de 10 días sobre la mesa. Una decisión, según el General Manager del equipo, Billy King, exclusivamente “deportiva”. Hay quien hila más fino y asegura que la ideología liberal (también en lo económico) del propietario de la franquicia, Mikhail Prokhorov, magnate ruso amante de la política y enemigo confeso de Putin y sus controvertidas leyes homófobas, pesó en la decisión.

Aunque Collins se encontraba en el punto de mira de los Nets, la negativa de Glen Davis tras desvincularse de los Magic precipitó los acontecimientos. La marcha de Reggie Evans a Sacramento obligaba a completar el juego interior con un ‘center’ de rol secundario y con capacidad de sacrificio. Pese a su edad y el largo periodo de inactividad, Collins, como reconoció King, “era la opción correcta”. Ahora toca afianzarse con el sudor y la generosidad de la que siempre hizo gala. De momento, en los cuatro partidos disputados tras su vuelta (3-1) sus números no engañan y dibujan una incidencia testimonial sobre la pista: 0.8 puntos, 1 rebote y 0.3 asistencias en 8.4 minutos en pista.

A pesar de que su nuevo compañero acapare el foco en lo extradeportivo, la plantilla trata de alejarse del ruido y mantenerse al margen. Tras un inicio desastroso, los nuevos vecinos de uno de los cinco ‘boroughs’ de la Gran Manzana, caminan por una senda recién asfaltada y tienen a tiro asegurar una plaza en la postemporada. Viejo amigo de algunos de ellos (Pierce, Garnett o Joe Johnson) Collins es un compañero más sin distinción. "Estamos en 2014. Ya era hora", clamaba Deron Williams. Tras el debut en el Staples Center en esta nueva etapa de su vida, Jason Kidd, actual entrenador de los Nets y compañero de Collins durante seis años y medio cuando el equipo jugaba en New Jersey, proponía normalizar la situación, tratando de rebajar la emoción del momento: “Somos jugadores de baloncesto y estamos aquí para hacer una cosa: encontrar la manera de ganar. Vosotros sois la distracción. Lo sois. Pero esto no nos afecta”. Razón no le falta al técnico novel. Como casi siempre, los medios siguen empeñados en cebar un debate permanente en torno a un hecho que debería ser tratado con absoluta normalidad.

La lucha debe continuar

“Ahora la vida es mucho mejor para mí. Ya no tengo que ocultar quién soy y puedo actuar con normalidad”, comentaba Collins en su flamante reaparición. Confirmado su regreso, al igual que hiciera David Stern en su momento, su mentor y predecesor en el cargo, el nuevo jefe de la NBA, Adam Silver, no dudó en congratularse mediante un comunicado: “Jason nos comentó que su objetivo era conseguir otro contrato con un equipo NBA. Hoy quiero felicitarle por haber conseguido su meta. Sé que toda la gente de la NBA está ilusionada por él y orgullosa de que nuestra liga promueva un entorno respetuoso e inclusivo”.

Una lucha por la libertad sexual que trasciende el parqué. El 16 de mayo de 2011, Rick Welts, actual presidente de los Warriors y uno de los ejecutivos más reputados dentro de la jungla que constituyen los despachos en la NBA, también quiso hacer pública su condición de gay en otro hecho sin precedentes. Pero la noticia no quedaba ahí. Respaldado por una solvente cuenta corriente (todo sea dicho), el por entonces General Manager de los Phoenix Suns dejaba su trabajo en la capital de Arizona para hacer vida en común junto a su pareja al norte de California. Su amplio bagaje profesional sólo le hizo permanecer desempleado unas semanas, hasta que desde Oakland se le requirió para mantener el orden en Golden State. Un ilusionante proyecto que hoy día goza de una salud envidiable, en parte, gracias a su buena gestión.

Desafortunadamente, la hipocresía camufla una triste realidad que hace que no sea oro todo lo que reluce. A pesar de ser un privilegiado, Welts conoce de primera mano los prejuicios de la sociedad estadounidense en general, y del deporte en particular. “En un mundo ideal con igualdad el tendría un trabajo, pero aquí hay muchos factores que acompañan al jugador para que pueda ser el jugador 14 de una franquicia NBA", llegó a comentar durante los meses en ‘stand by’ de Jason Collins. Aunque nadie lo quisiera reconocer de forma abierta y toda la liga se centrara en mostrar su apoyo incondicional, el fantasma del veto homófobo sobrevolaba el ambiente.

Independientemente de sus prestaciones profesionales, sería absurdo negar el impacto de Collins. Su decisión ha servido de inspiración y empuje para otros jóvenes deportistas que, de no haber sido por su gran paso, probablemente hubieran callado. Es el caso de Robbie Rogers, futbolista internacional estadounidense, quien en febrero de 2013 anunciaba su retirada al tiempo que revelaba ser gay. Tres meses después, las palabras de Collins le iluminaron y en cuestión de un día firmó por Los Angeles Galaxy, convirtiéndose en el primer gay reconcido en la MLS (Major League Soccer). Su historia, junto a la de otros atletas gays, se cuenta en el documental de la CNN ‘Journey of a gay Athlete’ (Viaje de un atleta gay). Por su parte, Michael Sam, estrella de la Universidad de Missouri y de las esperanzas del próximo ‘draft’ de la NFL, sentaba un precedente al declararse gay antes de dar el salto al profesionalismo.

De igual modo, en otras disciplinas también contamos con ejemplos de deportistas valientes que, gracias a su coraje, se hicieron fuertes y decidieron dejar de lado una represión que les ahogaba. Desde la mítica tenista Martina Navratilova, pasando por el saltador de trampolín australiano Matthew Mitcham o el futbolista alemán Thomas Hitzlperger. Pero no todas las historias acaban con una sonrisa de alivio. Es el caso de Justin Fashanu, primer futbolista negro en conseguir un contrato de un millón de libras en la Premier. Aparentemente liberado por gritar a los cuatro vientos su opción sexual, en 1998 acabó con su vida a los 37 años víctima de una depresión tras una denuncia por supuestos abusos a un menor. La prueba más trágica de que con todos los avances, aún queda camino por recorrer.

El pionero olvidado

Dave Pallone (MLB), David Kopay (NFL), Roy Simmons (NFL), Esera Tuaolo (NFL), Billy Jean (MLB), John Amaechi (NBA) o Sheryl Swoopes (WNBA) comparten tres similitudes: jugaron en las grandes ligas estadounidenses, son homosexuales y todos lo anunciaron una vez escribieron el epílogo de sus carreras. “Desearía no ser ese niño de la clase que levanta la mano y dice: 'Soy diferente'. Si fuera por mí, preferiría que otros hubieran dado antes este paso. Nadie lo ha hecho, y por eso levanto la mano", comentaba Collins en la epístola que dio un giro radical a su vida. Pero según nuevas informaciones Collins no andaba del todo en lo cierto.

“Mi misión como jugador gay era la de romper un estereotipo y creo que funcionó. Nunca podrán decir que un jugador gay no puede jugar en las Grandes Ligas, porque yo soy gay y lo hice”. Glenn Burke trató de cambiar la cultura del deporte hace treinta años, pero las anquilosadas convicciones prevalecientes en la época impedían la atención mediática necesaria. En un estupendo reportaje publicado por ‘The Atlantic’, se cuenta cómo Burke jamás ocultó su orientación sexual durante su etapa como jugador de Los Angeles Dodgers y los Oakland Athletics (1976-1979). “Creo que todo el mundo hacía como si no me escuchase. No era una historia que estuvieran preparados para oír”. En 1995, justo el año en el que el SIDA le arrebató la vida, Burke dejó constancia de su historia en una autobiografía. Pese a ello, la prensa nunca le prestó toda la atención que merecía, lo que le costó, al menos de forma unánime, no pasar a la historia como el primer deportista de las grandes ligas estadounidenses en reconocer su homosexualidad durante su etapa en activo. Aunque fuera a título póstumo, el pasado mes de agosto, Burke, fue uno de los encargados de estrenar el Hall of Fame de deportistas gays y lesbianas.

"Soy un pívot de la NBA de 34 años. Soy negro. Y soy gay". Con tan rotunda afirmación, el pasado mes de abril, Jason Collins encabezaba una carta abierta, a través de la prestigiosa ‘Sports Illustrated’, para hacer pública su homosexualidad. Un secreto que le había atormentado en silencio a lo largo de su vida. Tras su salida del armario y el punto final a la temporada, el jugador finalizaba contrato con los Wizards, pasando a la agencia libre, la particular lista del INEM de la NBA. Después de diez meses en el paro y cumplidos los 35, los Brooklyn Nets le ofrecieron un contrato de 10 días. Su puesta de largo con la franquicia neoyorquina dejaba otro titular para el recuerdo: ser el primer deportista abiertamente gay en jugar en una de las grandes ligas estadounidenses (NFL, NBA, NHL y MLB).

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