Es noticia
Katsikaris, el sueño de Florentino, tampoco puede regenerar a una Grecia impotente
  1. Deportes
  2. Baloncesto
los helenos llevan cinco años fuera de la élite

Katsikaris, el sueño de Florentino, tampoco puede regenerar a una Grecia impotente

A pesar de las bajas, Grecia parecía haber armado un equipo de garantías. Sin embargo, llegaron los cruces y una Serbia inspirada para dejarla de nuevo en la cuneta

Foto: Papanikolaou y Katsikaris comparten pareceres con vehemencia durante el Serbia-Grecia de octavos de final.
Papanikolaou y Katsikaris comparten pareceres con vehemencia durante el Serbia-Grecia de octavos de final.

Todo el impulso quedó en nada tras un colapso de veinte minutos. La selección griega tiró por la borda el manojo de buenas sensaciones que había acumulado a lo largo de una primera fase del Mundial que acabó sin mácula en el expediente. Senegal (87-64), Filipinas (70-82), Puerto Rico (79-90), Croacia (76-65) y Argentina (71-79), cinco victorias en otros tantos partidos. Pero entonces llegaron los temidos cruces. Ganar o irse a casa. Enfrente una Serbia impredecible que avanzó en el torneo gracias a dos victorias ante Irán y Egipto, los dos sparrings del Grupo A. Sin embargo, los pupilos del impetuoso Sasha Djordjevic decidieron que era el momento de sacar a relucir el exuberante arsenal que tienen entre manos. Uno de los duelos con más morbo de la segunda jornada de octavos nos dejó con el enésimo colapso heleno en los últimos años y el despertar de una Serbia que engrasó su portentoso y pesado engranaje justo a tiempo (90-72). El último batacazo para una Grecia que sigue sin levantar cabeza.

Tras una primera parte igualada (46-42), el desplome cargo de ira la mirada de un equipo que había dejado su alma en algún rincón del Barclaycard Center de Madrid. Mientras Teodosic encadenaba acertadas decisiones sin inmutarse y Bojan Bogdanovic (21 puntos, 7/11 en tiros de campo) se doctoraba como el asesino en serie más despiadado de la capital, un desaparecido Papanikolaou discrepaba en la banda con su entrenador, Fotis Katsikaris. Un quiero y no puedo terrible que destapó la caja de los truenos en forma de conato de tángana. Con todo el pescado vendido (83-63 a 3:13 del final), Bjeliça abrazó con mala leche a Bourousis. El griego se revolvió perdonando la vida a su rival. Una acción que por un momento recordó a la acontecida en Atenas el 19 de agosto de 2010. Aquel día, el hoy pívot del Real Madrid estampó una silla en la cabeza de Nenad Krstic. Por fortuna, la jugada se saldó con una técnica doble que, en el caso del rudo Bourousis, significó la quinta personal. Mucho mejor para todos.

La excusa, la falta de espíritu

Al término del partido, Katsikaris echó mano de la falta de espíritu para justificar la inopinada debacle. Se podía perder pero no de esa manera. Tras reprochar la “inaceptable forma” en la que encararon el partido soltó una frase que deja entrever una especie de conformismo poco habitual en una selección conocida por su hambre y carácter competitivo. "Hemos formado un buen grupo, sabemos cómo hacerlo, y eso es lo que cuenta". Una suerte de ‘otra vez será’ que no tranquiliza a nadie. “Queremos un equipo duro, sólido en defensa, de trabajo colectivo. Queremos jugar más rápido que las selecciones de antes, con bases como Papaloukas, Diamantidis y Spanoulis. Nos falta esa gente y queremos correr, tener más posesiones, menos bloqueo directo. Es difícil porque es cambiar el estilo, pero confiamos en que podamos conseguirlo”, explicaba Katsikaris en su espacio de la web especializada KIA en Zona.

Con Diamantidis fuera del barco, con Fotsis prejubilado por motivos deportivos, llegaron las ausencias de Spanoulis, Schortsianitis, Perperoglou, Koufos, Bramos y Mavrokefalidis. Bajas que, cierto, han afectado directamente a la línea de flotación del grupo y que han obligado a redefinir un plantel sin el brillo de otros años. Tras el fiasco, Calathes, Zisis, el eterno capitán, Giannis Antetokounmpo, un diamante sin pulir a quien le aguarda un gran futuro, y el obrero Kaimakoglu son de lo poco salvable. En 2011, Grecia tuvo que competir sin Papaloukas, Diamantidis y Spanoulis, los pilares sobre los que se construyó su época más resplandeciente, y terminó en una digna sexta plaza la cita de Lituania.

Sellada su presencia por cortesía (previo pago de 800.000 euros por parte de Eurobank, patrocinador de la Selección y tercer banco del país heleno) del organismo que rige los destinos del baloncesto a nivel planetario, el pasado mes de junio, Katsikaris reemplazaba al italiano Andrea Trinchieri y hacía realidad el sueño de entrenar a su país -“ya que no pude estar presente como jugador”, llegó a reconocer en su momento-. Grecia venía de no participar en los Juegos de Londres y acabar en undécima posición en el Eurobasket de Eslovenia (2013). Sin embargo, en su primer asalto a los mandos de 'Hellas', el afable entrenador se ha dado de bruces con la realidad de un combinado que no estuvo a la altura. Lejos queda ya el sexenio comprendido entre 2003-2009. Desde el quinto puesto del Eurobasket de Suecia (2003) al bronce del campeonato de Europa disputado en Polonia (2009), el combinado heleno siempre fue uno de los aspirantes luchar por las medallas en cada competición internacional. Oro en el Europeo de Serbia (2005); plata en un Mundial de Japón (2006) donde relegaron a Estados Unidos a luchar por el bronce en una semifinal antológica (101-95); cuarta plaza en los Juegos de Atenas (2004) y Pekín (2008); y otra cuarta posición en el Eurobasket de España (2007). Época de vino y rosas que sólo encuentra parangón en el cetro continental conquistado en casa (1987) y a la posterior presea de plata lograda en Yugoslavia dos años después (1989). Claro que por entonces el binomio Galis-Giannakis funcionaba a pleno rendimiento.

Próximo destino... ¿Madrid?

Desde que la temporada tocó a su fin, el nombre de Fotis Katsikaris ha sonado con fuerza para sustituir Pablo Laso al frente del banquillo del Real Madrid. Pese a que en noviembre prolongó su compromiso con la entidad blanca hasta 2016, la inesperada debacle en la Final Four de Milán y la final de la ACB pusieron en el disparadero al técnico vitoriano. Tal y como adelantó El Confidencial a principios del mes de julio, sus días en el club parecen estar contados. Aunque desde el club ni confirman ni desmienten, Jota Cuspinera y Hugo López, los dos hombres de confianza de Laso, salieron por la puerta de atrás sin despegar sus labios. El escalón previo a certificar la marcha del jefe de la parcela técnica.

Aunque durante el periodo estival el mutismo ha sido la nota predominante en las oficinas del club, es probable que en los próximos días se retome la actividad de cara a perfilar una temporada donde el Barcelona, vigente campeón de Liga, ha sabido reforzarse ante la marcha de Dorsey, Lorbek, Papanikolaou y Sada. La eliminación de Grecia en los octavos de final del Mundial puede ser la excusa perfecta para que Katsikaris, el mismo que rechazó in extremis una oferta en firma del Unics Kazan ruso, se anime a retornar a un país que ha sido testigo de su eclosión como entrenador y al que siempre ha tenido en buena estima. “Espero volver a tener pronto la oportunidad de entrenar en ACB, porque la verdad es que es la mejor liga de Europa y de las mejores del mundo. Es importante para un profesional sentirte cómodo en un país, en una ciudad, para hacer bien su trabajo, y yo la verdad es que me siento muy cómodo, muy a gusto en España. Es como un segundo país para mí”, reconocía en una entrevista con la agencia EFE a principios de verano un hombre que tiene casa en Bilbao y Valencia, ciudades en las que ha pasado entrenando siete temporadas.

Si fuera Fotis diría que sí

Días después, Fotis entraba al trapo y, en una entrevista con la web griega Sport24, quiso afinar un poco más: "¿A quién no le gustaría entrenar al Real Madrid? Es un gran club, con una gran historia y muchos fans de todo el mundo". Eso sí, en virtud de lo recogido por la normativa ACB, que no permite simultanear las funciones de entrenador club y selección, para convertirse en el nuevo entrenador del Real Madrid primero debería abandonar el cargo de seleccionador. Algo que en estos momentos no está del todo claro. Un dilema que para Katsikaris no es del todo nuevo. Sería optar por hacer lo mismo que hizo cuando dirigía al Bilbao Basket. Antes de iniciar su frustrado periplo con la selección rusa (se comprometió antes de dimitir por sorpresa a tres días del inicio del Eurobasket de Eslovenia (2013), Katsikaris dijo no a seguir en el club vizcaíno.

Ajeno a todo el ruido mediático, el pasado domingo, el equipo arrancó en Mallorca su gira de amistosos de cara a preparar un curso que levantará el telón el próximo 26 de septiembre con la disputa de la Supercopa ACB (Real Madrid, Barcelona, Valencia Basket y Laboral Kutxa) en el Fernando Buesa Arena de Vitoria. Con un plantel en cuadro debido a la ausencia de los mundialistas, los merengues se impusieron al Palma Air Europa en el Palau d'Esports de Son Moix por un apretado 76-82 con Carroll afinando la muñeca (28 puntos). Tras el primer aperitivo, vendrán otros seis partidos. El día 12 se medirán al Valencia Basket (20:00 horas) y el 13 al Unicaja de Málaga (20:00 horas) en el Torneo Costa del Sol de que tendrá lugar en la capital malagueña. El 15 tendrá lugar el primer derbi frente al Tuenti Móvil Estudiantes en el Torneo Feria de Albacete (18:00 horas). Luego llegarán los pesados viajes a Puerto Rico y Colombia para participar en la Copa Euroamericana. En San Juan se medirán a Cangrejeros de Santurce (día 19, 2.00 hora española) y en Bogotá harán lo propio contra Guerreros (día 21, 19.00 hora española). A su vuelta, les aguarda el choque ante el CAI (horario sin determinar), el ensayo antes de que arranque la ACB.

Todo el impulso quedó en nada tras un colapso de veinte minutos. La selección griega tiró por la borda el manojo de buenas sensaciones que había acumulado a lo largo de una primera fase del Mundial que acabó sin mácula en el expediente. Senegal (87-64), Filipinas (70-82), Puerto Rico (79-90), Croacia (76-65) y Argentina (71-79), cinco victorias en otros tantos partidos. Pero entonces llegaron los temidos cruces. Ganar o irse a casa. Enfrente una Serbia impredecible que avanzó en el torneo gracias a dos victorias ante Irán y Egipto, los dos sparrings del Grupo A. Sin embargo, los pupilos del impetuoso Sasha Djordjevic decidieron que era el momento de sacar a relucir el exuberante arsenal que tienen entre manos. Uno de los duelos con más morbo de la segunda jornada de octavos nos dejó con el enésimo colapso heleno en los últimos años y el despertar de una Serbia que engrasó su portentoso y pesado engranaje justo a tiempo (90-72). El último batacazo para una Grecia que sigue sin levantar cabeza.

Grecia
El redactor recomienda