"Él me ha obligado": la pizarra de Chus Mateo que convirtió (aún más) en leyenda a Sergio Llull
En la última jugada del partido, un clásico en estos lares se la jugó y no le tembló la mano, pero lo hizo tras haber perdido el rol titular y, sobre todo, siendo sus primeros puntos
Quedan poco más de 12 segundos para que finalice la gran final de la Euroliga. El marcador marcha 78 a 77 a favor de Olympiacos, que ha dominado el electrónico durante buena parte del encuentro, pero la última posesión es para el Real Madrid. Fabien Causeur saca de fondo y recibe Sergio Llull, quien pide el bloqueo a Walter Tavares. El base aprovecha el bloqueo y el cambio de marca para encontrar posición de tiro: es entonces cuando llega una canasta que ya historia.
Y es, quién si no, de nuevo Llull el encargado de llevar a la gloria al Madrid. El base de Mahón es el claro reflejo de lo que ha sido el conjunto blanco esta temporada en la Euroliga: cuando da la sensación de que no está, de que no atraviesa su mejor momento ni está jugando brillante, aparece para recordarte que no se le puede dar por muerto. Otra vez más, el elegido, el jugador de las últimas acciones, se inventaba una gran canasta para dar la undécima Euroliga al Madrid.
La carrera de Sergio Llull está plagada de últimas jugadas en las que le ha dado la victoria al Real Madrid, canastas imposibles de todos los colores para lograr triunfos que han entrado en la historia. Las tan conocidas mandarinas del jugador balear que ya son parte del mito del conjunto blanco: las dos canastas en la final de Copa ante el Barça o el triplazo ante Valencia en Liga Endesa son algunas de las más conocidas. Y la lograda ante Olympiacos ya forma parte de este selecto grupo.
Pero esta última era aún más difícil si cabe: es cierto que Llull ha conseguido canastas desde mayor distancia, con menos tiempo por jugar o con una defensa aún más severa, pero lo ocurrido este domingo fue, ni más ni menos, que en toda una final de Euroliga. Y, sobre todo, en un partido en el que el base no solo tuvo un papel secundario, sino en una temporada en la que es consciente de que ha perdido el papel protagonista para aportar desde la experiencia.
¡TENÍA QUE SER CON UN MANDARINAZO! ¡TENÍA QUE SER @23Llull!
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EL REAL MADRID ES EL CAMPEÓN DE LA EUROLIGA DE FORMA LEGENDARIA. ¡ESTO ES BRUTAL!
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En la gran final, Llull solo jugó 12:48 minutos o, lo que es lo mismo, hasta ocho jugadores blancos tuvieron más minutos en pista que el base de Mahón. Y, hasta el momento decisivo, su aportación había sido prácticamente testimonial: solo un lanzamiento —que había fallado— a canasta, una asistencia, un rebote defensivo y una personal era su bagaje... hasta que Chus Mateo, con su pizarra, dibujó una última jugada donde Llull volvió a echar a volar su imaginación.
En pista, estaban los cuatro mayores anotadores blancos del partido —Sergio Rodríguez, Hezonja, Causeur y Tavares—, pero la jugada fue dibujada para un Llull que ni estaba brillante ni había aparecido hasta el momento. Eso habla, precisamente, de la importancia de un jugador como este, al que no le tembló la mano en el momento decisivo, un Llull que solo necesitó una jugada y un par de segundos para cumplir con la pizarra de su técnico y dar la Euroliga al Madrid.
🗣️ Florentino Pérez, sobre Chus Mateo
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"A partir de ahora es un GRAN ENTRENADOR, de eso que nadie tenga dudas"pic.twitter.com/bWbdJhIfeM
"Me he enterado de que me la jugaría yo cuando el entrenador ha pintado la jugada en el tiempo muerto. Me ha obligado él. Por suerte, ha salido bien y ha entrado ese tiro", decía un humilde Llull. Si no tuviéramos en cuenta ningún elemento, no habría ninguna duda de que la última jugada siempre sería para el base, pero, vista su poca aportación en la final y su poca presencia en el juego, la valentía del técnico y del jugador para sellar esa última acción es digna de mención.
A lo largo de la temporada, el Real Madrid ha recibido muchos palos, especialmente Chus Mateo, por su manera de jugar, su desconexión en algunos partidos y por apartarse en algunos factores del estilo Laso. Ahora, nadie puede criticar a un equipo que ha logrado lo imposible, consiguiendo su undécima Euroliga. Y buena parte de la responsabilidad la tienen un Mateo y un Llull que se la jugaron en la última acción del partido para dar un nuevo título al Real Madrid.
Quedan poco más de 12 segundos para que finalice la gran final de la Euroliga. El marcador marcha 78 a 77 a favor de Olympiacos, que ha dominado el electrónico durante buena parte del encuentro, pero la última posesión es para el Real Madrid. Fabien Causeur saca de fondo y recibe Sergio Llull, quien pide el bloqueo a Walter Tavares. El base aprovecha el bloqueo y el cambio de marca para encontrar posición de tiro: es entonces cuando llega una canasta que ya historia.
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