El Real Madrid completa la hazaña en Belgrado: el Wizink dictará sentencia (78-85)

El Real Madrid ha conseguido una victoria vital en Belgrado que iguala la eliminatoria de la Euroliga frente al Partizan (78-85). Atrás ha quedado todo lo ocurrido en la capital de España, donde se vivieron unos incidentes sin precedentes que impidieron que se hablara del gran nivel de baloncesto que muestran ambos equipos. Los blancos han conseguido las tablas gracias a los dos excelentes partidos que ha disputado en Serbia.

Chus Mateo no intentó ningún experimento y colocó un quintento habitual para que la eliminatoria regresara a Madrid. En él estuvieron William-Goss, Hanga, Deck, Musa y Tavares. Pura dinamita para contrarrestar el aliento del público serbio en uno de los pabellones más temidos por los rivales. Si un equipo quiere ganar la Euroliga, y le toca pasar por allí, se convierte todo en un martirio de dimensiones incalculables.

El Stark Arena es capaz de hacer ruido cuando más lo necesita su equipo, pero también tiene sensibilidad cuando se requiere. En la previa del encuentro hubo un emotivo minuto de silencio tras la tragedia del miércoles en un colegio de la ciudad. Acabó cuando hubo aplausos por parte del público y se lanzaron flores a la pista.

El gran inicio del Madrid

El partido empezó de una manera cómoda para el Madrid, cuyo ritmo anotador fue incapaz de seguir el Partizan. Así se llegó al parcial 7-14, cuando los serbios tuvieron que pedir tiempo muerto. No era el guion que tenía en mente Obradovic, consciente de lo inoportuna que sería otra derrota en casa en lugar de conseguir la clasificación para las semifinales de la Euroliga.

Las visitas al Stark Arena, sin embargo, no son tan sencillas. En primer lugar, el visitante debe tener claro que será un partido largo. Y que tarde o temprano los locales tendrán un momento de ebullición anotadora, aupados claramente por la intensidad de la afición en el apoyo a los suyos.

La ventaja fue bastante abultada al descanso, porque el Partizan estaba colocado a 12 puntos de distancia. El acierto desde la línea de tres de los blancos fue motivo suficiente para desnivelar un encuentro que era a priori uno de los más complicados de la temporada para el Madrid. El año se mide, en parte, por los éxitos europeos. Por tanto, la Euroliga es una pieza clave a la hora de determinar cuál es la evaluación.

El liderazgo de Sergio Rodríguez

Papapetrou comenzó con un festival de triples con el que recortó la distancia y al Madrid le entraron los miedos. Es normal si uno se fija en la grada tener algo de pavor. Pero también ocurre en el baloncesto cuando ves al rival recortarte la distancia poco a poco. La clave es tener resistencia en esos momentos. Y un líder que sepa tirar del carro. En el tercer partido, fue Sergio Rodríguez. Y no iba a ser menos en esta ocasión.

Rodríguez lideró al Madrid desde su rol de veterano, con menos anotación que antaño pero con la misma batuta que en sus mejores años. Los jugadores buenos lo son, porque hacen cosas imprevisibles. En el caso del Chacho, uno nunca sabe por dónde va a salir; cuál será su próxima asistencia, como si se trata de un truco de magia.

Se puede decir que el Madrid no estuvo en dificultades hasta el final, tan apretado como de costumbre en Serbia. Llegaron los tiempos muertos, las dudas y las miradas constantes al marcador. Ahora los blancos cambiarán Serbia por la capital para soñar con la clasificación a las semifinales de la Euroliga. Y sólo una semana después los incidentes. La vida puede ser maravillosa.