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El baloncesto brinda otra oportunidad a un Real Madrid que llama a la gloria
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final de la Euroliga ante el Maccabi (20.00 horas)

El baloncesto brinda otra oportunidad a un Real Madrid que llama a la gloria

Tras naufragar el año pasado ante Olympiacos, los madridistas tendrán un nuevo intento para lograr la 'Novena' ante Maccabi tras 19 años de tensa espera

Foto: Sergio Rodríguez y Sergio Llull celebran una canasta en la semifinal ante el Barcelona. (Efe)
Sergio Rodríguez y Sergio Llull celebran una canasta en la semifinal ante el Barcelona. (Efe)

El Real Madrid trituró sin contemplaciones a un Barcelona empequeñecido, reducido a una vulgaridad que rayaba lo bochornoso. Una imagen impropia de un equipo que en un partido desastroso sólo acertó a ser la sombra de sí mismo. Los de Xavi Pascual fueron neutralizados por un rival colosal que le propinó la derrota más abultada jamás registrada en una semifinal de la máxima competición continental. Mientras los rivales culés comparecían hundidos ante los medios para reconocer, con rostro serio y de resignación, el descalabro, el entrenador de los blancos hablaba con parsimonia sobre lo que había sido “un día más” en la oficina. Un recital y una superioridad que, como aseveró Sergio Llull tras el desenfreno, “no servirá de nada si no se gana la final”. De momento, por segundo año consecutivo, los madridistas tendrán la opción de jugar el partido por el título ante el Maccabi Tel Aviv (20.00 horas, Canal+ 1 y C+Deportes) , sorprendente al tiempo que merecido finalista tras una milagrosa remontada ante el CSKA en la primera semifinal.

El conjunto israelí, última piedra en el camino, es un viejo conocido de la afición madridista. Con la de este domingo, ambos equipos se habrán enfrentado un total de 50 ocasiones, con balance de 29-20 favorable a los madridistas en el duelo más repetido en la historia de la competición más prestigiosa del baloncesto europeo. Del medio centenar de duelos directos entre ambos equipos, sólo uno se produjo con un título en juego. Fue en 1980. Los Sczerbiak, Corbalán, Brabender, Randy Meister, Rullán y compañía, dirigidos por Lolo Sainz, se impusieron por un apretado 89-85 en un partido disputado en el Deustchlandhalle de Berlín Occidental. El triunfo supuso la séptima Copa de Europa para el cuadro madrileño. Desde entonces, un único triunfo en el año 1995, con Obradovic a los mandos y Sabonis y Arlauckas como puntas de lanza del último roster madridista en alzar una Copa de Europa.

Tan irregular como sorprendente, con un baloncesto poco ortodoxo, sin ningún jugador de primera línea, el cuadro macabeo vive de la inspiración de jugadores como Ricky Hickman o Rice y su capacidad para generar desequilibrios en el uno contra uno, la racha de David Blu desde la línea de 6,75 y la casta de hombres como Alex Tyus y Sofoklis Schortsanitis en la pintura. Con catorce participaciones en fases finales en su haber, el conjunto dirigido por David Blatt, segundo entrenador en el equipo dirigido por Pini Gershon en 2004, busca su sexto cetro europeo, después de los cosechados en 1977, 1981, 2001, 2004 y 2005. En la memoria más reciente, las dolorosas derrotas en el partido decisivo en 2006, 2008 y 2011.

Las apuestas y los pronósticos otorgan al Madrid el papel de favoritos, una situación que no icomoda a Laso: “Estoy orgulloso de que nos consideren favoritos”. Eso sí, el Maccabi contará con el factor cancha a favor. Como viene siendo habitual en este tipo de citas, una marea amarilla abarrotará el Mediolanum Forum de Milán. Si en las semifinales cerca de 10.000 aficionados del Maccabi jugaron un papel determinante en la consecución de la gesta ante el CSKA. "Vamos a tener un gran apoyo del público y queremos ganar por ellos", destacaba David Blatt en la previa del choque. Resulta obvio que los os aproximadamente 1.000 madridistas presentes en las gradas del pabellón serán minoría. "Mis jugadores saben que será difícil. Es un equipo que se adapta y tiene diferentes soluciones", argumentó Laso, alabando la versatilidad y lo camaleónico del su rival. Algo que quedó reflejado en los dos enfrentamientos previos entre ambos equipos durante el Top-16. Aunque ambos del lado madridista (74-68 en el Palacio y 76-77 en el Nokia Arena de Tel Aviv), ampliando así a seis victorias consecutivas la racha en los últimos cara a cara de los blancos, se trató de dos duelos que se vieron decididos por detalles.

Aunque la cautela deba ser la nota predominante antes de un evento de esta magnitud, donde lo a priori más insignificante puede marcar la diferencia, Laso sabe que si sus discípulos juegan como han venido haciéndolo hasta ahora, nadie podrá con ellos. La intensidad defensiva, el acierto en el tiro, y la aportación de una espina dorsal de oro formada por Rudy, Mirotic, enrabietado y con las puertas de la Selección más cerca tras la inoportuna lesión de Ibaka, Sergio Rodríguez y Llull se antojan un aval suficiente. "Queremos ganar jugando nuestro baloncesto. Pero también debemos adaptarnos al rival e intentar sacar nuestro mejor nivel. Puedes tener a los mejores pero si no haces equipo algo falla. Entreno a grandes jugadores, pero lo que nos ha hecho llegar aquí es el equipo". Un equipo que antes de aplastar al Barcelona lograba quitarse un inmenso peso de encima al eliminar a Olympiacos, su verdugo en la final del año pasado, en una electrizante serie de cuartos que se fue hasta el quinto y decisivo partido (3-2). Una final arrinconada en la memoria que sirvió de aprendizaje para gestionar la ansiedad y lidiar con la presión de las grandes citas.

El último escalón hacia la gloria

El Real Madrid estuvo ausente de la Final Four desde 1996 hasta 2011, año donde precisamente el Maccabi se encargó de echar por tierra el sueño de disputar una final en el Palau Sant Jordi tras vencer a los madridistas en la segunda semifinal por un claro 82-63. A lo largo de este letargo que se extendió durante 15 eternos años, además de los habituales pesos pesados, los blancos se veían sobrepasados en el ranking por equipos como Siena, Efes, Fortitudo, Partizan, Zalgiris, Villeurbanne, Olimpija Ljubljana, Unicaja, AEK, como ejemplos equipos con menos solera. Las cosas han cambiado, y ahora los madridistas están a un peldaño de imponer una filosofía que encandila a media Europa.

"Si tienes al mejor jugador y le dejas en el banquillo es que no tienes ni idea". Las palabras de Laso cuando el Chacho fue galardonado con el premio a MVP de la presente edición de la Euroliga condensan la escasa importancia que para él tiene el reconocimiento individual en favor de lo colectivo. Una de las máximas de Laso está presente en el día a día de todos los integrantes de la plantilla. Una rutina minuciosamente estudiada donde reposan los cimientos de este Real Madrid, un equipo radiante, alejado del sufrimiento y la decepción casi continua que golpeaba, sacudía y desestabilizaba la nave en tiempos no muy lejanos. Una plantilla que es una verdadera familia. La armonía se apodera de un grupo humano fresco y feliz, sin egoísmos ni egos que perturben la armonía reinante. Un componente ineludible para encontrar el éxito. Las bases están sentadas, los ingredientes son de una frescura y una madurez exquisitas y el plato se antoja delicioso.

Tres años de simulacros donde, si bien el equipo no se ha ido a casa con las manos vacías -una Liga, dos Copas del Rey y dos Supercopas lo acreditan- , se ha venido cocinando a fuego lentouna especial predilección por sacarse la espina en la máxima competición continental y poder acabar con una maldición que dura ya casi dos décadas. Siempre desde el respeto, la humildad y el trabajo del que ha hecho gala el equipo, el sueño parece hoy más cerca que nunca. Y es que el baloncesto brinda una nueva oportunidad a un equipo diseñado para las más altas cotas. El ‘Cómo no te voy a querer’, tan socorrido por la parroquia blanca en sus momentos de euforia desbordada, busca añadir la palabra Novena a su emblemática letra. El momento ha llegado. Es hora de subir el último escalón.

Real Madrid: Llull, Darden, Rudy Fernández, Mirotic y Bourousis --posible cinco inicial--; Sergio Rodríguez, Carroll, Draper, Reyes, Mejri, Slaughter y Díez.

Maccabi Electra: Rice, Hickman, Smith, Ingles y Schortsanitis --posible cinco inicial--; Tyus, Landesberg, Blu, Pnini, Ohayon y Altit.

Árbitros: Christodoulou (GRE), Pukl (SLO) y Jovcic (SER).

Pabellón: Mediolanum Forum.

Horario: 20.00/Canal +.

El Real Madrid trituró sin contemplaciones a un Barcelona empequeñecido, reducido a una vulgaridad que rayaba lo bochornoso. Una imagen impropia de un equipo que en un partido desastroso sólo acertó a ser la sombra de sí mismo. Los de Xavi Pascual fueron neutralizados por un rival colosal que le propinó la derrota más abultada jamás registrada en una semifinal de la máxima competición continental. Mientras los rivales culés comparecían hundidos ante los medios para reconocer, con rostro serio y de resignación, el descalabro, el entrenador de los blancos hablaba con parsimonia sobre lo que había sido “un día más” en la oficina. Un recital y una superioridad que, como aseveró Sergio Llull tras el desenfreno, “no servirá de nada si no se gana la final”. De momento, por segundo año consecutivo, los madridistas tendrán la opción de jugar el partido por el título ante el Maccabi Tel Aviv (20.00 horas, Canal+ 1 y C+Deportes) , sorprendente al tiempo que merecido finalista tras una milagrosa remontada ante el CSKA en la primera semifinal.

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