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David Blu, la 'amenaza fantasma' del Maccabi para quitarle la Novena al Madrid
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encarna los valores de un equipo dispuesto a soñar

David Blu, la 'amenaza fantasma' del Maccabi para quitarle la Novena al Madrid

Tras su año sabático en Estados Unidos, el israelí encarna los valores de un equipo que llega a la final de la Euroliga sin miedo a nada y dispuesto a soñar

Foto: David Blu trata de cerrar el rebote ante el ruso del CSKA Andrey Vorontsevich en la primera semifinal de la Final Four 2014. (Efe)
David Blu trata de cerrar el rebote ante el ruso del CSKA Andrey Vorontsevich en la primera semifinal de la Final Four 2014. (Efe)

El pasado viernes, en la primera semifinal de la Final Four, el Maccabi caía por 15 puntos un minuto antes del final del tercer acto. Además del resultado, las sensaciones y las vibraciones no auguraban nada positivo para un equipo que había permanecido 39 minutos por detrás en el marcador. Pero entonces, cuando todo parecía perdido se obró el milagro. Con 67-63 abajo en el marcador, David Blu convertía su quinto triple de la velada a 14 segundos del final y daba vida a los suyos. Todavía había más. Viktor Khryapa perdía el balón de forma absurda y Rice se lanzaba en un vertiginosos contraataque para, con un gran rectificado para sortear la defensa de Teodosic, anotar la canasta de la victoria a 5,5 segundos del final (67-68). Sonny Weems (2/13 en TC), en una de las actuaciones más desastrosas que se le recuerdan, erró un triple relativamente franco para hacer trizas todos los pronósticos y cercenar los sueños del fastuoso proyecto definido en rublos.

El Maccabi era finalista de la Euroliga y la fiesta se instaló en el Mediolanum, sucursal del Nokia Arena de Tel Aviv y que acabó con su pista invadida por una colonia de aficionados amarillos. David Blatt, que nunca había ganado un mano a mano contra Ettore Messina, eligió un escenario idílico para acabar con su bestia negra. El conjunto israelí apeló a la épica y a una más que discutible gestión desde el banquillo de un Ettore Messina que se queda sin caramelo antes de poner fin a una nueva aventura en el país ruso. El pase a la final de este domingo (20.00 horas, Canal+ 1 y C+Deportes) supone una nueva oportunidad para David Blu (Los Ángeles, 1980), un hombre que forma parte de la historia reciente del equipo israelí.

Su madre, que murió víctima de un cáncer cuando él sólo tenía 14 años, era judía; su padre, afroamericano convertido al judaísmo.Orgulloso de sus raíces, personifica al dedillo la ristra de estadounidenses nacionalizados para rodear a una élite israelí que ha definido el ADN del equipo desde su irrupción en el baloncesto europeo en la década de los setenta. Interesado en el estudio de su genealogía, probablemente En 2010, decidió acortar su apellido original, Bluthenthal. Tras estudiar en profundidad su genealogía familiar, descubrió que su apellido tenía todas las papeletas de provenir de un propietario de esclavos de origen alemán del siglo XIX. Aunque él asegura que ese no fue el motivo del cambio: "No me lo cambié por eso ni por nada que tenga que ver con la religión. Estoy orgulloso de ser judío. Cuando era joven mis amigos negros se burlaban mucho de mi apellido y eso es algo que se te queda y por lo que no quiero que pase mi familia. Y Blu, suena mucho mejor, ¿no?", explica con gracia en una entrevista a Mundo Deportivo.

Ostenta el honor de ser el único superviviente del roster campeón de la Euroliga en 2004 en Tel-Aviv. En aquella plantilla también figuraba David Blatt, actual entrenador, como segundo del gran Pini Gershon. El quinteto formado por Sarunas Jasikevicius, Anthony Parker, Tal Burstein, Maceo Baston y Nikola Vujcic que repetía media Europa no se apiadó de un tierno Fortitudo de Bolonia que claudicó por 118-74, la mayor derrota en una final de la máxima competición europea. Aunque no estuvo presente en el 'repeat' de 2005 y la decepción en la final de 2006, en su regreso a Israel le tocaría vivir en su piel la amargura de la derrota con dos finales perdidas en 2008 (91-77 ante CSKA en Madrid) y 2011 (78-70 ante Panathinaikos en Barcelona). "Para mí es un honor poder volver a un final tras un año alejado de las canchas. Y ahora quiero aprovechar esta nueva oportunidad que me ha dado este deporte para volver a ser campeón", comentaba en la rueda de prensa previa al choque ante el Real Madrid. Un éxito que llega tras un año de 'retiro intelectual' que, en vista de los acontecimientos, le ha venido de perlas.

En un amable tercer grado por parte de los aficionados, quienes enviaron una extensa ristra de preguntas a la web oficial de la Euroliga, Blu explicó con detalle el porqué de su año sabático. “El año pasado me tomé un año sabático y regresé a mi antigua universidad, la Universidad de Southern California, y recibí tres clases durante los semestres de otoño y primavera. El 17 de mayo de 2013 me gradué en Sociología. El hecho de regresar a la universidad me brindó la oportunidad de retomar el contacto con amigos y familiares con los que llevaba sin tener contacto más de 10 años. Disfruté a tope de las vacaciones americanas con mis más allegados. Aprendí a apreciar la vida fuera del mundo del baloncesto un poco más”.

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Tras siete temporadas repartidas en cuatro etapas en el equipo que le forjó un nombre y donde es un verdadero ídolo de masas, Blu se muestra agradecido a una institución que siempre demostró una fe ciega en él. Un cariño que facilitó mucho las cosas a la hora de elegir destino para afrontar el penúltimo servicio antes de poner punto y final a su carrera. “Escogí Maccabi porque para mí tenía más sentido ir a un equipo y a una ciudad con la que más cómo me siento, especialmente después de estar sin jugar durante 16 meses. El Maccabi está y es una de las mejores organizaciones en Europa. Estoy enormemente agradecido que el equipo y los aficionados me recibieran de nuevo con los brazos abiertos”. A punto de cumplir los 34, una segunda Euroliga podría ser el factor decisivo para seguir dando guerra sobre el parqué. Aunque al otro lado del charco aguardan impacientes su regreso su familia y amigos, sobre todo su mujer Megan y sus dos hijos, Bridget y Baron. “Todavía no he decidido nada sobre el próximo año. Estoy centrado en terminar esta temporada y disfrutar cada minuto jugando al deporte que quiero. Tomaré una decisión sobre mi futuro este verano”, reconoce en este cuestionario popular.

Hablamos del noveno jugador que más triples ha conseguido en la historia de la competición. Un hombre que ofrece al conjunto macabeo una fiable opción anotadora desde el banquillo. Su juego se elevó a otro nivel en la serie de cuartos, precisamente ante el EA7 Armani Milán. En los dos últimos encuentros de la eliminatoria, Blu acudió fiel a su cita desde la línea de 6,75, anotando tres triples en cada uno de los envites. Una ayuda inestimable para que el equipo sellara su billete para la Final Four. Antes de su acertada secuencia en la semifinal ante el CSKA, el polivalente jugador aterrizaba en Milán avalado por un dato que da una muestra de su capacidad para producir desde el perímetro: haber anotado al menos un triple en 21 encuentros consecutivos. “El tiro es y siempre fue la parte favorita del juego. Tenía una canasta en mi garaje y pasaba horas tirando. Todos los miembros de mi familia se turnaban para cogerme los rebotes durante mi infancia”, recuerda con tierna nostalgia.

Un recurso que, tal y como reconoce el propio jugador, “limita mis carencias”. Porque Blu es una de esas piezas indispensables para complementar un equipo ganador. Alero con mecanismos para desenvolverse con garantías en el puesto de '4' abierto, el carismático vecino de Hollywood que sueña con ser comentarista de la ESPN algún día encarna los valores del esfuerzo y el sacrificio ycuyo influjo trasciende el juego.Pese a su veteranía, sigue fiel a una curiosaliturgia inalterable antes de cada encuentro.“Antes de los partidos me gusta ver vídeos en Youtube de grandes jugadores históricos para inspirarme. Los principales vídeos que veo son vídeos defensivos de Scottie Pippen así como los mejores vídeos de la carrera de Larry Bird. También me gusta ver vídeos de Dennis Rodman y Ray Allen. Mis otros rituales son hacer algunos ejercicios de respiración y técnicas de visualización (herramienta que busca conseguir un mayor control de la mente, de las emociones y del cuerpo) antes de los partidos”. Sobre el rival en la que será su cuarta final de Euroliga (2004, 2008, 2011 y 2014), se rinde ante el juego ejecutado por el equipo de Laso. “Entrena a sus jugadores de la manera en la que aprendió él el baloncesto, con su estilo. Su juego es bonito, atractivo y exitoso. Es un estilo de baloncesto. Pero al final se trata de jugar fuerte, estar unidos como equipo y luchar por la victoria", explica.

Del desencanto a la excitación sólo hay un paso

El pasado mes de marzo, el Maccabi cedía el liderato de la Liga israelí tras caer ante el Hapoel Jerusalén por 65-93 en la que suponía la derrota más abultada de su historia como local. La dureza del correctivo fue tal que, al término del choque, un grupo de 30 exaltados aficionados trató de acceder al vestuario del equipo israelí con la intención de reprender a sus jugadores. El mítico Nikola Vujcic, actual director deportivo, lo impidió y el capitán del equipo, Guy Pnini, salió para calmar las tensiones de una afición que vive el baloncesto con una pasión desmedida.

“Es una vergüenza, no se puede jugar de esta manera”, se lamentaba David Blatt. Apenas cuatro días después del desagradable incidente, los israelíes se medían en el ‘Top-16’ al Real Madrid, su rival este domingo. En un encuentro apasionante disputado en el emblemático Yad Eliyahu, donde llegaron a caer por 9 puntos en el tercer cuarto, Alex Tyus falló un tiro libre en los últimos segundos que hubiera mandado el partido a la prórroga (76-77). Segunda derrota ante los blancos, tras la cosechada en el Palacio (74-68) semanas antes. Dos partidos intensos donde el cuadro macabeo demostró ser un equipo aguerrido, valiente que maximiza sus virtudes y consigue disfrazar sus carencias.

Tras aquel partido, acabarían la segunda fase de la competición en tercera posición, plaza que les emparejaría con un Milán a quien consiguieron desactivar en un derroche de experiencia y saber estar. Y así, sin hacerse demasiadas emociones, se plantaron en la decimoquinta Final Four de su historia desde que en1977 el equipo capitaneado porel histórico Tal Brody se impusieraal Varese (78-77) en Belgrado. Un apoteósico desafíoante el CSKA quesirvió para ejemplificarla comunión absoluta, en la victoria y en la derrota,con un ejército amarillo que, en la salud y en la enfermedad,nunca deja de alentar a su equipo.

El pasado viernes, en la primera semifinal de la Final Four, el Maccabi caía por 15 puntos un minuto antes del final del tercer acto. Además del resultado, las sensaciones y las vibraciones no auguraban nada positivo para un equipo que había permanecido 39 minutos por detrás en el marcador. Pero entonces, cuando todo parecía perdido se obró el milagro. Con 67-63 abajo en el marcador, David Blu convertía su quinto triple de la velada a 14 segundos del final y daba vida a los suyos. Todavía había más. Viktor Khryapa perdía el balón de forma absurda y Rice se lanzaba en un vertiginosos contraataque para, con un gran rectificado para sortear la defensa de Teodosic, anotar la canasta de la victoria a 5,5 segundos del final (67-68). Sonny Weems (2/13 en TC), en una de las actuaciones más desastrosas que se le recuerdan, erró un triple relativamente franco para hacer trizas todos los pronósticos y cercenar los sueños del fastuoso proyecto definido en rublos.

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