Turquía y Alemania se miden en la gran final del Eurobasket de las sorpresas
Los dos únicos equipos del Eurobasket que no han perdido ni un solo encuentro durante la competición disputarán una final por todo lo alto. Schroder y Larkin, un enorme duelo
Schroder, líder de Alemania. (Reuters/Ints Kalnins)
Pues ya está lista la final del Eurobasket 2025. Los dos mejores equipos del torneo, los dos únicos imbatidos, los dos que han demostrado una contundencia excesiva para el resto. Porque Finlandia se va a la final de consolación con tres derrotas (Lituania y dos veces Alemania), y porque también Grecia ha doblado la rodilla en dos ocasiones, contra Bosnia y el viernes mismo, contra Turquía.
Por el contrario, los germanos, de la mano de nuestro Alex Mumbrú, han ofrecido un espectáculo trepidante, superando la centena de puntos por partido, logrando 98 o más puntos en seis de los ocho duelos jugados hasta la fecha. Esa cifra es ganadora para cualquier equipo, salvo los Denver Nuggets de antaño.
Y en el caso de los turcos, han dominado igualmente a todos sus rivales, con claridad y contundencia: su menor cifra anotadora, contra Estonia o Suecia, denota el control a largo plazo implantado por Ergin Ataman, que ha construido un bloque que parece difícil de derribar.
Shane Larkin, en acción contra Giannis Antetokounmpo. (Reuters/Ints Kalnins)
Turquía arrasa a Grecia en la enésima batalla
La cosa viene como desde el siglo IV, cuando Grecia ya formaba parte del Imperio Romano de Oriente, con capital en Constantinopla. Entre la expansión árabe y la irrupción de los turcos selyúcidas fueron dejando en nada la expansión helénica de Alejandro Magno. Y en 1453, cayó Constantinopla. Primera victoria turca, de paliza. Porque los turcos fueron entonces dominantes en Grecia y los Balcanes, con los griegos conservando a duras penas su lengua y religión, hasta que en 1830 consigue finalmente su independencia. Victoria griega, sufrida, en casa y con el apoyo de su parroquia. Después Grecia andaba motivada, así que se dispuso a contraatacar. Así se hizo con Macedonia, con Creta, y con las islas del Egeo. Nueva victoria griega, allá por 1913. Durante la Primera Guerra Mundial, ya cada país aliado con uno de los bloques. Como ganan los aliados y el Imperio Otomano se derrumba, el avance griego está cantado. Hacia 1919 la guerra comienza de nuevo, Grecia avanza pero Atatürk organiza la resistencia. Y vence, provocando una diáspora de griegos desde Asia Menor. Victoria turca, sin paliativos.
Luego, hacia 1947, Grecia consigue en el Tratado de París el control de la práctica totalidad de las islas del Egeo, algunas de ellas enfrente mismo de la costa turca. Aunque el turismo todavía no está desarrollado, Turquía se queja amargamente de la labor arbitral y la disputa continúa hoy día. En todo caso, victoria grande de Grecia, fuera de casa en esta ocasión.
Pero no termina aquí la cosa, porque entonces vino a suceder lo de Chipre. Que era una colonia británica con mayoría de parroquia helénica y otra parte musulmana. Se concedió la independencia a Chipre en 1960. Entonces, en 1974, Grecia apoya un golpe de estado para unir Chipre a Grecia. Victoria de Grecia. Entonces Turquía invade el norte de Chipre y conquista la tercera parte de la isla. Victoria de Turquía.
Y así es que se suceden las victorias de uno y otro lado. A todo esto, ambos ya formaban parte de la OTAN, donde ingresaron a la vez. Y luego, fueron dejando de lado los fusiles y esas cosas, por un balón de baloncesto. Porque hay constancia de partidos de basket entre ambos equipos desde nada menos que 1936, un amistoso en Estambul (49-12 para Turquía). Y otro par de amistosos en la misma ciudad con sendas victorias griegas, allá por 1947. Y otro en 1952. Pero ya no hubo más amistosos hasta 2014.
Ergin Ataman da instrucciones a Cedi Osman. (Reuters/Ints Kalnins)
Sí ha habido, sin embargo, decenas de enfrentamientos de toda clase y condición. Con un dominio griego más o menos claro, década por década, desde 1936 se han producido 68 enfrentamientos, con 40 victorias de Grecia y 28 de Turquía. Ya hoy día los duelos son deportivos, pulidas las cuestiones que no atañen al deporte. Y es que la globalización avanza mucho más rápido que algunas inercias históricas; el trasiego de jugadores y técnicos entre ambos países no hace sino normalizar la situación porque el matiz nacionalista (dicho en el buen sentido) se diluye.
Turquía dominó con claridad
Ah, el viernes hubo un partido de la ronda semifinal del Eurobasket 2025: arrasó Turquía, que ejecutó el plan maestro de Ataman con la calidad indiscutible de sus jugadores. Toda la experiencia que se esperaba de los griegos para el control de las situaciones adversas, no se percibió y por el contrario, se puso de manifiesto que Turquía es un martillo pilón: defiende, corre, ataca el rebote en ambos aros, mueve fluidamente el balón, emboca los tiros, no se descentra ni un instante. Ataman ha lubricado perfectamente cada componente del juego.
Y como el partido, precioso de ver, tampoco tuvo mucha historia en cuanto a la intriga relativa al marcador, puede resumirse, sin entrar en detalles, en las cuatro fases emocionales y circunstanciales, que definieron el duelo.
Let me remind you, Alperen Sengun is just 23 years old. 🇹🇷
Primero, la desactivación del gigante Antetokounmpo, defendido con un muro en estático y atacando el rebote ofensivo + corriendo para atrás como bugattis, para evitar las transiciones del gigante ateniense de los Bucks.
En segundo lugar, el diseño de roles. Porque Spanoulis había diseñado un plan de control de Alperen Sengun, similar al de Anteto por parte turca. Y Sengun no conseguía brillar en ataque, pero sí lo hizo en defensa, donde estuvo sideral tanto por fuera como por dentro. Estilo Tavares. Y además Turquía supo aprovechar la sobredefensa sobre Sengun, para otorgar opciones de tiros abiertos donde Osmani trituró a Grecia en el primer cuarto, abriendo la rendija por la que se atisbó la victoria.
Tercero, alimentar la frustración griega. El paso de los minutos, la intensidad del juego turco, es muy difícil gestionarla cuando llevas dobles figuras de retraso en el marcador. Y alcanza la veintena. No sería la primera vez que se remonta una diferencia así. Pero Turquía muestra concentración y calidad así que se rompió el partido por el descalabro mental de los de Spanoulis.
Cuarto, planificación dirigida al éxito. Una vez creadas las condiciones, ejecutar el plan sin un mínimo temblor muscular o neuronal. La pieza estaba en el zurrón, no se iba a dejar escapar. El equipo de Ataman dominó los cuatro cuartos con mano de acero; victoria incontestable de Turquía: nos vemos en la próxima, vecinos!
Alemania marcó el paso desde el inicio ante Finlandia
Cuando fueron a descansar a mitad de partido, Alemania ya había cosechado 61 puntos. Y los finlandeses no estaban fuera del partido, transitaban a catorce por debajo. Pero es que ya estaba la maquinaria teutona a toda máquina, con Dennis Schröeder estelar. Al chico le encantan este tipo de partidos eliminatorios, juega con una motivación que impresiona y terminó anotando las mejores cifras estadísticas, pero también el máximo rendimiento de su equipo durante el partido.
No sorprende, siempre sucede en estos casos, que Mumbrú redujese la rotación de su plantilla, porque de hecho no daba nunca el partido por decantado: cuatro jugadores rondando los 30 minutos y otros tres sobre los 18 minutos. Y listos. Por cierto, que Daniel Theis debe ser el jugador del torneo que más puntos de valoración colecciona por cada minuto jugado.
Daniel Theis, en acción. (EFE)
Estuvo igualado el primer cuarto, con todos los jugadores apareciendo y aportando. Pero llegó el segundo tramo y Alemania ya dejó el partido casi sentenciado: quince puntos de Wagner, más otros ocho de Schröeder en este cuarto, liquidaron el asunto. Finlandia, por debajo de su ratio en triples y con Markkanen, muy bien sujeto y en su peor partido del torneo, no fue capaz de contrarrestar la desventaja, a pesar de la excelente aportación de un estelar Olivier Nkamhoua y los puntos de Muurinen, Jantunen o Maxhuni.
No hay favorito claro en una final maravillosa
Así que la mejor final posible se presenta este domingo, no hay partido de fútbol posible que pueda superar el interés de este duelo. Alemania y Turquía, nada menos. Dos países unidos por el destino de las cuestiones internacionales de todo tipo y condición. Socios comerciales de primer nivel (diez mil empresas alemanas operan en Turquía), socios demográficos de primer nivel (hasta tres millones personas de origen turco son nacionales en Alemania).
Unos cuantos deportistas muy renombrados son de origen turco, algunos de ellos han representado directamente a Turquía internacionalmente, debido a la doble nacionalidad: Mesut Özil, Ilkay Gündogan, Emre Can, Nuri Sahin… y en la cosa del basket: Ismet Akpinar o Mithat Demirel, entre otros). Así que es un partido que socialmente también aporta el máximo interés.
Osman jugará. (EFE/Toms Kalnins)
Ambos equipos parecen llegar en perfectas condiciones, una vez confirmado que el problema de tobillo de Cedi Osman no le impide jugar con aparente normalidad. La maquinaria alemana, contra la maquinaria turca. Ambos equipos tienen en común su eficiencia ofensiva, tremenda en el caso alemán. Esta ligera ventaja de los teutones se compensa con la eficiencia defensiva de los turcos: corren mejor hacia atrás.
Así que será apasionante ver el carrusel de transiciones que podremos ver en el partido: para ambos equipos esta es la más sencilla forma de anotación. Para la cuestión reboteadora, los dos son formidables en ambos aros, la pelea en la pintura dirimirá las segundas opciones en los tiros, especialmente desde el estático. Que lleva a la siguiente cuestión: los mejores bases generadores desde bote, Dennis Schröeder y Shane Larkin, jugarán un papel decisivo en el juego estático, con ventaja aparente para el alemán, al que se le percibe motivadísimo. Pero tampoco el de Cincinnati está fuera de forma, más bien al contrario.
Schroder, a un gran nivel. (AFP7)
Las figuras respectivas, Franz Wagner y Alperen Sengun, serán decisivas. El juego turco, veloz en la carrera y rocoso en la defensa, no es la mejor noticia para Franz. Por el contrario, la polivalencia de Sengun puede ser más indetectable para Alemania, que es un equipo más binario: los altos, los bajos. Las otras unidades principales, más allá de las figuras, muestran una simetría formidable: Andreas Obst y Ercan Osmani, Maodo Lo y Cedi Osman.
Las condiciones de partida son muy similares y el pronóstico es incierto, naturalmente. Ataman ha utilizado más minutos a sus cuatro jugadores principales que Mumbrú a los suyos. De hecho, Turquía jugará con siete, Alemania tal vez con ocho o nueve. Pero es una final, y las finales son impredecibles… hay que mojarse, tal vez Turquía. Ataman tiene ese nosequé.
Pues ya está lista la final del Eurobasket 2025. Los dos mejores equipos del torneo, los dos únicos imbatidos, los dos que han demostrado una contundencia excesiva para el resto. Porque Finlandia se va a la final de consolación con tres derrotas (Lituania y dos veces Alemania), y porque también Grecia ha doblado la rodilla en dos ocasiones, contra Bosnia y el viernes mismo, contra Turquía.