Scariolo y la preventiva venda en la (supuesta) débil perspectiva de España en el Eurobasket
El técnico reitera los argumentos de bisoñez, juventud y potencial a medio plazo para ubicar el objetivo en el crecimiento de sus jugadores y no contempla un escenario muy optimista
Scariolo, en un entrenamiento de la Selección. (AFP7)
Es cierto. No abunda ahora el optimismo entre la parroquia, seguidores incansables desde aquel maravilloso proyecto que una vez se llamó la ÑBAy que después la metonimia simplificó el término a la Ñ. Entonces todo el mundo los veía campeones. Y se dieron un buen atracón de títulos, fue tal vez la más importante concentración de talento más allá de (algunos) NBATeams. Y hace tiempo que no se escucha hablar de ello, aunque sea inolvidable. Que estuvimos dos veces a punto de liquidarlos, en 2008 (Pekín) y 2012 (Londres). Habrá que conversar sobre ello un día. No obstante, hoy es hoy y lo que viene por delante se llama Eurobasket 2025 y, como campeones vigentes, España se merece el respeto y una cierta expectativa.
Pero no hay que llevarse a ilusiones excesivas, que solamente conducirían a la frustración. En esa tarea de pedagogía razonable se ha embarcado el seleccionador español, Sergio Scariolo, para no encender siquiera la mecha de una tenue esperanza que pudiera conducir al equipo a repetir el espectacular éxito del Eurobasket de 2022. Tal vez, ni siquiera el contemplarlo de lejos.
Así es que se instala un argumentario de derrota preventiva y lecciones aprendidas a priori. Y es verdad que está habiendo dificultades en forma de indeseadas lesiones o ausencias. El panorama es sombrío, pero tal vez permite confiar. Un poquito. Dejen soñar al sediento.
Lo primero es que no se trata de trazar comparaciones, pieza por pieza, con los rosters de otros contendientes, bien trufados de estrellas en su prime que esta vez sí acuden al torneo, o de fondo de armario más que curtido en competiciones de alto nivel. Las comparaciones son odiosas.
Tendría razón Scariolo cuando dice optar por un equipo joven en el que será su último torneo al frente de la Selección y en que dejaría el legado de un grupo de promesas (algunos) y realidades (otros) para sentar las bases de lo que será la Selección de baloncesto de España en los próximos retos que están por llegar.
El Mundial de 2027 y los JJOO de Los Ángeles en 2028 podrían mostrar otra versión del potencial español en el segundo deporte nacional. Ya hay piezas patrias creciendo o por crecer en la NBA y NCAA, una vez que la ACB no puede apenas competir para retener ese talento. Pero progresarán allí.
Tendría razón Scariolo si no fuera porque la plantilla del equipo español acumula años y torneos de experiencia. Está bien ser prudente, consciente de las limitaciones, más que las propias, las que impone el nivel actual de los rivales. Poner vendas antes que las heridas no parece ser la mejor idea, como tampoco lo sería exigir un puesto de honor.
Así que es el momento de calmar los ánimos en este sentido y dejar que fluyan los acontecimientos con naturalidad, y aceptarlos. La realidad es que hay unas bien ciertas opciones de llegar a cuartos, que sería un notable resultado.
Un campeonato corto que se decide en los detalles
El grupo de España pospone los partidos clave a las dos últimas jornadas de la fase previa. Llegando ahí con los deberes hechos, vencer lo que se debe vencer, y no perder el triangular con Grecia e Italia, que se puede lograr, conduce a enfrentarse a Polonia o Israel en octavos. Si no se hace la tarea, toca Eslovenia o toca Francia. Es decir, gesta o a casa. Lo que tampoco significa que sea un desastre, o un fracaso, o una tragedia. Porque no es tan importante el final, como el camino.
Si todo va bien y se da el primer caso, habrá cuartos, y ahí sí que la lógica mandaría a los de Doncic, o a los de Yabusele, con sus respectivos amigos, a confrontar a los nuestros. Y ese es el partido del éxito. Llegar es lo exigible, vencerlo es disponer de dos partidos para medalla, que ya es el escenario top, absurdo a estas alturas.
La incómoda preparación para el torneo
Porque hablando del camino, el de la preparación, habrá que darle un pequeño repaso a la situación cotidiana del grupo. Las ausencias y lesiones durante esta fase, sin entrar en detalles, no han ayudado a visualizar el potencial real del bloque, de modo que cabe siempre caer en el error de subestimar sus capacidades.
Los partidos de preparación jugados hasta la fecha han sido positivos para impulsar la dinámica de grupo y alinear a los jugadores con los conceptos tácticos de Scariolo. Pero las circunstancias no han permitido que esos duelos amistosos puedan ser aprovechados de manera óptima.
A falta de conocer el desenlace del último encuentro pendiente ante la selección de Alemania, superior a priori, no es que hasta ahora lo visto en los partidos anteriores permita muchas alegrías. De hecho, en el amistoso de este jueves ante ellos, España perdió, aunque de pie (105-106).
Tras el tropiezo inicial ante Portugal, a la que de hecho venció al poco el equipo B de España, una victoria cómoda ante una débil República Checa no fue para lanzar campanas al vuelo. Dos derrotas seguidas ante una Francia superior, si bien honrosas en su desarrollo, tampoco empujaban hacia el optimismo. Es que Francia dispone de un grupo de 16 jugadores de primera y ni siquiera las ausencias del extraterrestre Wembanyama, Fournier o Gobert (este nunca brilló contra los nuestros, que lo han minimizado una y otra vez), entre otros, le hizo cosquillas a los bleus, que afrontan el torneo prescindiendo también de Vincent Poirier y Nadir Hifi. Le sobran argumentos.
En cuanto a Alemania, dirigida ahora por Álex Mumbrú, está liderada por dos estrellas en su cenit: Franz Wagner y Dennis Schröeder. Es poco probable que se dé un cruce con ellos en el torneo. Pero son uno de los equipos a batir, sin la menor duda, así que estos partidos que España tiene por delante contra los teutones podrán suponer una buena vara de medir de cara a lo que se viene.
España aporta un buen equipo, no más lloriqueos
España lleva a Chipre un grupo con calidad. Poco favorito para el triunfo final, apenas para los ocho primeros, pero con una perspectiva interesante, después de todo.
Confirmada la ausencia del veterano Alberto Díaz, los jovencísimos De Larrea y Saint-Supéry, tras sus prometedoras temporadas en Valencia y Manresa, serán sorpresas potenciales en el combinado nacional. Completando el backcourt, la fiabilidad desde el triple de Josep Puerto y Darío Brizuela será fundamental. Pero, siendo el grupo del perímetro una de las secciones que tendrán mucha faena durante el torneo, es especialmente la faceta defensiva en la que deberán brillar más ante la velocidad actual del juego, que será una característica básica este Eurobasket. Pediremos disculpas si no es así.
Sigamos: mirando en positivo, el momento de Santi Yusta es probablemente el mejor de su carrera y se le percibe una dosis de confianza que este equipo necesita muchísimo. Sería también el caso de López Aróstegui, siempre constante, y de Joel Parra, siempre dudando. La experiencia de este trío será un asidero básico para la Selección.
Y es sobresaliente el potencial español al cuatro: tanto Juancho Hernangómez, como Jaime Pradilla o el buque insignia del grupo, Santi Aldama, son un trío de figuras importantes. Cuentan que se le ha escuchado al grancanario de los Grizzlies que se siente líder y esa noticia es oro puro, porque lo es y porque se necesita que lo sea, es la indiscutible estrella de este equipo.
Finalmente, es el poste la posición que suscita más dudas, a pesar de la calidad de Willy Hernangómez, que suele rendir bien en la Selección, o la incógnita de Yankuba Sima en el reemplazo. Sucede que los cincos rivales son de cuidado.
A la vista de este ligero repaso, seguro que más de uno se vuelve optimista de repente y es que, claro que sí, buen equipo hay. Pero de ahí a presumir un favoritismo, es demasiado intrépido. Hay que tener paciencia, España viene de dos décadas impresionantes, tal vez irrepetibles. Disfrutemos.
Es cierto. No abunda ahora el optimismo entre la parroquia, seguidores incansables desde aquel maravilloso proyecto que una vez se llamó la ÑBAy que después la metonimia simplificó el término a la Ñ. Entonces todo el mundo los veía campeones. Y se dieron un buen atracón de títulos, fue tal vez la más importante concentración de talento más allá de (algunos) NBATeams. Y hace tiempo que no se escucha hablar de ello, aunque sea inolvidable. Que estuvimos dos veces a punto de liquidarlos, en 2008 (Pekín) y 2012 (Londres). Habrá que conversar sobre ello un día. No obstante, hoy es hoy y lo que viene por delante se llama Eurobasket 2025 y, como campeones vigentes, España se merece el respeto y una cierta expectativa.