¿Final de consolación? De eso nada, la séptima medalla está en juego

"Estamos jodidos, pero tenemos que levantarnos". Con estas palabras nada más concluir la semifinal ante Francia, Marc Gasol expresaba a la perfección el sentir del vestuario de la selección española, que sabe que no ha estado a su mejor nivel pero que aun así está en disposición de lograr la séptima medalla en los últimos ocho Eurobasket; ahí es nada. La decepción por no estar presente en la gran final y tratar de revalidar el título continental es absoluta, pero ya no sólo entre los aficionados, que esperaban una vez más que sus héroes de la canasta volvieran a hacer olvidar las penurias de este país con un nuevo éxito deportivo, sino los propios protagonistas. Para esta Selección era un reto mayúsculo volver a ser reyes de Europa ante las tan ‘manoseadas’ bajas de los Pau Gasol, Navarro, Felipe Reyes e Ibaka. No ha podido ser, y la única forma que tienen de curarse de la estocada recibida por los Parker y compañía es conquistando un bronce que quizá ahora sepa a poco, pero que con el tiempo aprenderemos a valorarlo en su justa medida.

Así que hacer referencia a final de consolación no gusta demasiado en el vestuario del combinado nacional. Aunque no cabe duda que preferirían obviamente estar en la pista del Stocize Arena a partir de las 21 horas, hacerlo con unas horas de antelación no va a ser un suplicio ni ningún tipo de sacrificio. Se trata de un partido de los de verdad, donde la recompensa será continuar en el podio, lugar del que no se ha caído este equipo desde Serbia 2005. “Vamos a demostrar lo buen equipo que somos, hay que ganar ese bronce cómo sea”, comenta uno de los pesos pesados, un José Manuel Calderón que tiene claro que este equipo no acudirá al aeropuerto de Ljubjliana para coger el vuelo de vuelta a nuestro país sin una presea colgada al cuello.

El aspecto psicológico será una de las claves en el duelo ante Croacia. Ambas selecciones tenían depositadas muchas esperanzas en llegar lo más lejos posible en el torneo, pero Francia y Lituania les despertaron bruscamente del sueño. Ahora hay que calzarse las zapatillas y volver a competir al 100%. El estado físico, algo mermado por la acumulación de partidos, no debe ser un problema para los profesionales de uno y otro conjunto, pero sí lo puede ser la capacidad de concentración ante un partido que a buen seguro ni siquiera despertará el ánimo en los aficionados. Gradas semi-vacías (algo bastante común a lo largo de todo el torneo), la derrota de las semifinales aún fresca en la memoria… Demasiados condicionantes negativos. Pero ahí deben surgir las voces de los capos del vestuario y del seleccionador. Para fraseando a Vicente del Bosque, “representamos a todo un país y ellos esperan mucho de nosotros”. Seguro que no serán las mismas palabras, pero la idea del mensaje de Orenga seguro que no diferirá mucho cuando se dirija a sus jugadores minutos antes de que dé comienzo ese partido por el tercer y cuarto puesto.

Si nos ceñimos a los antecedentes, España ya vapuleó a Croacia en la puesta de largo de este Eurobasket (68-40). Ahora bien, que tirar de estadística tampoco se nos dio demasiado bien contra los franceses. Quizá haya que pasar página y no tener en cuenta lo sucedido el pasado 4 de septiembre. Borrón y cuenta nueva. No ha sido este Campeonato de Europa el más brillante de nuestra Selección, sin duda. Algunos jugadores han estado lejos de su mejor nivel, algunas decisiones tácticas nos han condenado en ciertos momentos y la falta de rotación en algunas posiciones nos ha hecho ser algo más vulnerables. Eso sí, lo que nadie pone en duda es la actitud de este grupo, que insiste una y otra vez en que “nos lo vamos a dejar todo por conseguir esa medalla”. Si esa actitud se convierte en regularidad en nuestro juego (algo de lo que hemos carecido), la medalla de bronce viajará para España. De lo contrario, cerraremos el campeonato con un sabor más agrio que dulce.