Real Madrid y Valencia aplastan a sus rivales en las semifinales del play-off de la ACB

The show must go on. Y así está siendo. La épica del Unicaja-Barcelona no se ha repetido, las cosas como son. El lado izquierdo ofreció una intensidad inaudita: Baskonia y Barça, fuera. El lado derecho, pese a ciertas dudas de algunos, se solventó con claridad, por la vía rápida. Ya la estadística indica una final que recorrerá la A-3 durante unos días. Pueden ustedes detenerse en Honrubia a desayunar, almorzar, o cenar. Los simpáticos parroquianos y el excelente condumio manchego les invitará a regresar. Bien.

Así es que Valencia y La Laguna se enfrentan en esta semifinal que permitirá que uno de los dos termine optando al título final. Ambos equipos han ofrecido conceptos de juego consistentes. El ataque abierto, masivo, de los taronjas. El equilibrio y la experiencia del equipo tinerfeño. Dos equipos bien entrenados. Uno, por el trotamundos Pedro Martínez. El barcelonés ha creado un monstruo ofensivo aprovechando una excelente plantilla. El otro, Jesús Vidorreta, Txus, ha viajado, pero menos: ya una década en la isla.

Debe aceptarse que el mazo valencianista es contundente. Y que la experiencia de los tinerfeños es un ejemplo más de la rica salsa canaria, da igual de qué deporte se hable. Pero el primer envite cayó del lado local y apenas hubo opción para los Txus. Fue bonito el partido, siempre remando La Laguna, controlando bien Valencia. La baja de Fran Guerra sí se notó por fin.

Esa energía es renovable, amada incluso, pero sujeta a las debilidades de la salud. Y el poderío reboteador, la intimidación de los de Roig terminó por liquidar el encuentro, que terminó por ser casi de trámite y con los aficionados ya abandonando la Fuente de San Luis. Es curioso: vas a ver que tu equipo gane y si lo hace cómodamente, te marchas. La paradoja del espectador deportivo. No se sabe si uno va a presenciar el espectáculo, o el resultado.

El Real Madrid da una lección a Unicaja

No se puede pensar otra cosa. Los de Mateo comenzaron a toda leche el partido, los de Navarro (Ibon, el vitoriano de Málaga) no podían con las piernas, o eso pareció. Dejó fuera Ibon a Dylan y Barreiro, y Yankuba Sima, de regreso, fue titular. Es un buen pivot y un gran chaval, pero Tavares, hoy por hoy, le domina en cada faceta del juego.

Por otra parte, comenzó el Madrid como otros días, metiendo todo lo que durante meses no había manera de conseguir. En esas condiciones poner tierra de por medio es cosa fácil. Además, la defensa blanca era feroz, una vez más. Se debe pensar que hoy día es el elemento diferencial de este equipo, la insignia que a Mateo se le debe prender de la solapa.

La defensa, un muro

Todo el año es la mejor defensa. La plantilla es potente. Pero de un tiempo a esta parte es una defensa bestial, caníbal. Bien ejecutada. Así que de la mano de su recurso esencial, con ese poco de acierto, que no fue poco, que fue mucho, de Eli un par desde la esquina, de Mario, otro par desde Cuenca, luego Musa uno y otro, y otro par después, dejaron el asunto visto para sentencia al descanso.

Luego sestear y contemplar el espectáculo del redivivo Facu y la ilusión del Tigre de Guachupita. Esta pareja hará campeonar al Madrid, si Abalde, los Brate y los cincos están en su lugar. Quedó pendiente el otro día resaltar la labor de la Pantera de Azuqueca, Usman Garuba, que liquidó a los vitorianos en el rush final. De nuevo demostró que tirar, tira regular. Pero que todo lo demás... es un escándalo para los sentidos.