El Real Madrid se juega la vida en Europa: las dudas de un equipo que no termina de remontar
La previsible derrota en Atenas y la escuálida victoria en ACB no arman el mejor estado anímico en una plantilla repleta de dudas y que no puede fallar en Bolonia
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Este artículo puede resumirse en un párrafo muy breve, si es que el título no lo ha expresado ya: si el Madrid no vence en Bolonia, las posibilidades de clasificarse en Euroliga se reducirán drásticamente, pero la probable derrota en Atenas pudo haber acaecido de otra manera y otro tanto podría decirse de la triste victoria ante un UCAM Murcia mejor, al que solamente pudo doblegar, una vez más, gracias a las reiteradas visitas de los jugadores blancos a la línea de tiro libre. No quiere esto último decir que sea o no sea justa esa cuestión, hay muchas maneras de ganar y es inaudito cómo el Madrid puede recurrir a ésta con relativa frecuencia.
Hace tiempo que se viene cuestionando la gestión de la plantilla, ya sea desde los despachos, como desde el borde de la pista. Y no se puso en duda la idoneidad de la decisión de renovar el roster al final de la pasada temporada. Fueron inevitables las despedidas de Rudy Fernández y Chacho Rodríguez, también fueron decididas las salidas de Fabien Causeur y Vincent Poirier (no se les ofreció la renovación acorde a su solicitud salarial) o la de Gherschon Yabusele (que puso rumbo de regreso a la NBA, dejando eso sí, unos buenos chelines en la hucha de Florentino Pérez).
Demasiados cambios para un equipo que llevaba años jugando de memoria. Para afrontar ese desaguisado, se optó por el regreso desde la NBA de un par de los nuestros. Por un lado, Usman Garuba, cuya aventura americana no fue exitosa, y por otro la de Serge Ibaka, ya en su ramp down pero que el año pasado en Múnich mostró un rendimiento y experiencia potencialmente útiles para el equipo. Se persiguió completar el back court con Andrés Feliz, el buen base procedente de Joventut y con Xavier Rathan-Mayes, un canadiense poco conocido, pero que llegaba con la aureola de ser el máximo anotador en la liga rusa VTB la pasada temporada. Se completaba el dibujo con la renovación de Mario Hezonja o de Alberto Abalde, que añadidas a la de Walter Tavares y la previsible estabilidad laboral de Facundo Campazzo o Gabriel Deck sentaban las bases del esqueleto del equipo para los próximos años.
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El discutible rendimiento de la escuadra dirigida por Chus Mateo, especialmente en la Euroliga, terminó obligando a la directiva comandada por Juan Carlos Sánchez a incorporar nuevas piezas. Entre numerosos rumores de unos y de otros, y en un contexto de mercado europeo bastante maduro, terminaron optando por fichar a Dennis Smith Jr, un base con buena experiencia NBA pero que no jugaba desde la pasada temporada, así como Bruno Fernando, un pivot angoleño que igualmente venía de jugar unos años en América, con una presencia secundaria y con nulo conocimiento de las competiciones a este lado del Atlántico.
Por este lado del análisis, el resultado por el momento: seis semanas después de ejecutar tales decisiones, Smith Jr. hace tiempo que tal vez duerme la siesta en el salón de su casa, quizá en su localidad natal Godwin, en Carolina del Norte. En cuanto al pivot africano, apenas pasa de jugar unos minutos con desigual suerte: de bastante mala, a mala a secas.
Es cierto que el coach Mateo ha tenido que lidiar con lesiones, algunas de ellas importantes, como las que tienen en el dique seco a Gaby Deck, que es un jugador imprescindible, el cemento que con asiduidad mantiene en pie el edificio merengue. Pero no es menos cierto que todos los equipos están sufriendo igualmente bajas de larga duración en alguno de sus mejores elementos y se podría enumerar una lista de considerable longitud. Así que no se puede uno apoyar en ese tipo de argumentos.
Una reacción en cadena
También es cierto que a algunos jugadores les costó entrar en la dinámica del equipo y, concretamente, los recién llegados Feliz e Ibaka. Pero hete ahí que cuando empezaban a aportar un saldo neto positivo, y costó lo suyo, se produjo la llegada de los anteriormente mencionados fichajes de invierno, con lo que la Tercera Ley de Newton, el principio de la acción y reacción, se manifestó en toda su esplendorosa lucidez: los recién llegados generaron una fuerza que desplazó a los anteriores con una intensidad similar y de sentido contrario: de nuevo al banquillo. El único inconveniente de la táctica fue que la fuerza ejercida no conducía precisamente a un juego más efectivo y brillante, sino a un paso atrás general del equipo.
Y es que, en efecto, cabe preguntarse sobre la gestión de la plantilla por parte de Mateo. Este año se disfruta del mejor Abalde desde su llegada al equipo, también Hezonja, o Facu, o Tavares, han tenido momentos brillantes, pero sin la esperada continuidad. Hay algún murmullo sobre el descontento de Musa, cuya renovación está pendiente y ya se sabe cómo son este tipo de asuntos. En cuanto a los jóvenes, Eli Ndiaye y Hugo González, poco de negativo puede decirse, puesto que la energía que plasman sobre la pista es muy necesaria para el equipo. Hugo ha desembarcado este año con nota, mientras que Eli no parece estar recibiendo la consideración por la que viene peleando los últimos años y en su lenguaje no verbal parece percibirse la falta de confianza.
🎥 RESUMEN@RMBaloncesto 80 - 75 @UCAMMurcia pic.twitter.com/5PJ2nsAwTb
— Real Madrid Basket (@RMBaloncesto) March 9, 2025
Mención aparte, como no puede ser de otra manera, merece el gran capitán Sergio Llull, el Aeroplano de Mahón. Algunas ráfagas escasas y fugaces, como la epifanía de Berlín, no pueden esconder una temporada muy discreta en la que dispone de numerosos minutos, pero quema demasiadas naves. Las famosas mandarinas que rellenan los highlights dos o tres veces al año, son la herramienta más ineficiente a la que puede recurrirse en el transcurso de los partidos. Puede concederse el derecho eterno (se lo ha ganado) a lanzar el último, o el último de cada cuarto, pero solamente ese, por favor. Más allá de esto, desconcierta observar el impacto de Llull sobre el juego colectivo. Su presencia apaga al resto, o las restringe de tal manera que en realidad, todo se torna triste para los que, como el que firma, somos absolutos admiradores de Sergio, desde que llegó, desde que aquella noche ante los Celtics ya nos informaba de qué tipo de jugador era y del incalculable valor que tiene la década y media que nos ha regalado a los aficionados al baloncesto, a los españoles especialmente y a los del Real Madrid, en particular.
Hay un aspecto muy interesante para analizar: si una plantilla, un equipo o un quinteto, no ofrece el rendimiento deseado, ¿dónde reside la causa? Puede que haya varias causas, naturalmente, pero conviene identificar, al menos, las más importantes. ¿Son los jugadores los adecuados para configurar el equipo? ¿Se ha alcanzado el nivel de mentalidad que requieren las competiciones profesionales más exigentes? ¿Disponen estos jugadores de las condiciones óptimas para desarrollar su labor? Por empezar con ésta última, la respuesta es un sí contundente.
Sin embargo, el Real Madrid de la 2024-25 muestra unos desequilibrios manifiestos en algunos roles. Por descontado queda el hecho de que el roster muestra tres piezas de primer nivel europeo en sus respectivas posiciones: Facu, Mario y Tavares. Si están en forma, pueden ser diferenciales todos ellos. Pero tres jugadores no ganan títulos, menos en temporadas de más de ochenta partidos, selecciones nacionales incluidas. Así que, es cierto, en el pivot se cuenta con Tavares, Garuba, Ibaka y Fernando, son muchos, pero a día de hoy, ni hay minutos para todos (lo que implica una escasa continuidad) ni ofrecen el rendimiento esperado. Mucho peor es la situación al cuatro, donde a la espera del Tortuga Deck, solamente Eli o la presencia ocasional de Garuba completa esa posición. En este caso se requiere disponer de un tiro abierto sólido, el mismo que los rivales más poderosos están demostrando, pero del que el Real Madrid adolece. Por cierto, es llamativo que después de unos cuantos años de carrera al máximo nivel, la técnica de tiro de Usman continúe mostrando esa heterodoxia en la ejecución, tanto más preocupante por los bajos porcentajes, que supone una contraparte preocupante a la energía que dilapida cada minuto que participa en el juego.
La necesaria mejora de Musa
En cuanto al tres, la mayor esperanza del año es recuperar la mejor versión de Musa. A pesar de su juventud, ya hace años que demuestra ser un jugador con una capacidad ofensiva impresionante, pero con lagunas defensivas evidentes. La evolución lógica de un jugador hacia su madurez es pulir sus deficiencias mientras mejora, cómo no, sus fortalezas. Pero no parece ser el caso del bosnio, que grosso modo sigue haciendo lo mismo de hace tres años. Y la defensa ante los mejores equipos se resiente en cuanto la intensidad que aplica un solo jugador no es la adecuada: le conocen, van por su lado y dominan.
En cuanto a los bases, hace ya semanas que no hay apenas noticias del Facu de antes. Además de la innecesaria sobrecarga de minutos en partidos resueltos o poco relevantes, la paternidad, el nuevo contexto de la plantilla con los cambios invernales… no se puede saber los motivos que subyacen. Pero el Facu diferencial está hibernando todavía. El aterrizaje de Feliz se hizo esperar, cuando ya tomaba tierra apareció Smith Jr. en el horizonte (brevemente), en definitiva, le está costando entrar al dominicano, pero sí está mostrando energía, intensidad y no puede perderse la confianza en que su puesto de segundo base perdurará en el tiempo. Lo de Rathan-Mayes es un expediente X que algún día le gustaría conocer a los aficionados más apasionados. Aparece y desaparece súbitamente del roster. Cuando se le divisa de repente, se convierte en titular, ansiedad pura, comete errores sucesivos y cuando la gente le mira, cuando Mateo le mira, se disipa en las brumas del banquillo y vuelven a esconderlo en el éter.
🎬 ¡@BrunoFernandoMV en acción!
— Real Madrid Basket (@RMBaloncesto) March 3, 2025
✨ 20 de valoración en 18 minutos 🆚 @GranCanariaCB pic.twitter.com/kkkVPpuYwc
Son buenos jugadores todos ellos, es un presupuesto en el Top-5 de Europa probablemente, quizá sería exigible un rendimiento superior al mostrado hasta la fecha. No se habla de la ACB, una competición en la que los grandes dominan de tal manera que el hecho de estar arriba en la fase regular es poco menos que un requisito imprescindible a conseguir sobre la marcha. No. Es la Euroliga la que cuenta. Mucho más para el Madrid, cuyo ADN multinacional exige una presencia para la que el club está dispuesto a invertir mucho dinero, si se entiende por tal el asumir una pérdida muy importante cada año, en cuanto al balance económico del club. Y, cuidado, el Barcelona tiene una estructura de costes similar, así como otros clubes en el continente, alimentados por grandes empresas, por gobiernos o por seres humanos multimillonarios filantrópicos. El básket genera un activo de imagen muy importante, tanto más cuando eres un equipo histórico.
Perdió el Madrid el jueves en Atenas, como era previsible, ante un rival superior que también tenía bajas importantes. No dio en ningún momento la sensación de poder enfrentarse a los griegos, que se alejaban en el marcador con aparente poco esfuerzo y el Madrid, mostrando impotencia, tal vez poniendo todo lo que tenían, pero con un escasísimo acierto exterior y un juego colectivo colapsado por la defensa de PAO.
Y venció el Madrid en la sesión matinal del domingo al UCAM Murcia, metiendo menos tiros de dos y menos triples que su rival, de nuevo con porcentajes irrisorios. Y haciendo 22 visitas más a la línea de personal, +21 en esta faceta en un partido que ganaron por cinco puntos de ventaja. No es el contexto ideal para que el Madrid afronte un partido crucial, el jueves en Bolonia. Se la juegan.
Este artículo puede resumirse en un párrafo muy breve, si es que el título no lo ha expresado ya: si el Madrid no vence en Bolonia, las posibilidades de clasificarse en Euroliga se reducirán drásticamente, pero la probable derrota en Atenas pudo haber acaecido de otra manera y otro tanto podría decirse de la triste victoria ante un UCAM Murcia mejor, al que solamente pudo doblegar, una vez más, gracias a las reiteradas visitas de los jugadores blancos a la línea de tiro libre. No quiere esto último decir que sea o no sea justa esa cuestión, hay muchas maneras de ganar y es inaudito cómo el Madrid puede recurrir a ésta con relativa frecuencia.