El Madrid busca electricista para sus plomos en Europa: ¿por qué se ofuscan los de Chus Mateo?
Los blancos dominan bien los encuentros en la ACB, aunque los duelos europeos se les atragantan. En los últimos partidos se vieron malas versiones de Tavares y de Garuba
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Podía suceder. Después de un exitoso periplo en las dos competiciones, europea y nacional, vino Olympiacos, el poderoso equipo griego, a rebajar por el momento la euforia de las últimas fechas. De hecho, puede afirmarse que el desenlace de los dos partidos de Euroliga esta semana, ambos en el WiZink Center, ha resultado ser claramente anómalo: del desenfreno anotador del martes a un desacierto considerable durante el duelo del jueves. Da juego para numerosas elucubraciones, pero no es fácil de explicar.
Porque la visita del Maccabi era a priori una victoria probable, dada la situación deportiva y emocional de los macabeos, en el fondo de la clasificación, con idas y venidas de sus jugadores y ejerciendo como locales en su exilio de Belgrado. Sin embargo, resultó ser un festival anotador, con un número de rebotes inferior a lo habitual, que sugiere una entrada en el partido con escasa tensión y, sin la necesaria intensidad defensiva, los buenos lanzadores hacen su agosto.
Más que un espectáculo, era un poema para muchos observar ese 57-63… al descanso. A Musa se le escuchó decir "menuda mierda estamos haciendo" y cambiaron un poco las tornas en el tercer cuarto, sin exagerar (otros 27 puntos encajados, para 91-90 antes del cuarto final). Y siguió igualado, y pudo perfectamente perder el Madrid, en la lotería de las jugadas finales. En la defensa de brazos caídos, como anécdota, hasta Usman Garuba cometió una sola falta personal en 15 minutos, cuando su media en los diez partidos que ha jugado este año, incluyendo este, supera una falta cada tres minutos en la pista. Mayor curiosidad suscita todavía el hecho de que Tavares no lanzase a canasta durante los 25 minutos que participó.
Tiene sentido reconocer el singular acierto de Maccabi, con un 60% en tiros dobles (24/42) o triples (13/22) y un 100% en libres, convirtiendo 26 puntos por esa vía. Pero habrá que achacar parte de ese acierto a la huelga defensiva madridista, cuando parecía ser una de las asignaturas aprobadas últimamente.
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El temor a Olympiacos
Al final, el 116-113 supone un récord histórico de puntos en un partido Euroliga (sin prórrogas), al que se suma un Madrid que ya disponía del récord histórico (con prórrogas -cuatro-), hace un año ante Anadolu Efes en el coliseo madrileño (130-126).
Pero con la victoria en la mano, el Madrid cumplimentaba una etapa más en su hoja de ruta y esperaba la visita de un nuevo líder de la competición, los griegos de Olympiacos, tal vez el máximo favorito del año. Desde la perspectiva de jugar en casa, se podía pensar en una mayor posibilidad de triunfo que si se hubiese jugado en el "infierno" del Pabellón de la Paz y la Amistad en El Pireo (entonces con derrota por 79-69 en la primera vuelta y, no obstante, con buenas sensaciones hasta los últimos minutos fatídicos).
Se trató el jueves de un enfrentamiento dominado por los helenos. Cada cuarto se convirtió en un dolor de cabeza para Chus Mateo, que no daba con las dos teclas: ni con la defensiva, ni con la ofensiva. Tampoco logró el equipo sintonizar con la emisora del criterio arbitral y terminó emocionalmente ofuscado con el volumen de las interferencias. Las numerosas protestas, en ocasiones continuadas, se saldaron con cinco técnicas y la eliminación de Mateo cuando todo estaba ya perdido.
No es que no se conociera de antemano el percal con los colegiados, que a ciertas alturas ya sabe uno con quién se la está jugando. Y se supone que formará parte del scouting anticipar qué significa tener supervisando la contienda a colegiados como Mehdi Difallah o Sasa Pukl (tercera derrota con el esloveno al silbato, en cinco partidos este año). Por citar algunos. Y es que siempre y en todo lugar, hay gente con la que es complicado alcanzar un buen entendimiento. Por supuesto, es lo mismo que sucede en el sentido contrario.
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Las jugadas polémicas
Es un tema recurrente: cuál es la influencia de los arbitrajes en el devenir de los partidos. El que suscribe piensa que normalmente es limitada y en ocasiones es bastante, aunque en estos casos no lo suele ser tanto por la propia labor arbitral, sino por la ofuscación de jugadores, entrenadores… equipos. Y si hay que contar que es verdad que un equipo se puede sentir perjudicado a veces, en tantas otras se contempla al rival en la misma situación.
Cierto es que hubo varias jugadas puntuales no exentas de polémica. Dos antideportivas flagrantes a Tavares y Hugo -esto es una opinión-, revisadas y no concedidas. Una canasta fuera de tiempo -la imagen en pausa no da lugar a la duda-, sí fue concedida… a Olympiacos. Una falta leve señalada a Tavares devino seguidamente en una técnica por las protestas del gigante caboverdiano. Y el resto de técnicas a los madridistas entraron igualmente dentro de los parámetros usuales de este tipo de sanciones.
No se contempló un desastre defensivo como el del martes ante Maccabi, pero el impresionante acierto de los griegos frustró el esfuerzo madridista. El velero heleno navegaba con el viento a favor generado por unos desatados Fournier, McKissic o Vezenkov, impecables desde el perímetro (ante buenas defensas de los madridistas en muchos casos) y un soberbio Milutinov en la zona, mientras el otro aro se hacía muy pequeño para el backcourt madridista al completo, donde solamente y cerca del final, el canadiense Rathan-Mayes y Hugo González aportaron triples que por un instante permitieron soñar con la clásica remontada merengue que, finalmente, no se produjo ni estuvo realmente cerca de que pudiera suceder.
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El ansia de Garuba
El Real Madrid queda ahora ubicado en el numeroso pelotón intermedio, de modo que la lucha continúa. Dos victorias en los siguientes cuatro partidos ya podría considerarse un resultado aceptable, dada la condición actual del equipo y los rivales que aguardan detrás de la esquina. La reciente incorporación de Dennis Smith Jr., uno de los muchos nombres que venían sonando como posibles refuerzos, puede dotar de mayor capacidad física al quinteto y compensar la baja de Gaby Deck. No suena mal el jugador norteamericano, en su día novena posición del draft, nada menos. No se sabrá si responde a una oportunidad de mercado o a cubrir una necesidad concreta de la plantilla que, con la ausencia de Ibaka, enfermo, mostraba una preocupante falta de centímetros en su juego interior, a pesar del energético entusiasmo de Garuba, eliminado una vez más por faltas tras 13 minutos en la pista.
No son pocos los que eligen Andorra para pasar un fin de semana, seguramente el Madrid hubiera optado por esta opción de darse la circunstancia. Dispone de un buen equipo el Principado, aunque arrastra una racha de seis derrotas en fila tras un buen inicio de competición. Y llegaban los blancos con dudas tras el tropiezo con Olympiacos. No fue tan sencillo como muestra el marcador final. Se abrió el partido mediado el segundo cuarto, con un aluvión de puntos que dejaba al Madrid +15 al descanso. Pero los andorranos continuaron en la lucha y la diferencia se reducía y crecía cada rato. Garuba, titular, contagió al equipo de esa energía que últimamente dilapida cada instante y al final, el grueso del equipo también mostró solidez. Las mejores noticias junto al mencionado Garuba, la aportación de Feliz y Llull, que desde su exhibición en Berlín no andaba muy fino ante el aro rival. También los Brate liderando, mientras Campazzo y Tavares pudieron descansar un poco más de lo habitual.
Podía suceder. Después de un exitoso periplo en las dos competiciones, europea y nacional, vino Olympiacos, el poderoso equipo griego, a rebajar por el momento la euforia de las últimas fechas. De hecho, puede afirmarse que el desenlace de los dos partidos de Euroliga esta semana, ambos en el WiZink Center, ha resultado ser claramente anómalo: del desenfreno anotador del martes a un desacierto considerable durante el duelo del jueves. Da juego para numerosas elucubraciones, pero no es fácil de explicar.