La ilógica del Madrid de Laso o cómo luchar por ganar la Euroliga contra todo (y contra todos)

El Real Madrid luchará este sábado por levantar su undécima Euroliga. El conjunto de Pablo Laso se medirá, a partir de las 19:00 horas, al Anadolu Efes en una final en la que el conjunto blanco quiere reivindicarse y tapar la boca de todos aquellos que les dieron por muertos antes de tiempo. El equipo madridista ha vivido una extraña temporada en la que ha sufrido numerosos altibajos, pero en la que ha demostrado su máxima de los últimos años: cuando llega el momento de la verdad, el momento de competir, el Real Madrid siempre está ahí.

Laso, que llegó a estar muy discutido por algunos sectores durante buena parte del curso, ha vuelto a confirmar por qué está considerado como uno de los mejores entrenadores de la historia del Real Madrid. La llegada del 2022 no le sentó nada bien al conjunto madridista, que llegó a tener la peor racha de derrotas en la era Laso. Pero, con el paso de los partidos, el equipo se ha sabido entonar, ha sabido recuperar la senda ganadora y, ahora, está ante la oportunidad de levantar una nueva Euroliga. Eso sí, enfrente tendrá al vigente campeón.

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Rubén Rodríguez

El conjunto blanco comenzó la temporada a buen nivel, jugando al ataque y mostrando un baloncesto divertido, el sello de identidad del Madrid de Laso. Hombres como Yabusele, Poirier o William-Goss encajaron bien en el equipo y dieron lugar a que ausencias tan notables como la de Campazzo, Carroll o Reyes prácticamente no se notaran. Pero, entonces, llegó 2022… y todo cambió. El equipo entró en un bache de juego y de resultados pocas veces visto, sufriendo en exceso durante buena parte del curso. Lo que antes eran automatismos, se habían convertido en dudas... y el covid también entró en acción, limitando a la plantilla.

Hasta el 23 de enero, el Madrid sumaba un balance de 34 victorias y solo cuatro derrotas en todas las competiciones. A continuación, los blancos perdieron 15 de 26 partidos que han jugado y, lo más significativo, sufrieron varias derrotas muy duras, en partidos que tenían 'ganados' y que se dejaron remontar de manera inexplicable. Ocurrió en el último partido de fase regular de la Euroliga ante el Bayern, misma situación que hace unos meses en la final de la Copa, donde el Madrid llegó a ir ganando de 18 al Barcelona para terminar perdiendo el partido (59-64) y, por ende, quedarse sin título.

En ese bache, aquellos fichajes que a principio de curso habían jugado a gran nivel bajaron su aportación, otros jugadores claves como Llull o Rudy dejaron de tener tanta influencia en el juego, mientras que incorporaciones de invierno como la de Gaby Deck no terminaban de encajar en el equipo. Efectivamente, el Madrid bajó sus prestaciones, con falta de fluidez en ataque, amén de un grave problema en el triple, donde hubo varios partidos consecutivos con un porcentaje de lanzamiento de tres por debajo del 10%: solo anotó un triple ante el Zalgiris, dos ante el Barcelona, cuatro ante Baskonia —amén de en otro Clásico— y seis ante el Fenerbahçe.

A todos estos problemas, hay que añadir el 'castigo' a Heurtel y Thompkins tras la falta disciplinaria que cometieron. Esa situación provocó que se criticara duramente a Laso: se dijo que había perdido poder sobre el grupo, que había bandos dentro del vestuario, que algunos jugadores ya no tenían nivel para formar parte de la plantilla e, incluso, que se había equivocado en los fichajes del equipo. Pues bien, Laso solo necesitó unos meses de normalidad, sin lesiones, sin bajas por covid, con continuidad de los jugadores en pista y en los entrenamientos, para devolver al equipo sus dinámicas y volver a hacerlo competitivo.

Como viene siendo habitual en los últimos años, cuando llega el momento de la verdad, el Madrid siempre está ahí y, tras el festival que se dio en la eliminatoria ante Maccabi (3-0) y el gran partido en semifinales ante el Barcelona, el conjunto blanco llega dispuesto a todo a la gran final, donde le espera Anadolu Efes. El equipo ha sufrido momentos malos, de dudas y de derrotas inexplicables a lo largo del curso, pero, una vez más, no falla cuando le toca competir. El sello ganador que Laso ha impuesto a este equipo sigue vigente a lo largo de los años: contra todo (y contra todos), el Madrid ha vuelto a resurgir. O, a lo mejor, es que nunca se fue.