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La crisis de identidad del Estudiantes: cuando el descenso es una "oportunidad"
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Dos formas distintas de ver el club

La crisis de identidad del Estudiantes: cuando el descenso es una "oportunidad"

El club del Ramiro de Maeztu culmina una larga decadencia y jugará en la LEB por primera vez la próxima temporada. La directiva achaca la crisis a la deuda, pero otros referentes alertan sobre su cambio de filosofía: ¿qué es hoy Estudiantes?

Foto: Movistar estudiantes - iberostar tenerife
Movistar estudiantes - iberostar tenerife

Es la una y media de la tarde y algunos vecinos ven en silencio el partido decisivo entre Joventut y Bilbao Basket en un bar no muy lejano del instituto Ramiro de Maeztu, donde aquel conjunto estudiantil liderado por John Pinone y David Russell lograba a finales de la década de 1980 que las gradas cantaran todos los años “Somos el primer equipo de Madrid” en la cara de su rico vecino merengue. Era la época de apogeo del baloncesto nacional, y también del Estudiantes, el equipo ‘colegial’, una especie de gran familia que hasta este domingo era el único club de España (precisamente junto a Real Madrid y Joventut) que siempre había estado en la élite del deporte de la canasta. "Ahora mismo no se sabe bien qué es Estudiantes", dice uno de los presentes.

Tres décadas después de esas felices tardes del pabellón Antonio Magariños, el equipo masculino profesional del Estudiantes vive su primer descenso efectivo (ya se salvaron en los despachos en 2012 y 2016) con una preocupante resignación: basta con recordar la insólita deserción, hace dos semanas, de su base titular, el puertorriqueño J. J. Barea, que abandonó el equipo alegando que añoraba a su familia y firmó por el Cangrejeros de Santurce de su tierra natal mientras el ‘Estu’ se jugaba la supervivencia. La caída a la Liga LEB Oro del equipo masculino profesional ocurre después de varios lustros de decadencia (un concurso de acreedores, bandazos deportivos, etc) que contrastan con la exitosa expansión de sus otras áreas: el baloncesto femenino y los proyectos inclusivos y educativos.

placeholder Pinone y Miguel Ángel Martín, con la Copa del Rey de 1992. (Efe)
Pinone y Miguel Ángel Martín, con la Copa del Rey de 1992. (Efe)

Del Estudiantes, ese club “colegial”, cada familia tiene su modelo preferido. Y en el análisis de este descenso anunciado pugnan dos teorías difícilmente compatibles. La primera es que detrás de esta crisis se esconde fundamentalmente una crisis de identidad: el club ha primado su aspecto social e inclusivo para desarrollar otras secciones deportivas en detrimento de su estandarte tradicional. La segunda, que la deuda heredada de finales del siglo XX impide competir con aspiraciones en una competición (la ACB) absolutamente determinada por el poderío económico. En palabras de la directiva, “el club se está orientando a todo el baloncesto, en lugar de al baloncesto profesional”.

Entre los exjugadores relevantes del Estudiantes hay varios partidarios de la primera teoría. “Ya no tenemos una identidad clara, ¿sabes? Ése es el problema", dice un conocido expívot: "El foco siempre fue el equipo de los chicos; no había duda de que era el faro de todas las demás secciones, y tiraba de ellas… Pero ahora llevamos una década decepcionados”.

Patrocinio hasta 2025

La vinculación con el Estudiantes de jugadores y exjugadores, técnicos y extécnicos, directivos y exdirectivos, es inevitablemente superior a la de la mayoría de los clubes de baloncestos: un porcentaje alto de ellos fue al colegio en el Ramiro de Maeztu, semillero de una de las canteras más ejemplares del baloncesto europeo. Según esta línea de opinión, la confusión entre los intereses del primer equipo y el propósito “social” de la directiva y del principal patrocinador (Telefónica, que ha renovado su compromiso hasta 2025) explica la irrelevancia actual de un equipo que ya sólo resuena en el imaginario de gente con más de 40 años. “Está bien usar una marca para hacer cosas buenas, pero cuando deja de ser relevante, dejas de atraerlo”, en palabras de otro baloncestista retirado muy conocido.

Los responsables actuales del club tienen una perspectiva muy diferente del problema. Y lo resumen en una fórmula sencilla: de los aproximadamente seis millones de presupuesto anual, la mitad se va al equipo ACB, el 25% a otras áreas (baloncesto femenino, cantera, cantera social) y el otro 25% a pagar la deuda con Hacienda originada hace más de 20 años. "El problema es la deuda".

La temporada pandémica del Movistar Estudiantes ha presentado los argumentos de una novela de Stephen King: diversos brotes de coronavirus, abandono de jugadores, baremos clasificatorios adversos, angustia económica… Pero la cuestión de fondo sigue sin resolverse: ¿hay un problema (político) de gestión con el primer equipo?

placeholder J. J. Barea y Lucas Faggiano, en un partido de la ACB. (EFE)
J. J. Barea y Lucas Faggiano, en un partido de la ACB. (EFE)

“El problema”, dice el mencionado pívot, “se nota claramente en el tipo de jugadores que quieren venir o no, y que se quedan o no se quedan, la espantada del mercenario este... Compáralo con los americanos que se quedaban en las épocas buenas cuando podían haber ganado más fuera... Estudiantes era un escaparate, querían estar aquí. Reducir esa exigencia no ayuda, y se acaba transmitiendo hacia abajo. Hacer las cosas bien no sirve sólo para ese deporte de élite: la cultura de la exigencia y el mérito es útil también para la cantera o los discapacitados”.

11 entrenadores en 11 años

Según el otro referente del Estudiantes icónico, “la concepción organizativa del club es un desastre total. Hay gente que lleva 50 años mandando y no han puesto ni un euro para tener acciones. Tiene que haber unas responsabilidades, transparencia, rendición de cuentas… No puede ser que en diez años tengamos diez entrenadores y 40 jugadores que no sirven… Hay que rendir cuentas, valorar el dinero aunque no sea tuyo, hacer las cosas de otra manera”.

En la dirección de Estudiantes se reconoce la existencia del “dilema” entre cuidar el equipo estandarte y dedicar más dinero a otras secciones y objetivos “más inclusivos: baloncesto femenino, cantera de desarrollo, cantera inclusiva, proyectos educativos, etc". "Somos todo el baloncesto e intentamos ser todo el baloncesto”: un mensaje muy acorde a los tiempos y muy goloso para los directores de comunicación corporativa.

“La deuda es el principal problema”, responde la entidad. (Se refieren a una deuda con la Agencia Tributaria de 15 millones, reducida hoy a 5, que ha exigido el desembolso de un millón y medio anuales). “¿Dónde iría ese 25% si no tuviésemos deuda? Probablemente se repartiría el mismo porcentaje, la mitad para el equipo masculino y la mitad para el femenino… No es un cambio de filosofía, es una evolución de la entidad acorde con la sociedad. Sin ese 25% podríamos competir en la mitad baja de la ACB”.

Bajón de la cantera

Lolo Sainz, el legendario entrenador del Real Madrid, valora la crisis estudiantil en conversación con este periódico: “Llevan una década muy complicada... Sus dirigentes siempre están buscando encontrar soluciones a la crisis del equipo, que vuelva a recuperar el prestigio tan importante que tuvo. Yo lo achaco fundamentalmente, desde la lejanía, a una crisis económica, que antes se podía solventar con mucha más facilidad. Estudiantes se basó siempre en tener siempre dos americanos muy buenos, y alrededor de ellos ponían a los jugadores de su cantera, que eran también muy buenos... Pero eso se fue apagando. Y quizá porque esa cantera ha dejado quizá de surtir de jugadores tan importantes como los hermanos Reyes, Herreros o Fernando Martín, que ayudaron muchísimo al equipo. Con el dinero de sus ventas consiguieron grandes logros... Pero ya no funciona así: la cantera nacional ha bajado un poquito, y fue siempre su principal sustento. Es muy difícil permanecer en la élite con problemas económicos. Y encima ha venido la pandemia, que ha revolcado a todo el mundo, pero a Estudiantes quizá más, porque vivía un poco de sus éxitos en casa, las gradas eran muy importantes... Ahora con los pabellones vacíos echan mucho de menos ese apoyo. Como le sucede a Unicaja… Los aficionados se volcaban con ellos aunque perdieran, y les levantaban la moral”.

Vicente Gil, base histórico de la década de 1980, afirma que “Estudiantes hace años tenía que haber bajado”: “Es un problema económico, a pesar de que tengan un buen patrocinador. El equipo se ha nutrido de su cantera, y esto últimamente está desapareciendo. Los jugadores que vienen no se arraigan mucho, como sucedían antes, que cogían la filosofía del club y se quedaban por menos dinero que otros. Ahora hay muchos mercenarios… No creo que se trate tanto de una crisis de identidad, sino económica. Pero sí es verdad que la afición ya no es lo misma, creo, puedo estar equivocado. Hay un salto muy grande económico para estar más arriba. Antes lo suplíamos con buenos jugadores cobrando cantidades menores. Ahora se marchan a otros sitios porque económicamente les compensa. Yo pensaba que Movistar quería un equipo para Europa, pero se ve que no les importa… No veo al Estudiantes como era el Estudiantes antes. Espero algo más de la casa, a veces ya no parece la casa”.

placeholder Martynas Sajus (Manresa) y Ángel Delgado (Estudiantes), en un partido de esta temporada. (EFE)
Martynas Sajus (Manresa) y Ángel Delgado (Estudiantes), en un partido de esta temporada. (EFE)

En el club defienden que el nivel de la cantera no ha bajado (y aluden a que el equipo B acaba de acceder a la LEB Plata, el equipo más joven de la categoría). "El problema es que antes se retenía el talento hasta los 25 años y ahora no, se marchan." "El problema", insisten, "es la deuda".

¿Oportunidad?

Sorprende en todo caso la serenidad con la que se acepta en la calle Serrano el descenso de categoría del ‘Estu’ de ‘Jota’ Cuspinera. Tiene una explicación: “El descenso hace unos años", explica un portavoz del club, "hubiese sido una tragedia por la deuda, que era inmanejable entonces, 8 o 9 millones en lugar de 5... Económicamente ahora no va a haber tanta diferencia: sí de ingresos, pero no por la deuda. El descenso tiene que ser una oportunidad, aunque deportivamente sea una catástrofe. El equipo ACB es lo más importante. Lo que más valor tiene es la marca, y evidentemente es mejor que esté en Primera”. ¿Cuál es esa oportunidad? Las ayudas públicas. El Estudiantes aprovecha desde hace tiempo cualquier visita política al palco para hacer 'lobby'. “Ojalá las instituciones (la Comunidad, el Ayuntamiento)se den cuenta ahora de lo que representa Estudiantes”, afirman las mismas fuentes. “Es triste cuando ves a otros equipos y en sus camisetas hay logos de la ciudad, la Comunidad, la Diputación… Pero en la nuestra, y en los equipos de Madrid en general, no los hay”.

La directiva de Estudiantes (club del que es hincha el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez) pide ayuda a las administraciones madrileñas, siempre bajo su modelo “de inclusión”: "La marca Estudiantes es todo el baloncesto. No sólo la ACB". La pelea interna, admiten, es permanente: ¿se da demasiado dinero al baloncesto masculino profesional en comparación con el femenino, o es poco? El discurso oficial no termina de resolver el debate: “Estudiantes es global y heterogéneo, eso es lo bueno que tiene. Y caben todos… No somos un equipo ACB al uso. ¿Querríamos jugar la Euroliga? Claro… Pero aunque dedicásemos el 100% de los recursos a eso, no jugaríamos la Euroliga”. (Hay clubes en España cuyo presupuesto cuadruplica e incluso quintuplica el de Estudiantes).

No todo el mundo en la órbita del club opina lo mismo. “La marca de Estudiantes sigue teniendo fuerza", concluye la leyenda retirada, "es un club simpático y con escuela, las empresas se vinculan, les interesa asociarse a esta marca y a ese escudo. Pero si pierdes la profesionalidad y no hay un sentido de exigencia, no puedes estar en la élite; te gana cualquiera. Antes eso no pasaba… Como decía ‘Pepu’ [Hernández], el deporte de élite tiene unas reglas, empezando por la máxima exigencia. Acoger masa social y hacer más cosas está magnífico. ¿Pero si desaparece el primer equipo, en qué te conviertes? ¿En una fundación social? Hay muchas que lo hacen muy bien, ONGs, mejor incluso. ¿No pierde sentido la marca, el empeño de hacer las cosas bien deportivamente, y socialmente también? ¿Qué es el Estudiantes ahora... Una ONG, o un equipo de baloncesto?”

Es la una y media de la tarde y algunos vecinos ven en silencio el partido decisivo entre Joventut y Bilbao Basket en un bar no muy lejano del instituto Ramiro de Maeztu, donde aquel conjunto estudiantil liderado por John Pinone y David Russell lograba a finales de la década de 1980 que las gradas cantaran todos los años “Somos el primer equipo de Madrid” en la cara de su rico vecino merengue. Era la época de apogeo del baloncesto nacional, y también del Estudiantes, el equipo ‘colegial’, una especie de gran familia que hasta este domingo era el único club de España (precisamente junto a Real Madrid y Joventut) que siempre había estado en la élite del deporte de la canasta. "Ahora mismo no se sabe bien qué es Estudiantes", dice uno de los presentes.

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