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La historia entre el Real Madrid y Nico Laprovittola, un fiasco que se veía venir
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De MVP de la ACB a tercer base con Pablo Laso

La historia entre el Real Madrid y Nico Laprovittola, un fiasco que se veía venir

El argentino, mejor jugador de la ACB en 2019, aterrizó el pasado verano en Madrid tras el mejor curso de su carrera deportiva. En la capital no ha brillado, aunque muchos ya vaticinaron el resultado

Foto: Laprovittola, en un partido de ACB contra Unicaja. (EFE)
Laprovittola, en un partido de ACB contra Unicaja. (EFE)

Nico Laprovittola cuenta las horas en el Real Madrid. Su adaptación al equipo no ha resultado y el que fuera uno de los fichajes más sonados del club la temporada pasada hará, salvo giro de los acontecimientos, las maletas hacia un nuevo destino. El argentino se enfrentaba en la capital española a uno de los mayores retos de su carrera deportiva y, desgraciadamente, ha hecho buenas las teorías de aquellos que apuntaban a que la cosa no funcionaría. MVP de la ACB con el Joventut de Badalona y subcampeón del mundo en China, su desembarco en casa blanca no fue del todo del agrado de Pablo Laso, que tenía en mente otros planes para mejorar la posición de base.

En 2019 los problemas físicos de Sergio Llull y el mal parche de Klemen Prepelic obligaron al Madrid a mirar al mercado para encontrar un refresco para Campazzo. Esas navidades ya se intentó el fichaje exprés de Laprovittola, pero fue en verano -tras su excelente curso con medias de 17,9 puntos y 6,3 asistencias- cuando se concretó la operación. El movimiento no terminó de convencer a Laso. El técnico discrepaba no solo por la etiqueta de irregular que le perseguía en proyectos de auténtico calado (no funcionó en la NBA, tampoco en Baskonia), sino también por el rol que venía a desempeñar en su pizarra un jugador que, a sus 29 primaveras, se había ganado cierta jerarquía en la liga tras protagonizar un año de ensueño. Porque bajo la tutela de Carles Durán, Nico había dado un paso de gigante en su juego, convirtiéndose en estrella y héroe de una 'Penya' que de luchar por no descender (y desaparecer) acabó clasificándose para Europa.

placeholder Laprovittola defiende a Sergio Llull durante su etapa en el Joventud. (EFE)
Laprovittola defiende a Sergio Llull durante su etapa en el Joventud. (EFE)

Joventut intentó retenerlo, pero el argentino acabó en el Madrid. Era la oportunidad de su vida para ganar títulos. Semanas anteriores al traspaso, con la confianza que da un MVP cosechado de forma unánime, afirmó que ya no era el mismo jugador que durante cuatro años había trotado de club en club hasta explotar. Sabía que su rendimiento iba a ser analizado con lupa desde el inicio y las críticas no tardaron en aparecer. Nico pasó por baches desde la Supercopa, con dificultades para entender los movimientos tácticos de su entrenador y desconexiones a nivel defensivo. Ha sido el tercer base del equipo, cosa que sabía al firmar, pero que confiaba en cambiar, y por ende apenas ha gozado de minutos. El argentino es de esos que necesita bola, tiros y protagonismo para marcar diferencias, lo contrario al rol que Laso le tenía preparado. Ambos lo sabían. De los más de 30' de media en Badalona, a los 15 en Madrid (6 puntos y 3,9 asistencias, sus números).

Pendiente de la salida del 'Facu'

Se esperaba que durante la Fase Final en Valencia Laprovittola diera un paso hacia delante, pero fue de más a menos, como el equipo en general, para acabar en las sombras. Sus minutos en la cancha se redujeron aún más con respecto a la temporada regular. Si en la ACB apenas ha brillado, su talento tampoco ha lucido en la Euroliga, donde Campazzo y Llull han asumido más responsabilidad si cabe. Laprovittola no ha encajado, pese a cumplir con su papel sin levantar la voz. Ni rastro del jugador que impresionó a propios y extraños en Badalona. Le resta un año de contrato, pero no se espera que lo cumpla salvo que la hipotética salida de 'Facu' a la NBA cambie de parecer a la directiva, que no desea acometer grandes gastos este verano ni en esta sección ni en la de fútbol por las circunstancias tras el coronavirus.

placeholder Campazzo besa a Laprovittola tras un partido con Argentina en el Mundial de China. (EFE)
Campazzo besa a Laprovittola tras un partido con Argentina en el Mundial de China. (EFE)

Visto con retrospectiva, en su momento su fichaje no respondió tanto a cuestiones deportivas, sino a una herramienta que empleó la entidad para contrarrestar el impacto mediático que estaban generando los refuerzos millonarios de su más inmediato rival, el Barça, con Mirotic y Abrines a la cabeza. Porque para la posición de tercer base Laso deseaba a alguien de perfil más bajo, más joven o más experimentado, pero que no acaparara tanta atención de los medios y tampoco necesitara más minutos de los estrictamente necesarios. Con esa premisa llegará el curso que vine Carlos Alocén, de 19 años. Joven, pero preparado tras un tiempo largo de cocción en Zaragoza. Es una pieza de presente, con mejor futuro. Entrará en la rotación sin galones ni presión. Lo contrario de lo que se le exige por naturaleza a un MVP.

Una vez más en su trayectoria, Laprovittola ha vuelto a pegársela como cola de león. Arriesgó comodidad y focos para buscar títulos en un Madrid con jugadores de primerísimo nivel, capaces de dominar Europa, esperando ganarse la confianza de un Laso que no ha confiado demasiado en su baloncesto. Nico se ha topado con dos gigantes como Campazzo y Llull que son intocables para el vasco. Tenía las puertas cerradas y tampoco ha sido capaz de derribarlas.

Nico Laprovittola cuenta las horas en el Real Madrid. Su adaptación al equipo no ha resultado y el que fuera uno de los fichajes más sonados del club la temporada pasada hará, salvo giro de los acontecimientos, las maletas hacia un nuevo destino. El argentino se enfrentaba en la capital española a uno de los mayores retos de su carrera deportiva y, desgraciadamente, ha hecho buenas las teorías de aquellos que apuntaban a que la cosa no funcionaría. MVP de la ACB con el Joventut de Badalona y subcampeón del mundo en China, su desembarco en casa blanca no fue del todo del agrado de Pablo Laso, que tenía en mente otros planes para mejorar la posición de base.

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