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Kyrie Irving, líder inesperado: el indómito jugador que pretende boicotear a la NBA
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Invita a seguir protestando contra el racismo

Kyrie Irving, líder inesperado: el indómito jugador que pretende boicotear a la NBA

Un tipo especial, de humor cambiante, que es capaz de sabotearse a sí mismo. Su ego le ha impedido liderar con solvencia a sus equipos, ahora busca redimirse abanderando a su comunidad en la NBA

Foto: Irving, en un partido contra los Wizards esta temporada. (USA TODAY)
Irving, en un partido contra los Wizards esta temporada. (USA TODAY)

Adam Silver tiene un plan, retomar la temporada 2019/2020 de la NBA en el complejo Disney World de Orlando el próximo 31 de julio. Sin público en las gradas, con los equipos metidos en una especie de burbuja sanitaria hasta que todo acabe. La propuesta, que hasta hace poco parecía impensable por la virulencia del coronavirus en Estados Unidos, quedó amparada por la asociación de jugadores (NBPA) tras varias negociaciones y parecía que vería la luz sin mayores problemas, pero tras la muerte de George Floyd todo ha cambiado y un grupo de rebeldes liderados por Kyrie Irving se muestran reacios a volver. La razón: creen que la liga les utiliza para desviar la atención sobre lo verdaderamente importante, que en este momento pasa por mantener vivo el movimiento social a favor de los derechos afroamericanos.

En la NBA son la comunidad mayoritaria. "Estoy dispuesto a perderlo todo en esta pelea por la justicia social", cuenta Shams Charania, periodista de 'The Athletic', que dijo el jugador en una reunión telemática mantenida la noche del viernes con otros compañeros de la NBA. Irving, que está lesionado del hombro y en cualquier caso no podría volver a la competición, busca afines para su causa. El objetivo no es otro que boicotear los intereses de la organización (están en juego 900 millones de dólares en televisión). No quieren que se les utilice como ganado, opio para el pueblo, en un momento tan delicado para ellos. A esto se le une también el desinterés de muchos jugadores en viajar a Orlando por falta de alicientes deportivos, temor al coronavirus, lesiones y la imposibilidad de ver a sus familias hasta la segunda ronda de playoffs.

placeholder Irving, felicitado por de DeAndre Jordan tras una gran jugada personal. (EFE)
Irving, felicitado por de DeAndre Jordan tras una gran jugada personal. (EFE)

¿Un bufón?

Irving, uno de los jugadores más mediáticos del baloncesto, se ha erigido como líder de la oposición, pero en su contra juega su carácter altivo y la fama de inestable que le ha perseguido durante toda su carrera. Por eso muchos no le toman en serio y creen que lo suyo es otra bufonada más, un nuevo capítulo en su largo historial para llamar la atención. Y es que su talento, todo hay que decirlo, es directamente proporcional a su mala cabeza. Kyrie, que ha tenido importantes desencuentros en todos los vestuarios en los que ha estado, es el creador de declaraciones tan sonadas y disparatadas como "la Tierra es plana" y otras locuras que le han convertido en carnaza para las redes sociales. Un tipo especial, de humor cambiante, que vive su día a día como un reto y que es capaz de sabotearse a sí mismo.

Tanto es así que, en una decisión controvertida, salió por la puerta de atrás de la franquicia que le dio a conocer, Cleveland, harto de compartir foco con LeBron, y después de los Celtics. A Boston llegó para llevar la batuta y nadie en el Garden le echa ya de menos. En su segunda tempora con los verdes acaparó tanto protagonismo y dio pie a tantos rumores sobre su marcha que desequilibró por completo la armonía reinante con la plantilla, hasta el punto que Jayle Brown, escolta, llegó a decir que el equipo no estaba preparado "para este circo". Ahora, en Brooklyn, sus desaires y delirios de grandeza también empiezan a cansar al personal. Irving, un imán para las cámaras por sus dotes malabaristas con el balón, se ha demostrado como un jugador incapaz de encabezar proyectos con solvencia. Porque, en su inmenso ego, ni consigue transmitir del todo ni es capaz de hacer mejores a sus compañeros, justo lo contrario de lo que ahora pretende colocándose al frente de batalla contra los mandamases de la liga.

placeholder Irving y LeBron, el año que fueron campoenes de la NBA jugando en Cleveland. (EFE)
Irving y LeBron, el año que fueron campoenes de la NBA jugando en Cleveland. (EFE)

"Algo huele mal"

Como la novela de Louis Stevenson, Irving tan pronto hace de doctor Jekyll como de mister Hyde. No obstante, muchos jugadores parecen dispuestos a seguirle esta vez. Su altavoz es importante: unidad en la lucha por la igualdad y la justicia frente a aquellos que intentan aplacar el revuelo. Irving, que desde febrero es vicepresidente de la NBPA, sindicato del que ahora discrepa, ya ha dicho que respetaría a los compañeros en caso de que escogieran volver al ruedo, pero entiende que la mejor forma de protesta es la suya. El de Melbourne (nació en Australia, pero se mudó pronto a EEUU), no quiere distracciones que resten peso a las manifestaciones que recorren el país, que celebra elecciones en noviembre. El deseo de la comunidad afroamericana es desbancar a Trump y sus políticas del poder, más tras el caso Floyd, y gran parte de los jugadores negros de la NBA quieren llevar la voz cantante, sabedores que son un ejemplo claro para el colectivo.

La actitud de Irving contrasta fuertemente con la de Garret Temple, jugador de los Wizards y también vicepresidente del sindicato, o el propio LeBron James, que creen que como profesionales deben volver al trabajo para mantener vivo el negocio y usar la fuerza que les da este escaparate y otras plataformas para visibilizar su desencanto con la brutalidad policial y la administración Trump. “No apoyo ir a Orlando. Algo huele mal. Lo queramos reconocer o no, seguimos llevando la etiqueta de negros cada día desde que nos levantamos por la mañana”, expuso Kyrie para contrarrestar la teoría de sus iguales.

La NBA ya informó que no sancionaría a nadie por negarse a terminar el curso, aunque los movimientos de Irving, buscando adeptos, generan inquietud, por lo que tampoco se puede descartar un cambio de opinión. ¿Puede haber transformado el contexto actual a Irving, volviéndolo más serio y maduro en todos los aspectos de su vida? ¿Estamos ante el inicio de la mejor versión baloncestística y personal del todavía joven jugador? Veremos. De momento, ya abandera algo.

Adam Silver tiene un plan, retomar la temporada 2019/2020 de la NBA en el complejo Disney World de Orlando el próximo 31 de julio. Sin público en las gradas, con los equipos metidos en una especie de burbuja sanitaria hasta que todo acabe. La propuesta, que hasta hace poco parecía impensable por la virulencia del coronavirus en Estados Unidos, quedó amparada por la asociación de jugadores (NBPA) tras varias negociaciones y parecía que vería la luz sin mayores problemas, pero tras la muerte de George Floyd todo ha cambiado y un grupo de rebeldes liderados por Kyrie Irving se muestran reacios a volver. La razón: creen que la liga les utiliza para desviar la atención sobre lo verdaderamente importante, que en este momento pasa por mantener vivo el movimiento social a favor de los derechos afroamericanos.

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