Es noticia
"¡Ahí va, la madre de Petrovic!". Así fue un día de vacaciones en la casa de Drazen
  1. Deportes
  2. Baloncesto
de paseo 'sorpresa' por sibenik, croacia

"¡Ahí va, la madre de Petrovic!". Así fue un día de vacaciones en la casa de Drazen

En un viaje a Croacia se cruzó entre los planes visitar Sibenka, la ciudad natal de uno de los mayores genios de la historia del baloncesto, pero no intuíamos la sorpresa que nos llevamos

Foto: Biserka, la madre de Petrovic, rodeada por nosotros en la casa de Drazen. (J.N.)
Biserka, la madre de Petrovic, rodeada por nosotros en la casa de Drazen. (J.N.)

Mis vacaciones por la costa de Croacia junto a dos grandes amigos, Edu y Gonzalo, iban de maravilla. Nada extraño hasta aquí. Las playas y los paisajes de la Costa Dálmata ya nos habían conquistado y aún quedaba la mitad por descubrir y disfrutar. Pero este viaje nos dejó una vivencia mágica e inesperada que hace de esa espontaneidad un recuerdo aún más único. Para entender mejor la historia hay que destacar que los tres somos grandes amantes del baloncesto.

Así que había que ir a Sibenik, la ciudad donde Drazen Petrovic, uno de los mejores jugadores de la historia del baloncesto europeo, nació y creció. Un día antes de nuestra experiencia, recién llegados a Split, planeamos finalmente visitar la mencionada localidad. Siempre había estado en la hoja de ruta a pesar de no ser una de las ciudades más turísticas de Croacia, pero entre otras cosas, nos esperaba una estatua de Petrovic y una cancha de baloncesto que le rinde homenaje junto a dos grandes fotos del jugador. Íbamos a pisar la pista donde uno de los mayores talentos del baloncesto anotó sus primeras canastas. Solo por eso merecía la pena.

placeholder La cancha donde aprendió a botar Drazen Petrovic. (J.N.)
La cancha donde aprendió a botar Drazen Petrovic. (J.N.)

"¡Ahí va, la madre de Petrovic!"

A escasas calles del centro de Sibenik encontramos el monumento a Petrovic, con el escolta sentado en un banco y un balón entre sus pies. Detrás, la cancha de baloncesto. Tras un breve paseo y algunas fotos fuimos a buscar un mural del jugador. A escasos tres minutos, entre una urbanización de pisos, se esconde una imagen de Petrovic, vestido con una camiseta de la selección croata y muy sonriente, y un Volkswagen Polo de 1983, su primer coche. Enfrente, un cartel en un portal anuncia el Museo Memorial de Drazen Petrovic. "¿Subimos, no?", preguntó alguien.

Aún no éramos conscientes de que estábamos subiendo a la antigua casa del jugador croata. Llamamos a la puerta y llegó la mayor de nuestras sorpresas. "¡Ahí va, la madre de Petrovic!", nos avisó Edu justo después de reconocer y saludar a Biserka Petrovic, la madre del jugador croata. Es una antigua casa reconvertida ahora en un pequeño museo memorial (el grande está localizado en Zagreb), donde su madre se encarga de recibir con mucho cariño a cada aficionado, a quienes trata de contar un trocito de la historia de Drazen.

placeholder Drazen Petrovic vestido de blanco.
Drazen Petrovic vestido de blanco.

La casa está llena de balones de baloncesto en el techo, paredes con fotos y textos que cuentan pequeñas historias como la temporada en que el croata debutó con 15 años con la camiseta de la Sibenka o cuando su hermano 'Aco' le regaló su primera pelota de baloncesto. También, exhibe trofeos y una camiseta original de cada uno de los equipos donde jugó (excepto la selección Yugoslava): Sibenka, Cibona Zagreb, Real Madrid, la selección de Croacia, los Portland Trailblazers y los New Jersey Nets.

Los tres aún estábamos en una nube cuando Biserka nos preguntó en inglés de dónde éramos: "¡De Madrid!", respondimos. Su madre guarda buen recuerdo de su paso por España, y comentamos que después se fue a la NBA. Biserka Petrovic no habla español (solo dice algunas palabra) y chapurrea italiano e inglés. Así que nos respondió entre inglés e italiano para contarnos cualquier historia o anécdota de su hijo.

"Hemos estado en el campo de baloncesto y hemos visto la estatua", le comentamos. "Drazen siempre estaba jugando al baloncesto. Estaba jugando o aquí", respondió con una gran sonrisa en un pequeño salón. Allí conserva una vieja guitarra de su hijo y las paredes están ahora llenas de fotos.

"Sigue vivo gracias a gente como vosotros"

Antes de empezar a despedirnos quisimos comprar algún recuerdo, así que bajamos a sacar dinero a un cajero y minutos más tarde volvimos a aparecer. Cada uno decidió comprar una camiseta: Real Madrid, Cibona y Sibenka fueron las elegidas, y esta última pareció hacerle un poco más de ilusión, quizá por ser la primera que vistió su hijo. ¡El problema es que la talla pequeña era hasta grande (como la original)! Pero ella lo solucionó rápido: "Compra esta (señalando una camiseta de la Cibona que también me había probado) y te la regalo. Es un regalo para ti". Me marché, más feliz que un niño con zapatos nuevos, con dos camisetas. Y nos obsequió también con una caja de bombones.

placeholder La entrada a la casa, donde no sabíamos lo que nos esperaba. (J.N.)
La entrada a la casa, donde no sabíamos lo que nos esperaba. (J.N.)

"Él nunca jugó por dinero", dijo mientras guardaba las camisetas en una bolsa. La despedida se alargó e intentamos devolverle todo el cariño que nos dio y le expresamos que en Madrid guardamos un gran recuerdo de Petrovic. Nos animó a hacernos un 'selfie' con ella y nos despidió emocionada recordando a su hijo: "Drazen sigue vivo gracias a gente como vosotros".

El plan inicial era una visita rápida a la estatua del jugador, pisar el campo donde aprendió a jugar y, si podíamos, entrar en el museo. Pero no esperábamos esta grata sorpresa, que se hace aún más especial gracias a la entrega de su madre- Fue un día para recordar que tocó nuestro corazón porque no se trataba solo de un jugador de baloncesto, como nos dijo Biserka: "Drazen es Drazen".

placeholder La camiseta que nos regaló la madre de Petrovic. (J. N.)
La camiseta que nos regaló la madre de Petrovic. (J. N.)

Mis vacaciones por la costa de Croacia junto a dos grandes amigos, Edu y Gonzalo, iban de maravilla. Nada extraño hasta aquí. Las playas y los paisajes de la Costa Dálmata ya nos habían conquistado y aún quedaba la mitad por descubrir y disfrutar. Pero este viaje nos dejó una vivencia mágica e inesperada que hace de esa espontaneidad un recuerdo aún más único. Para entender mejor la historia hay que destacar que los tres somos grandes amantes del baloncesto.

Croacia