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España tiene la profundidad para sobrevivir con nota al último dislate del baloncesto
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España tiene la profundidad para sobrevivir con nota al último dislate del baloncesto

La selección de Scariolo se puso en manos de jugadores veteranos como Colom o Fran Vázquez para ganar en Montenegro y dar el primer paso en la clasificación mundialista

Foto: Fran Vázquez. (FEB)
Fran Vázquez. (FEB)

Antes de empezar a contar lo que fue el partido de España hay que señalar lo que no era. Por cuestiones burocráticas, esto no era lo que se espera de un partido de selecciones. Por una guerra absurda, los mejores jugadores estaban en cualquier sitio menos en Podgorica defendiendo los colores de su país. Por los extraordinarios egos de los dirigentes del baloncesto 12 jugadores esforzados tuvieron que viajar a representar a su país pero que en ningún caso terminarán en el Mundial de China. Porque el mundo del basket tiene cierta tendencia a autolesionarse lo que tendría que ser una gran ocasión ha terminado siendo una enorme astracanada. Y la fiesta no lo fue, la memoria no falla y recuerda que lo que ahí pasaba no era lo que se espera de un combinado nacional.

Ahora sí, al partido, porque los meses de pseudonegociaciones no han conseguido parar este dislate. Asumido todo esto, quedaba disfrutar, y para España, ganar, porque la federación y el universo baloncestístico patrio no se pueden permitir no acudir a un Mundial que, igual, es el de la gran despedida. Igual porque con Gasol y compañía no se sabe nunca, llevan jubilándose un lustro, pero siempre aparecen al final, cada septiembre, para hacer la boca agua a los aficionados a, ese sí, el mejor baloncesto.

Foto: Garbajosa y Scariolo departen en un entrenamiento. (EFE)

Scariolo, el más famoso de todos los componentes del combinado nacional, ha tenido que hacer encaje de bolillos para generar un equipo que cumpliese los requisitos básicos de competitividad sin jugadores de Euroliga o NBA. Y lo ha logrado, fundamentalmente porque en España hay una gran tradición en este deporte y un muy buen sistema de cantera, además de un número más que suficiente de niños que cada año entran en las escuelas y terminan amando el baloncesto. Gracias a eso se encuentran las dos castas a las que recurrió el técnico italiano par ir a jugársela a Montenegro: veteranos del Vietnam y jóvenes prometedores.

Entre los primeros, Fran Vázquez. Recordar que fue número 11 del draft, lo cual ya habla del jugador que podía llegar a haber sido. Quizá no llegó a tanto como se esperaba, pero su carrera es magnífica. Ha estado en equipos de élite, ha sido un sensacional reboteador y un buen jugador al poste. En sus mejores momentos fue a la selección, aunque en su caso nunca llegó a integrarse del todo en el conjunto por cuestiones que tenían más que ver con lo de fuera de las canchas que con lo de dentro. En todo caso, un buen jugador que, con 34 años, aún tiene para dominar la pintura en Tenerife. Y ese corte de jugador era lo que necesitaba España. A él le correspondió el primer arreón de la selección, el que tenía que demostrarle a Montenegro que las balas no eran de fogueo. Con 15 puntos y liderazgo

placeholder Quino Colom. (FEB)
Quino Colom. (FEB)

Veteranos y noveles

Quino Colom es, quizá, el jugador más completo que tenía esta España. Su caso es raro, porque su nivel es claramente de Euroliga, pero está disputando la liga rusa con el Unics, un equipo que paga excelentemente a sus jugadores. Así Scariolo no podía tener dudas, le dio la alternativa y a los 29 años se convirtió en un líder necesario en estas circunstancias adversas. Como base, también estaba Albert Oliver, debutando con la selección a los 39 años. Es un jornalero bueno del baloncesto, de esos que ha dado mil vueltas por la ACB siempre cumpliendo. Su nivel no es para estar en la mejor España, pero esta no es esa España. O Sergi Vidal, que llevaba tiempo sin acudir con el conjunto nacional, cosas de la edad, pero que ha tenido una ilustre carrera previa.

En el otro contenedor, el de los niños, estaba Sebas Saiz, jugador del Real Madrid actualmente cedido, que ha tenido un periplo universitario en Estados Unidos que le ha metido en los mentideros del basket español. Aunque quizá la presencia más rompedora, quizá porque es un jugador algo menos conocido, fue la de Oriol Paulí. Juega en el Gran Canaria y en el primer tiempo demostró que será un gran jugador de futuro. Tiene el descaro de la juventud, de esos que se atreven a intentar un robo donde nadie ve que eso sea una posibilidad real. Saltos, físico... y alguna mala decisión. No deja de ser un crío en evolución.

España ganó, además, porque es mejor que la peor Montenegro. Había algunos jugadores notables, como Blagota Sekulic, pero por lo general siempre sufren más los países con menos población en una cosa así. Porque tener una primera línea brillante no es algo tan imposible, que le pregunten a la campeona europea, Eslovenia, con la que la selección se la juega el domingo. Pero ir bajando niveles y seguir encontrando oro es otra historia. Los jugadores españoles no aspiran a estar en China porque hay, fácil, 20 o 25 con más nombre y talento que ellos. Pero si fuesen montenegrinos igual estaban en la selección A. Sin duda estarían en la B. En España pueden entrar en la C. Y esa, más que nada, es la diferencia.

Antes de empezar a contar lo que fue el partido de España hay que señalar lo que no era. Por cuestiones burocráticas, esto no era lo que se espera de un partido de selecciones. Por una guerra absurda, los mejores jugadores estaban en cualquier sitio menos en Podgorica defendiendo los colores de su país. Por los extraordinarios egos de los dirigentes del baloncesto 12 jugadores esforzados tuvieron que viajar a representar a su país pero que en ningún caso terminarán en el Mundial de China. Porque el mundo del basket tiene cierta tendencia a autolesionarse lo que tendría que ser una gran ocasión ha terminado siendo una enorme astracanada. Y la fiesta no lo fue, la memoria no falla y recuerda que lo que ahí pasaba no era lo que se espera de un combinado nacional.

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