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Zdovc, el 'Piqué' esloveno que se quedó sin medalla por una secesión
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recibió su medalla de oro 14 años más tarde

Zdovc, el 'Piqué' esloveno que se quedó sin medalla por una secesión

El base esloveno se encontró en el campeonato de Europa de 1991 con que su país se acababa de escindir de Yugoslavia y tenía que dejar la concentración y el equipo 'plavi'

Foto: Zdovc, en su tiempo de seleccionador esloveno. (Imago)
Zdovc, en su tiempo de seleccionador esloveno. (Imago)

Jure Zdovc se levantó en Roma aquella mañana del 25 de julio de 1991 y llamó a su familia. Ellos estaban en casa en Liubliana, la capital eslovena, y el base intentaba contactarles cada dos horas. La situación, para él y para todos sus compañeros de selección, distaba mucho de ser normal. Los rumores de desintegración de Yugoslavia estaban al orden del día, la crisis política y social se estaba calentando súbitamente. Aquello terminaría en una guerra civil, pero todavía faltaban semanas hasta que saltase la chispa definitiva.

Unas horas más tarde, cuando desayunaba, le fue comunicada la noticia. El ministro de deportes esloveno le llamó y le dijo que ya no jugaría más con Yugoslavia. Su país había declarado la independencia esa misma mañana y, por lo tanto, él había dejado de tener la nacionalidad con la que estaba disputando aquel EuroBasket de Roma. Quedaban por delante las semifinales y la final.

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Zdovc, confundido, empezó a llorar. En su mente estaba no solo jugar ese campeonato, sino ganarlo sin duda alguna, pues en el equipo 'plavi' se reunían algunos de los talentos más grandes que ha visto el baloncesto universal, capitaneados por el genial Toni Kukoc. Habían sido campeones del mundo un año antes en Argentina y dos antes de Europa en casa. Se daba por hecho el oro y así fue, aunque sin la presencia de Zdovc. Pudo haber desafiado a su nuevo país, pero el miedo a las represalias pudo al deseo de jugar.

"Mis padres están bien, pero me está costando mucho concentrarme en el baloncesto", comentaba a la prensa allí desplazaba el base, cubierta la mirada por unas gafas de sol. La guerra estalló un par de días después, pero duró solo diez días y, dentro de lo que cabe, fue un conflicto menor. Serbia, la nación dominante de la antigua Yugoslavia, no quería derrochar recursos para mantener unida a Eslovenia sabiendo que por delante venían Croacia y Bosnia, donde la población de origen serbio era mucho más numerosa. Zdovc, curiosamente, también tuvo que cancelar su boda, prevista para unos días más tarde. El ambiente bélico lo desaconsejaba.

14 años después llegó la medalla

"Puede que no estemos jugando tan bien como sabemos debido a la guerra", declaró un Kukoc que, en ausencia de Petrovic, había tomado el relevo como emblema de los yugoslavos. El escolta de Sibenik había renunciado a jugar con la selección después de haberlas tenido tiesas con su anteriormente amigo Vlade Divac a cuenta de una bandera croata puesta en la grada. De esa ruptura de amistad salió, muchos años después, uno de los mejores documentales deportivos de todos los tiempos, producido por la ESPN y llamado 'Once Brothers'.

Dusan Ivkovic, el seleccionador yugoslavo, se tuvo que apañar sin el esloveno, que era un base de mucho talento y una gran capacidad defensiva, pero no una pieza clave en un equipo que contaba con algunos de los mejores jugadores del mundo. Cuando logró el oro lo calificó como "el título más grande" y lo explicó diciendo que sus tres bases, Petrovic, Obradovic y, por supuesto, Zdovc, no habían estado presentes. Como tantas otras veces hicieron los desportistas, Ivkovic evitó por todos los medios pronunciarse políticamente. "Supongo que todo el mundo habrá visto el partido por televisión y estarán muy contentos. Los problemas políticos y económicos nada tienen que ver con los éxitos deportivos", concluyó.

Aquel fue el último título de Yugoslavia como país, los años siguientes se sucederían entre guerras, desintegración y la presión internacional que excluía a los equipos serbios de las competiciones. Ganaron, pero se dieron solo 11 medallas, la de los montenegrinos, serbios, croatas y bosnios que conformaban el conjunto. Zdovc, por aquel entonces, ya se había reencontrado con su familia. Su carrera deportiva seguiría, dejando huella en numerosos conjuntos europeos, especialmente en el Limoges, donde a las órdenes de Bozidar Maljkovic logró ser campeón de Europa con uno de los equipos más aburridos que se recuerdan.

Pasaron 14 años hasta que el baloncesto devolvió a Zdovc lo que era suyo. Fue el día de su homenaje, dos años antes se había retirado. Un montón de amigos, casi todos ellos grandes estrellas del deporte, se arremolinaron en Liubliana para dar cariño al base. Fue Ivkovic, el seleccionador, quien le entregó la presea que había ganado, pero que nunca había podido colgarse al cuello. La República de Yugoslavia desapareció como tal y solo quedó la conjetura de los distintos equipos que se podrían haber hecho —y lo que podrían haber ganado— con tanto talento como atesoran sus herederas. También Eslovenia, la patria de Zdovc, de la que llegó a ser seleccionador, y reciente campeona continental.

placeholder Piqué, Bartra y Busquets, llegando a una concentración de España. (EFE)
Piqué, Bartra y Busquets, llegando a una concentración de España. (EFE)

Piqué, Busquets, Alba y Bartra

La situación en España tiene, por el momento, poco que ver con lo que aconteció en los Balcanes a principios de los años 90. La tensión es alta, pero no está, en absoluto, en los márgenes de aquel conflicto que terminó en guerra. De aquella situación, en todo caso, lo más similar que se puede encontrar es el caso esloveno, incruento, pacífico y de resolución rápida.

El próximo lunes 2 de octubre se concentrará en Las Rozas la selección española de fútbol. No está en medio de un campeonato, pero durante la semana disputará dos encuentros que pueden dar la clasificación para el Mundial de Rusia. Como aquella Yugoslavia, es un grupo exitoso, con grandes títulos a sus espaldas. En principio, así está concebido todo por la Real Federación Española de Fútbol, el lunes será solo un día más.

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Habrá preguntas, por supuesto, es casi imposible que una conferencia de prensa estos días pase sin señalar a Cataluña y su proceso independentista. Piqué es, por el momento, el único que se ha pronunciado, lo ha hecho alto y claro en favor de la existencia de un referéndum y pidiendo a sus conciudadanos que acudan a las urnas y depositen su papeleta. El problema, uno de ellos al menos, está en la relevancia real que pueda tener esa consulta. Y en las consecuencias posteriores a ello.

Es imposible saber realmente qué pasará. Si hay, como se baraja, una declaración unilateral de independencia, no es descartable en absoluto que exista una llamada de Gerard Figueras, secretario general de Deporte de la Generalitat, a los campeones del mundo para invitarles a salir del equipo porque, según su razonamiento, esa selección española ya no sería la suya. Es solo una más de las ramificaciones que sin duda tiene el tema. El deporte es, por descontado, algo secundario para la mayoría, no más que una pincelada más en un cuadro más amplio. La semana, de selección, será extraña en todo caso. Jure Zdovc podría dar una clase al respecto.

Jure Zdovc se levantó en Roma aquella mañana del 25 de julio de 1991 y llamó a su familia. Ellos estaban en casa en Liubliana, la capital eslovena, y el base intentaba contactarles cada dos horas. La situación, para él y para todos sus compañeros de selección, distaba mucho de ser normal. Los rumores de desintegración de Yugoslavia estaban al orden del día, la crisis política y social se estaba calentando súbitamente. Aquello terminaría en una guerra civil, pero todavía faltaban semanas hasta que saltase la chispa definitiva.

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