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Calderón, una despedida entre lágrimas que sorprendió hasta a su mujer
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se despide de la ñba con el Bronce en río

Calderón, una despedida entre lágrimas que sorprendió hasta a su mujer

Se marcha el base de la selección, con ocho medallas internacionales para presumir y un sinfín de recuerdos de estos años. Terminó entre llanto a pesar de ser muy cerebral, lo que sorprendió

Foto: Calderón llora en su retirada de la selección (EFE)
Calderón llora en su retirada de la selección (EFE)
Foto: Calderón (der.) celebra una canasta en el España-Francia de los pasados Juegos Olímpicos (Jorge Zapata/EFE) Opinión
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Los niños corretean por las primeras filas del auditorio de la FEB, hay amigos y familiares esperando que se haga oficial lo que todos saben: José Manuel Calderón no jugará más con España. Han sido muchos años y muchos éxitos, hasta ocho medallas con un equipo que forma parte de la mejor historia del deporte español. El base habla con calma, y tras un vídeo introductorio empieza con los agradecimientos. A los presidentes, los entrenadores, los trabajadores de la casa, a la afición, a la prensa... Todo con mucha tranquilidad, con el sosiego que le caracteriza. Hasta que llega el turno de nombrar a su familia. Ahí la voz se quiebra, agacha la cabeza y bebe agua. La emoción ha podido. "Ellos sí que han pasado la parte que ve la gente y que no es tan positiva, ahora me toca pasar más tiempo juntos". Vuelve a detenerse, no encuentra las palabras y eso que él siempre fue de los que mejor se explicaba. "Con lo bien que iba...".

"Nunca le había visto así", cuenta en los corrillos posteriores su esposa, que ha seguido la rueda de prensa desde muy cerca. Calderón no es el más emocional del equipo, es de los más cerebrales, y por eso choca la lágrima. Pero también tiene lógica, en el pasado están muchos veranos de su vida, las timbas, los partidos, los viajes... En la antesala del auditorio donde se da la conferencia de prensa hay colocados algunos recuerdos físicos de su carrera con la selección, los de la memoria tienen su sitio en las palabras del base. Hay una camiseta de Toronto firmada, la medalla de Pekín, la de Londres, la más reciente de Río. En un rincón se muestra la Copa Naishmith, esa que distingue al campeón del mundo y que él levantó en 2006, en Saitama.

Foto: Durant intenta taponar la entrada de Sergio Rodríguez. (EFE)

"Tengo que agradecerte que te hayas emocionado, porque yo sé que me voy a emocionar y así me quedo más liberado", dice Jorge Garbajosa cuando acaban los aplausos. Juntos coincidieron en Vitoria, en Toronto y en muchos años girando con la selección. El nuevo presidente de la FEB, que aparece varias veces en los agradecimientos de Calderón, pues varias son las funciones que ha tenido en su carrera, cuenta como anécdota que le plantearon a Calderón que las copas y las medallas estuviesen en la mesa, pero él prefirió que no compartieran su espacio. "Yo quiero que esto hable del compromiso", le dijo el base. y eso no tiene tanto que ver con las copas como con el tiempo y la experiencia. Cuando habla de comrpomiso se refiere a los muchos años y también a los compañeros que con él hicieron el camino. Nombra a cuatro, que son los que estuvieron allí desde el principio o casi. Gasol, Navarro y Felipe, los tres miembros de los junior de oro entre los que él no pudo estar por una lesión. Y Rudy Fernández, que aunque es más joven fue tan precoz que llegó casi a la vez que el extremeño. De nuevo deja los títulos a un lado. "Es más imporante el hecho de tener una segunda familia, que va a estar ahí siempre, ese es el camino, unir, ser cada día mejores, cuando jugamos mejor es cuando estamos juntos", relata Calderón.

Halperin y los amigos

Un vídeo de más de diez minutos le espera al final del acto. En él aparecen sus amigos de Villanueva de la Serena, la familia, antiguos compañeros. También los miembros de la selección. Le llaman Halperin, un mote que le puso Felipe Reyes, compañero de habitación, por un jugador israelí que, por qué no decirlo, no logró estar a la altura del español. Calderón ríe con algunas ocurrencias, sigue emocionado, como ni siquiera su mujer le había visto antes.

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En los que han sido grandes, como es el caso, siempre queda en el aire la idea del legado. Él no quiere dejar el baloncesto, le quedan tres o cuatro años más en la NBA, según sus propias palabras, y una vida entera para reclamar las bondades de su deporte. "No es un adiós a la federación, quiero seguir con el baloncesto español, tenemos a muchos niños que ganar medallas y queremos seguir haciéndolo cuando sean mayores. El baloncesto es un grandísimo ejemplo, una forma de transmitir valores", subraya el extremeño.

La despedida llega después del último bronce, el de los Juegos de Río, una buen final en el que Calderón no pudo demostrar su juego. Su rol había cambiado, ya no era el director sino el que salía algunos minutos para oxigenar. Un secundario. Eso, de todos modos, no tiene nada que ver con que esté en esa sala anunciando su renuncia. "Hace tiempo que lo había hablado con mi familia, lo teníamos preparado y es lo que queríamos hacer, no es por Río", cuenta con la naturalidad que le caracteriza.

El bronce olímpico es su tercera medalla olímpica tras las platas de Londres y Pekín. No tiene el oro, pero no lo echa en falta: "A todo el mundo le gusta ganar todo, pero me voy muy tranquilo. Dimos todo lo que teníamos, la sensación es que fueron mejores que nosotros. De hecho haber conseguido el bronce esta última vez te hace darle aún más importancia. Me quedo con eso más que con el hecho de tenerlo o no".

Lo ha conseguido con los suyos, con esa segunda familia. "Cuando he hablado con ellos ya les he dicho que les voy a echar de menos. No es fácil, han sido muchísimas risas, momentos buenísimos, pero no vamos a dejar de hablarnos. La gente lo ha visto desde fuera, somos una familia y aunque vaya a ser difícil no volver a vestir de rojo con ellos seguiremos siendo amigos. Con ellos logró muchas cosas, y puestos a destacar una, aquel mundial japonés. "Es difícil quedarte solo con un momento, pero el Mundial fue lo más inesperado, nadie apostaba por nosotros y ganamos. A partir de ahí pensamos que podíamos ganar todo", comenta el base.

Y así, con sencillez y lágrimas, termina un periplo glorioso. Ya no habrá más selección para Calderón. Le quedan los Lakers y su familia, ahora tendrá por fin los veranos libres. No tiene nada de lo que arrepentirse, su tiempo vestido de rojo fue magnífico.

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