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Brady Heslip, el francotirador que sueña con llegar a la NBA a golpe de triple
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78 puntos y 20 triples en dos partidos en la NBdl

Brady Heslip, el francotirador que sueña con llegar a la NBA a golpe de triple

Tras ser cortado por los Wolves, tuvo que conformarse con la 'cantera' de la NBA. Ha comenzado de forma fulgurante: 78 puntos en dos partidos y 20 triples

Foto: Heslip durante su paso por la Liga de Verano con la camiseta de los Wolves.
Heslip durante su paso por la Liga de Verano con la camiseta de los Wolves.

Alejada del impacto mediático de la NBA, la Liga de Desarrollo (D-League) es uno de los principales caladeros de la mejor liga de baloncesto del planeta. Con 18 equipos en liza, en este asidero de esperanzas se curten multitud de jóvenes jugadores que no han tenido la oportunidad de dar el salto. También, aunque en menor cuantía, algún desecho que apura sus últimas horas en el profesionalismo. Brady Heslip (Burlington, 1990) pertenece al primer grupo. Como cantera, cada uno de los equipos competidores guarda algún tipo de afiliación con las franquicias NBA. “Siento que puedo jugar contra esos chicos”, declara con seguridad. Le falta un paso, una llamada de teléfono que le ofrezca la posibilidad de competir junto a los más grandes.

Va por el buen camino. Después de no ser drafteado, este consagrado tirador procedente de la Universidad de Baylor participó en la Liga de Verano con los Minnesota Timberwolves, con quienes logró una serie de 7/10 en triples en cinco partidos, dando muestra de su potencial como especialista en el tiro de larga distancia. Desde las oficinas de Minneapolis le ofrecieron un contrato sin garantías. Realizó los training camp pero sucumbió en el último corte el 25 de octubre, tres días antes del inicio del curso. Una decepción que consoló saliendo elegido en el puesto 11 del draft de la D-League por los Reno Bighorns, el día 1 de noviembre. Ahora vive en el Hotel Reno junto al resto de sus compañeros, entre los que se encuentran el gigante indio de 2,26, Shim Bullar, y David Stockton, hijo del legendario base de los Utah Jazz John Stockton. Su compromiso con el equipo afiliado a los Sacramento Kings apenas le reporta 19.000 dólares anuales como miembro del segundo escalón salarial de la liga (el primero es de 25.500 y el tercero de 13.000).

Desde el primer día, Heslip ha demostrado que su intención en ganarse un hueco en la NBA. Y lo ha hecho de tres en tres. En el partido inaugural, los Bighorns cayeron ante los Iowa Energy en un festival ofensivo (152-144). Pese a la derrota, Heslip presentó credenciales con 40 puntos (11/18 en triples) en 25 minutos sobre el parqué. En la segunda cita, el pasado domingo, llegó la primera victoria ante los Grand Rapids (116-127) con otra exhibición anotadora del blanquito que sueña con cotas más altas: 38 puntos (9/18 en triples) en 23 minutos. En total, 78 puntos y 20 triples en dos encuentros.

Y eso que apenas disputa 27 minutos por encuentro. Tiempo en cancha reducido que sirve para arrojar un ratio de 1,4 puntos por minuto. Antes de que arrancara la temporada, el entrenador del equipo, David Arseneault Jr., mantuvo una profunda conversación con su escolta. En la charla le vino a decir que no sólo de triples vive el hombre y que, pese a su faceta de reputado tirador, había que ayudar al equipo en más aspectos del juego. La moraleja es clara: mientras defienda con intensidad y cargue con entusiasmo el rebote ofensivo, gozará de patente de corso a la hora de dar rienda suelta a su desenfrenada pasión por el tiro de larga distancia. Una propuesta que Heslip aceptó sin dudar. “Esta es la primera vez en mi carrera que he tenido tanta libertad”, cuanta en un reportaje publicado por The New York Times.

Una libertad que muchos acusan al vínculo con su entrenador. A sus 28 años, Arseneault jugó a para el padre de Brady en la estricta Universidad de Grinnell. A nivel baloncestístico, el centro, con sede en Iowa, es conocido por su gusto por los triples. Después de no llegar a nada como jugador, los Kings se hicieron con sus servicios para que intentara implantar esa forma de entender el deporte de la canasta en la Liga de Desarrollo. Una filosofía basada en una presión a toda pista que no cesa en los 48 minutos, sustituciones de cinco hombres cada dos minutos y mirar al reloj de posesión como si sólo marcara 12 segundos en lugar de los 24 reales. Sólo quiere bandejas y triples. La media distancia queda terminantemente prohibida cueste lo que cueste. Un esquema donde Heslip encaja como anillo al dedo. “No podría haber escogido a un mejor candidato para llevar a cabo el sistema que intentamos jugar”, reconoce el técnico.

Todo marcha viento en popa aunque los astros estuvieron a punto de alinearse y echar por tierra esta historia. Y todo por culpa de este experimento en su ataque. Una semana antes del draft de la D-League, Bighorns se pusieron en contacto con Bernie Lee, agente del jugador, para informar de sus intenciones de fichar a su cliente en el sorteo. “Escuchaba a todo el mundo decir que, debido a sus conceptos ofensivos, este año iba a ser un tubo de ensayo. Así que les dije que no le seleccionaran”, explica Lee en el reportaje. En realidad era el miedo a que se perdiera dentro de una liga menor mientras renunciaba al sueño de ir a la NBA. Visto lo bien que le viene para el juego de su jugador, los temores han empezado a diluirse.

La vida de Heslip se inició en Burlington, ciudad de la provincia de Ontario cercana a Toronto. Sobrino del jugador y actual asistente de los Blazers Jay Triano, creció como un chico bajito y de aspecto rollizo. Nada hacía presagiar que de ahí podría salir un gran jugador de baloncesto. Pero tenía un don: el tiro. Cuando fue creciendo se marcó un objetivo. Gracias a la ayuda de su madre, Jody, encestaba 300 tiros por la mañana y 300 por la tarde. Una locura. Después de algunos años perfeccionando su tiro hasta alcanzar una mecánica excelsa, llegó el momento de ir al instituto. Optó por el más cercano, el Nelson High School de su Burlington natal. Durante su año senior sus números se dispararon hasta los 28 puntos por partido, los cuales aderezó con cuatro rebotes y cuatro asistencias. Luego pasó un semestre en el New Hampton School (15 puntos y 7 rebotes) antes de iniciar uno de los puntos cruciales en la vida de cualquier jugador: el salto a la universidad.

Según sus propias palabras, la Universidad de Guelph, en Ontario, fue el único programa que se interesó en sus servicios. Sus horizontes deportivos se presumían mediocres, y de ninguna manera quería acabar jugando allí. En 2009, tras pasar un verano en el circuito AAA (Amateur Athletic Union por sus siglas en inglés), acabó en el Boston College. Con los Eagles entrenaba pero no llegó a disputar ningún partido. Consecuentemente, a través de la pertinente carta de intención, solicitó el transfer a la Universidad de Baylor. En base a las estrictas normas que rigen la NCAA, al haber cambiado de equipo debería permanecer un año (2010-2011) sin poder jugar (véase el caso de la española Leticia Romero). Antes, se pudo a dieta por consejo de su paisano Steve Nash y bajó casi 12 kilos. En Baylor se consagró como triplista y en su último año promedió 11,7 puntos. Con Canadá ha sido internacional y participó en el FIBA Américas de 2013.

Alejada del impacto mediático de la NBA, la Liga de Desarrollo (D-League) es uno de los principales caladeros de la mejor liga de baloncesto del planeta. Con 18 equipos en liza, en este asidero de esperanzas se curten multitud de jóvenes jugadores que no han tenido la oportunidad de dar el salto. También, aunque en menor cuantía, algún desecho que apura sus últimas horas en el profesionalismo. Brady Heslip (Burlington, 1990) pertenece al primer grupo. Como cantera, cada uno de los equipos competidores guarda algún tipo de afiliación con las franquicias NBA. “Siento que puedo jugar contra esos chicos”, declara con seguridad. Le falta un paso, una llamada de teléfono que le ofrezca la posibilidad de competir junto a los más grandes.

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