Es noticia
Drazen Petrovic, 20 años sin el gran mito balcánico
  1. Deportes
  2. Baloncesto
TAL DÍA COMO HOY FALLECÍA EL JUGADOR EUROPEO MÁS TALENTOSO DE LA HISTORIA

Drazen Petrovic, 20 años sin el gran mito balcánico

"El genio de Drazen seguirá siempre vivo". Son palabras de Diego Armando Maradona a la madre de Drazen Petrovic en una visita del astro argentino a

Foto: Drazen Petrovic, 20 años sin el gran mito balcánico
Drazen Petrovic, 20 años sin el gran mito balcánico

"El genio de Drazen seguirá siempre vivo". Son palabras de Diego Armando Maradona a la madre de Drazen Petrovic en una visita del astro argentino a Sibenik (Croacia), ciudad natal del que muchos consideran mejor jugador europeo de la historia. Hoy se cumplen 20 años del fatal accidente de tráfico que en una carretera de Baviera nos arrebató a un auténtico miembro de lo que en baloncesto se viene a llamar 'show time'. Un jugador diferente, con un carácter especial y, sobre todo, con un talento natural a la altura de muy pocos que después de comerse Europa decidió dar el salto a la NBA, una liga que por aquel entonces era poco más o menos que inalcanzable para los jugadores de este lado del Atlántico. Le costó adaptarse al baloncesto tan físico de los americanos, pero con el paso del tiempo su calidad terminó por convencer a todos. La prueba fehaciente de todo esto es que los New Jersey Nets (su segundo equipo en USA) retiraron su dorsal número 3 y su inclusión en 2002 en el Hall of Fame.

Muy pronto el aficionado al baloncesto fue consciente de lo que aquel 'tirillas' de 19 años (1983) podría llegar a ser. Con esa edad debutaba en la Cibona de Zagreb, uno de los conjuntos referencia del momento, y tan sólo necesitó una temporada para conquistar su país (la antigua Yugoslavia), alzándose con la Liga y la Copa, y el 'Viejo Continente', con la primera Copa de Europa del conjunto balcánico. No contento con lograr un histórico triplete, a punto estuvo de reeditarlo un año después. Tan sólo se le resistió la Liga, donde fue subcampeón, pero no había dudas, la Cibona y Petrovic se había convertido en el matrimonio perfecto. Cuatro temporadas de idilio que se saldaron con un total de ocho títulos y, lo que es más importante, la irrupción de un nuevo ídolo para la afición y el país. Y es que, a las conquistas que el jugador fraguó con su equipo, hay que añadir un bronce mundial y europeo y una plata y un bronce olímpicos con la selección. No era de extrañar que Petrovic fuera más importante que el presidente del Gobierno. Y los éxitos no iban a parar ahí.

Sus descomunales condiciones fueron objeto de deseo por parte de los grandes clubes del continente. En el verano de 1988, la gran estrella del momento se convertía en jugador del Real Madrid. En la capital de España y en nuestra liga se frotaban las manos. Llegaba el icono del baloncesto europeo. En la casa blanca tan sólo permaneció un año, pero al igual que sucediera en sus inicios en la Cibona, fue tiempo suficiente para encandilar a la afición y dejar una huella imborrable. Una Copa del Rey y una Recopa de Europa fue el legado del gran Drazen en las vitrinas de la entidad merengue. Pero al margen de los dos títulos, en la retina de todos quedará su actuación en la final de la citada Recopa, donde el croata anotó… ¡62 puntos!  Los jugadores de aquel Snadeiro Caserta, rival de los blancos, aún sueñan con el recital que Petrovic dio aquella noche en Atenas. Absolutamente imparable, el escolta madridista era elevado a un pedestal por parte de todos los aficionados a este deporte, fueran o no de su equipo.

Salto a la NBA

Ante tamañas exhibiciones, y habiendo sido elegido en la tercera ronda del Draft tres años antes por Portland Trail Blazers, la franquicia de Oregón decidió que era el momento para reclutar a ese 'blanco' al que Europa se le había quedado pequeña. Aquellos tiempos no eran los de ahora. Acostumbrados como estamos en la actualidad a ver una ingente cantidad de jugadores europeos en la mejor liga del mundo, el final de la década de los 80 y los 90 no fueron una época propicia para jugadores de los 'nuestros' en el imperio yanqui.

Siempre propensa a dar mucha importancia al aspecto físico, la NBA no apostaba apenas por los jugadores venidos del otro lado del Atlántico. Petrovic era un talento descomunal, pero para nada un prodigio en lo físico comparado con los atletas norteamericanos. Por eso, al mago croata le costó adaptarse a la competición, y a pesar de proclamarse subcampeón junto a los Clyde Drexler, Terry Porter y compañía, a mitad de su segunda temporada el balcánico tomaba un avión para trasladarse a los Nets. Ese traspaso fue la calve en la carrera del genio de Sibenik.

Sus dos temporadas y media en New Jersey fueron espectaculares. Aquí sí recibió los minutos que merecía y Petrovic respondió como mejor sabía hacer, destilando talento sobre el parqué. La consecuencia, evidente: el croata se metía en el bolsillo a una afición deseosa de un referente. Disfrutaba en la pista y fuera de ella, volvía a ser feliz tras una temporada y media en Portland ciertamente delicada, y todo eso redundaba en beneficio de su equipo y del espectáculo. Sus promedios ya eran los de una estrella que comenzaba a brillar con luz propia en un mundo tan 'cerrado' como el del baloncesto norteamericano.

 

El adiós a un mito

Pero la fatalidad se cruzó en el camino de quien se había convertido en alguien más que un jugador de baloncesto. Durante su etapa en la NBA había sumado dos oros (Eurobasket de 1989 y Mundial de 1990) y una plata (Barcelona 92) con Yugoslavia. La figura de Drazen Petrovic crecía a marchas forzadas. Parecía algo imparable, pero no. La desgracia se cruzó en el camino del excelso jugador, cuando un accidente de tráfico frenaba en seco su vida. Viajaba junto a su novia, que era la que conducía, y una jugadora turca para concentrarse con su selección, momento en el que un camión les embistió para poner punto y final a su vida.

El mundo del baloncesto y del deporte lloró su muerte, y su equipo, los Nets, retiraron ese dorsal número 3 que lucía entonces. Aquel 7 de junio de 1993 se nos iba uno de los grandes de la historia del mundo de la canasta, pero como decía Maradona, su recuerdo pervivirá para siempre en los aficionados y en todos los que aman este deporte. La carretera nos privó de varios años de su magia, pero la leyenda de Drazen Petrovic es historia del baloncesto.

"El genio de Drazen seguirá siempre vivo". Son palabras de Diego Armando Maradona a la madre de Drazen Petrovic en una visita del astro argentino a Sibenik (Croacia), ciudad natal del que muchos consideran mejor jugador europeo de la historia. Hoy se cumplen 20 años del fatal accidente de tráfico que en una carretera de Baviera nos arrebató a un auténtico miembro de lo que en baloncesto se viene a llamar 'show time'. Un jugador diferente, con un carácter especial y, sobre todo, con un talento natural a la altura de muy pocos que después de comerse Europa decidió dar el salto a la NBA, una liga que por aquel entonces era poco más o menos que inalcanzable para los jugadores de este lado del Atlántico. Le costó adaptarse al baloncesto tan físico de los americanos, pero con el paso del tiempo su calidad terminó por convencer a todos. La prueba fehaciente de todo esto es que los New Jersey Nets (su segundo equipo en USA) retiraron su dorsal número 3 y su inclusión en 2002 en el Hall of Fame.