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Aurora Villa, una pionera del atletismo que iba para música y acabó como oftalmóloga
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LOGRÓ AUTÉNTICAS HAZAÑAS

Aurora Villa, una pionera del atletismo que iba para música y acabó como oftalmóloga

Hubo un paréntesis en su vida donde su nombre apareció con frecuencia en los titulares de prensa. Está considerada como una de las pioneras en el deporte femenino nacional

Foto: Aurora Villa fue una atleta pionera. (Archivo de la familia)
Aurora Villa fue una atleta pionera. (Archivo de la familia)

Aurora Villa (Madrid, 1913-2002) estaba predestinada para dedicarse a la música. Su padre, Luis Villa, fue un reconocido violonchelista y su madre, Filomena Olmedo, corista. Eso le permitió conocer durante su adolescencia a compañeros de escuela de su progenitor tan afamados como Pau Casals o Joaquín Turina. A su vez, su abuelo, Ricardo Villa, fue primer violín del Teatro Real a finales del siglo XIX y un tío paterno, Ricardo González Villa, se convirtió en un destacado compositor y, al mismo tiempo, fue director y fundador de la Banda Municipal de Madrid. Contra todo pronóstico, la niña se decantó por el arpa. Aquello, sin embargo, no terminó de cuajar. De hecho, acabó siendo una reputada oftalmóloga. Hasta llegó a dirigir el primer departamento de Ortópica en España en el Hospital Clínico de Madrid. Entre la adolescente aspirante a ser música y la mujer adulta experta en medicina, hay un paréntesis en su vida donde su nombre apareció con cierta frecuencia en los titulares de prensa ya que está considerada como una de las pioneras en el deporte femenino en España.

El pedigrí de sus padres le hizo pasar sus primeros años sin ahogos económicos. Formaba parte de una familia acomodada que podía permitirse el lujo de llevar a su hija a estudiar en un colegio de monjas. Además, era la única descendiente directa del matrimonio Villa-Olmedo. A los siete años sus progenitores decidieron cambiarla al Instituto-Escuela de Madrid, un centro educativo situado en la céntrica calle Miguel Ángel pionero en el ámbito pedagógico que tan solo llevaba dos años abierto y que estaba especializado en la formación del profesorado y la modernización de la enseñanza secundaria. Gracias a los novedosos métodos implantados, e incluidos en su propio plan de estudios, se incrementó el número de horas lectivas a los alumnos prestando especial importancia a las ciencias experimentales y a las lenguas vivas. Como complemento, tenían asignaturas como música, dibujo, trabajos manuales o educación física con hasta seis horas semanales.

El azar jugó en favor de Aurora Villa para convertirse en una estrella del deporte. Su familia solía pasar los veranos en San Sebastián. Su padre tocaba con la Banda Municipal cuando el rey Alfonso XIII se instalaba en el palacio de Miramar situado frente a la bahía de La Concha. Ella, por su parte, aprovechaba el tiempo libre del que disponía para bajar a la playa y echar unas carreritas. Ahí, a orillas del Cantábrico, comenzó a darse cuenta de que tenía unas facultades físicas diferentes a las de las niñas de su edad. Su estancia en el Instituto-Escuela le llevó a potenciar las cualidades innatas que tenía para la práctica deportiva y que le convirtieron en pionera en varias disciplinas como atletismo, esquí, natación, baloncesto o piragüismo. Sin saberlo, había creado a la atleta multidisciplinar. Lo demostró con 16 años en unas pruebas de atletismo organizadas por la Sociedad Atlética de Madrid que incluía una carrera de 600 metros lisos, salto de altura y de longitud, así como lanzamiento de disco, peso y jabalina. Ganó en las pruebas de medio fondo y altura, demostrando a una edad tan temprana su gen competitivo.

La perspectiva del tiempo hace que los triunfos de Villa sean considerados como auténticas hazañas. En los primeros campeonatos de España de atletismo celebrados en Madrid en 1931, venció en dos de las nueve pruebas en las que tomó parte. De ahí que le pueda considerar también como una especie de decatleta. Ese mismo año, aunque el lanzamiento de martillo femenino no gozaba de oficialidad, obtuvo la mejor marca del año con 18'58 metros. Un año más tarde estuvo a punto de no acudir a Barcelona para disputar la segunda de edición de los campeonatos de España de atletismo por problemas económicos. Finalmente, su tío Ricardo Villa le echó un capote y ella le recompensó con tres victorias: 600 metros lisos, salto de altura y lanzamiento de jabalina. Para el recuerdo, la imagen de Aurora Villa compitiendo con pantalón corto y camiseta sin mangas. Toda una temeridad ante un público que se frotaba los ojos y murmuraba al presenciar aquella novedosa y revolucionaria indumentaria. Fue su última participación en unos campeonatos nacionales. Las atletas castellanas boicotearon las siguientes ediciones. El estallido de la guerra hizo el resto.

Foto: Tessy Ebosele, en el momento de la grave lesión. (EFE/Sergio Pérez)

El aterrizaje en la natación

El ímpetu de la madrileña le llevó a probar con la natación donde tampoco le fue nada mal porque acabó cosechando numerosas medallas y copas. Llegó a poseer incluso el récord nacional de 50 metros libres. También destacó en esquí, modalidad en la que fue subcampeona de España en 1934, o en baloncesto, ya que ese mismo año debutó con la Selección nacional frente a Portugal. A pesar de ese frenético ritmo de vida, Aurora Villa todavía sacaba tiempo para trabajar y estudiar. Tras concluir su estancia como alumna en el Instituto-Escuela, comenzó a impartir allí clases como profesora de Juegos y Deportes. Con el dinero que ganaba pudo costearse sus estudios de Medicina en Madrid, una carrera que comenzó en 1934 y a la que muy pocas mujeres podían acceder en aquella época.

Pese a su voluntad de hierro para afrontar cualquier obstáculo que se le presentara, la incompatibilidad de horarios entre la docencia y los estudios le obligó a abandonar el centro que la formó como persona y atleta. Ello no fue óbice para que se incorporara a dar clases de gimnasia en horario vespertino en la Sociedad Cultural Deportiva, algo que sí era compatible con asistir a la facultad. Ya en 1935 dio por finalizada su participación en cualquier competición a nivel nacional o internacional. Aun así, siguió relacionada con el mundo del deporte al convertirse en una de las fundadoras del Club Femenino de Deportes. Mientras tanto, también le dio tiempo a aprender inglés, francés y alemán, tres idiomas que logró dominar cuando comenzó a trabajar como médico.

Durante la Guerra Civil, Aurora Villa y toda su familia permanecieron en Madrid. Las ideas monárquicas de su padre le pudieron causar algún disgusto. Afortunadamente, todo quedó en una detención que duró unas pocas horas, algo bastante habitual en tiempos de turbulencias bélicas. Al estar todas las competiciones deportivas suspendidas, a la madrileña no le quedó otra que resignarse. La cosa no mejoró al término de la contienda, ya que se vio obligada a abandonar el atletismo. Aquello supuso que dejara de brillar con luz propia la estrella de una deportista que, de haber tenido la oportunidad, podría haber competido en la cita olímpica de Berlín (1936) con serias opciones de medalla. La Sección Femenina, creada en 1934 por Falange Española de las JONS dirigida por Pilar Primo de Rivera y que logró estrechar vínculos con la Alemania nazi a la conclusión de la Guerra Civil, dio la puntilla a la madrileña al establecer motu proprio que el atletismo no era para chicas. El argumento mantuvo su vigencia hasta 1963, lo cual retrasó de forma desesperante el ingreso de las atletas españolas a la élite.

Foto: María Perez conquista la Torre Eiffel. (Reuters/Gonzalo Fuentes)

La atención a los niños

Ese gen competitivo propio de las grandes atletas lo puso en práctica en sus estudios donde en su promoción de Medicina solo se habían matriculado cuatro mujeres. Tenía tanta vitalidad que no le costó mucho esfuerzo volver a los libros, ya que durante el conflicto bélico había aparcado su carrera en segundo curso. En solo dos años consiguió acabar los tres que le quedaban a base de hincar los codos logrando matrícula de honor en la mayoría de las asignaturas. Mientras, su única relación directa con el deporte se limitaba a dar clases de natación. No le atraían mucho las tareas de directiva a pesar de que, en 1941, durante su último año de carrera, el Sindicato Español Universitario (SEU) le nombró delegada de Deportes del distrito, un puesto que le permitía revisar cada semana los progresos y prácticas deportivas de las diversas secciones de la universidad madrileña.

Como era de esperar, y dado su carácter, el cargo no le satisfizo plenamente. En el fondo ansiaba volver a competir aunque no fuera como atleta y, para ello, tenía que buscar una solución. Quería sentirse de nuevo una mujer activa. El propio sindicato fue quien le ofreció la oportunidad de participar en los I Juegos Universitarios de la España franquista. Ahí volvió a resurgir con fuerza la figura de Aurora Villa como deportista multidisciplinar. Tan es así que, al poco de comenzar, se hizo con la capitanía de los equipos de balonmano y hockey. Hasta logró llevar a ambos a las finales nacionales.

Ya volcada en la medicina, su primer destino fue Alcazarquivir, una ciudad próxima a Tánger ubicada en el que se conocía como el Protectorado de Marruecos. Su misión durante tres años fue la de atender a los niños en su calidad de directora del Servicio de Puericultura y Alimentación Infantil. Pronto se hizo querer por los lugareños que siempre le agradecieron haber sido la persona que creara en una zona tan pobre un centro de alimentación infantil. De regreso a Madrid, contrajo matrimonio con Jesús Rodríguez Mallada, un médico inspector del Seguro Obligatorio de Enfermedad (SOE) destinado en Pontevedra. Allí abrió en 1947 su primera consulta como oftalmóloga. Y lo hizo con un letrero que ponía A. Villa - Oculista. A nadie se le escapa que ver en aquellos años un cartel con el nombre de una mujer a la entrada de una consulta podía causar cierto rechazo.

El fuerte carácter demostrado

Tras dar a luz a sus dos hijos, José Luis -que siguió los pasos de su madre- y Aurora, pidió una beca en Sanidad para ir a Inglaterra y especializarse en el London's Institute Ophtalmology en estrabismo, una variante de la rama de la Oftalmología. Regresó a España en 1953 con su flamante título en la maleta y con el instrumental necesario para realizar una operación quirúrgica de esas características gracias a la ayuda de un buen amigo gibraltareño que logró introducirla en España de contrabando. Era una prueba más de su fuerte carácter que siempre le llevó a conseguir en la vida todo aquello que se propuso rompiendo todas las reglas que hiciera falta.

Villa fue la introductora de la Ortóptica, un procedimiento diagnóstico de los defectos de la visión binocular y de su tratamiento por medio de ejercicios. Lo puso en práctica tanto como directora del departamento de Oftalmología de la Facultad de Medicina de la Universidad Complutense de Madrid como durante doce años en su condición máxima responsable del Hospital Clínico Universitario. Y siempre dando prioridad a los niños. Nunca le abrumó tanta cantidad de trabajo. De hecho, por las tardes acudía también a una clínica privada. Ya en 1962 obtuvo la plaza de médico especialista de Oftalmología de la Seguridad Social, cargo que ocupará durante catorce años hasta la jubilación voluntaria. En el obituario publicado el 21 de noviembre de 2002 en El País la escritora Elvira Ontañón afirmaba que todos los que tuvieron ocasión de conocer a la atleta madrileña "dan fe de la enorme simpatía y jovialidad de Aurora Villa, su capacidad para superar obstáculos y alcanzar objetivos, y la alegría de vivir que llenó siempre su vida".

Aurora Villa (Madrid, 1913-2002) estaba predestinada para dedicarse a la música. Su padre, Luis Villa, fue un reconocido violonchelista y su madre, Filomena Olmedo, corista. Eso le permitió conocer durante su adolescencia a compañeros de escuela de su progenitor tan afamados como Pau Casals o Joaquín Turina. A su vez, su abuelo, Ricardo Villa, fue primer violín del Teatro Real a finales del siglo XIX y un tío paterno, Ricardo González Villa, se convirtió en un destacado compositor y, al mismo tiempo, fue director y fundador de la Banda Municipal de Madrid. Contra todo pronóstico, la niña se decantó por el arpa. Aquello, sin embargo, no terminó de cuajar. De hecho, acabó siendo una reputada oftalmóloga. Hasta llegó a dirigir el primer departamento de Ortópica en España en el Hospital Clínico de Madrid. Entre la adolescente aspirante a ser música y la mujer adulta experta en medicina, hay un paréntesis en su vida donde su nombre apareció con cierta frecuencia en los titulares de prensa ya que está considerada como una de las pioneras en el deporte femenino en España.

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