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"Me han robado una medalla". La desgracia de Orlando Ortega en Doha 2019
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Volvió a sufrir una pesadilla

"Me han robado una medalla". La desgracia de Orlando Ortega en Doha 2019

El hispano-cubano volvió a naufragar en una gran final este año por culpa de la mala suerte. Omar McLeod se cayó, invadió su calle y le obligó a frenar cuando iba directo a por la plata en Doha

Foto: Orlando Ortega, tras esquivar a McLeod en la final de los 110 metros valla. (Reuters)
Orlando Ortega, tras esquivar a McLeod en la final de los 110 metros valla. (Reuters)

Por unas cosas o por otras, Orlando Ortega sigue sin ganar su preciada medalla en unos mundiales de atletismo. El vallista hispano-cubano volvió a quedarse con la miel en los labios tras un desgraciado accidente. Omar McLeod, campeón olímpico, se trastabilló en los últimos metros de la gran final de los 110 metros vallas cuando marchaba en la segunda posición, invadiendo su calle y tocándole. Ortega, que iba remontando puestos tras una mala salida y perseguía la estela del jamaicano, tuvo que echar el freno para esquivarle. Aquello le privó muy probablemente de la plata en los campeonatos de Doha. Orlando no dio crédito y reclamó con los brazos abiertos tras cruzar quinto la línea de meta. Acabó envuelto en lágrimas delante de las cámaras de Televisión Española. "Me han robado una medalla. Soy consciente de que podía haber luchado por el oro hasta el final", explicó muy enfadado y con la voz resquebrajada. No tuvo capacidad de respuesta en el momento del hecho. Milan Trajkovic, su compañero de entrenamientos y rival, tampoco se lo creía. Ambos departían, tratando de entender la situación.

A Ortega le ha mirado un tuerto. El vallista estaba disfrutando del mejor momento de su carrera deportiva antes de llegar a Qatar y sus opciones al triunfo eran más que evidentes, entraba en todos los pronósticos y era el valor más seguro de la delegación española. Tras naufragar en los Campeonatos de Europa de Glasgow tras un cuarto puesto que no le supo a nada, se mudó a Chipre para ponerse a las órdenes de Antonis Giannoulakis. "No sé si voy a seguir en el atletismo. Esta carrera ha sido un golpe muy duro, lo único que quiero es desaparecer de este planeta", fueron sus sorprendentes palabras el pasado mes de marzo tras decir adiós al que podía haber sido su primer gran título con la Selección. El atleta tocó fondo y empaquetó sus cosas desde Valencia hasta la pequeña isla al otro lado del Mediterráneo.

Allí volvió a levantar la cabeza, a recuperar su auténtica pasión por la competición y su deporte. La paz, la tranquilidad y la vida familiar que se respira en Chipre sacó a relucir la mejor versión del atleta. Sus registros desde que abandonó la península no dejan lugar a dudas: 12 victorias de 14 posibles y vencedor por segunda vez de la Diamond League. Llegó preparado, más fino y concentrado que nunca a su desquite, pero a perro flaco todo son pulgas y Orlando sigue sin tener ese punto de suerte en las grandes finales desde Río. "Un año trabajando para que llegue un momento como este y pase esto... Me parece impresionante. Puedo aceptar choques, manos en mitad de la carrera, roces, pero una cosa como la que ha pasado no la puedo aceptar. No soy quién para proponer nada, no soy juez. Solo espero que para el día de mañana esto tengo un arreglo", advirtió muy serio.

placeholder Orlando Ortega muestra su enfado al cruzar la meta en quinta posición. (EFE)
Orlando Ortega muestra su enfado al cruzar la meta en quinta posición. (EFE)

McLeod, su 'mano negra'

Curioso, McLeod le privó del premio gordo en Río 2016 y ahora se vuelve a cruzar en su camino para negarle una presea en suelo qatarí. "Lo veía venir, desde que me enteré que estaba al lado de él...siempre es igual", indicó molesto. Orlando fue el más rápido en la primera serie clasificatoria, obtuvo el cuarto mejor registro en las semifinales (muy conservador) y en la madre de todas las batallas partía como el claro favorito junto al americano Grant Holloway, que a la postre se llevó el gato al agua. "Si me van a ganar, que me ganen limpio. Yo no toco a nadie, yo voy por mi calle. Que me ganen corriendo más duro que yo, lo acepto, pero así no. Que se acabe así una temporada no vale la pena", manifestó con rotundidad. Tremendo. La Real Federación Española de Atletismo (RFEA) presentó una reclamación solicitando la repetición de la final. Hay un precedente: en 1993 la final de los 60 metros vallas se repitió debido a que una atleta jamaicana desestabilizó a otra suiza, privándole del cajón. Parecía imposible que la IAAF tomara una decisión similar, y casi a las dos de la mañana hora española (una más en Qatar) desestimó la petición de la RFEA.

Palo muy gordo para el hispano-cubano, que llegaba con la confianza por las nubes a la final. "No sé de mis rivales, ni me preocupan. Lo que sé es que darán todo en la final", dijo. Liberado de la presión excesiva que hasta su círculo más íntimo le imponía en España, iba a por todas. Tenía la medalla entre ceja y ceja. La deseaba con ahínco. "En Glasgow pasó lo que tenía que pasar y ya está. Borrón y cuenta nueva. Glasgow no existe", comentó antes del inicio del Mundial. La pesadilla, sin embargo, aún no se ha acabado para Ortega, al que una mala salida le volvió a condenar en parte. La remontada, como acostumbra, a velocidad de vértigo, pero no pudo poner la guinda que a buen seguro se merecía.

Lo peor es que esto pueda afectar a su confianza cuando Tokio espera ya a la vuelta de la esquina, esta es sin duda la peor de las noticias. Eso sí, si se mantiene concentrado, es capaz de asimilar la derrota (por injusta que sea) y continúa con la misma frescura en sus piernas, tiene todas las opciones del mundo para completar un estupendo 2020 e ilusionarse con los Juegos.

Por unas cosas o por otras, Orlando Ortega sigue sin ganar su preciada medalla en unos mundiales de atletismo. El vallista hispano-cubano volvió a quedarse con la miel en los labios tras un desgraciado accidente. Omar McLeod, campeón olímpico, se trastabilló en los últimos metros de la gran final de los 110 metros vallas cuando marchaba en la segunda posición, invadiendo su calle y tocándole. Ortega, que iba remontando puestos tras una mala salida y perseguía la estela del jamaicano, tuvo que echar el freno para esquivarle. Aquello le privó muy probablemente de la plata en los campeonatos de Doha. Orlando no dio crédito y reclamó con los brazos abiertos tras cruzar quinto la línea de meta. Acabó envuelto en lágrimas delante de las cámaras de Televisión Española. "Me han robado una medalla. Soy consciente de que podía haber luchado por el oro hasta el final", explicó muy enfadado y con la voz resquebrajada. No tuvo capacidad de respuesta en el momento del hecho. Milan Trajkovic, su compañero de entrenamientos y rival, tampoco se lo creía. Ambos departían, tratando de entender la situación.

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