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Chema Martínez: 10 horas de sueño y 3 kilos de fruta al día para hacer 10.000 kilómetros al año
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EL DÍA A DÍA DE UN GRAN ATLETA DE 38 AÑOS

Chema Martínez: 10 horas de sueño y 3 kilos de fruta al día para hacer 10.000 kilómetros al año

Esta es la historia de una persona feliz. Chema Martínez cumplió el pasado domingo las difíciles expectativas que había depositadas en él. A punto de cumplir

Foto: Chema Martínez: 10 horas de sueño y 3 kilos de fruta al día para hacer 10.000 kilómetros al año
Chema Martínez: 10 horas de sueño y 3 kilos de fruta al día para hacer 10.000 kilómetros al año

Esta es la historia de una persona feliz. Chema Martínez cumplió el pasado domingo las difíciles expectativas que había depositadas en él. A punto de cumplir 39 años, el madrileño subió por tercera vez en su carrera al podio en unos Europeos de atletismo, esta vez para recoger la plata en la prueba más romántica de este deporte, la maratón.

 

Unas horas antes, cuando quemaba por las calles de Barcelona los últimos metros de los famosos 42,195 km., se dejó llevar por la emoción y se deshizo en furiosas muestras de agradecimiento a la multitud allí congregada que le ovacionaba como si del campeón se tratase (pulse para ver el vídeo). Pero para que tuvieran lugar esos minutos de gloria televisada que pusieron un nudo en la garganta a cualquier aficionado al deporte, Chema había culminado una preparación espartana que otorga al reto conseguido un valor incalculable.

Ya pasados unos días y desde la playa, donde pasa unas merecidas vacaciones con su familia, el veterano fondista atendió a El Confidencial para contarnos las claves de una carrera profesional de fondo, en múltiples sentidos. Y es que su día a día roza las cotas más altas de sacrificio personal.

La suya es una vida dedicada en cuerpo y alma a la que considera “mi pasión”, el deporte. Y eso conlleva horarios estrictos, alimentación extremadamente cuidada y muchísimo entrenamiento. Resumiendo, Chema Martínez cubre la friolera de 10.000 kilómetros corriendo durante el año en que prepara una gran prueba como la del domingo. Se los reparte en “12 ó 13 sesiones semanales” que sólo le dejan una tarde libre (o a lo sumo un día entero) a la semana.

Para aguantar ese ritmo de vida en el que lleva metido desde que llegara al profesionalismo hace cerca de 20 años, tiene unos horarios casi monacales: “Me levanto a las ocho menos cuarto, dedico bastante tiempo al desayuno, luego voy a llevar a mis niños al colegio [a los dos mayores, Paula y Nicolás; la tercera, Daniela, nació hace unos meses] y a las diez comienza mi primera sesión de entrenamiento, que termino sobre las doce y media o una. Como temprano, tengo la sesión de masajes diaria y vuelvo a entrenarme por la tarde otro par de horas. Después, aprovecho para estar un rato con mis hijos, los acuesto sobre las ocho y media, ceno con mi mujer [Nuria Moreno, olímpica en Sidney 2000 con la selección de hockey hierba], y nos acostamos sobre las nueve y media. Nunca más tarde de las diez”, nos contaba el atleta.  

Todo eso, aderezado con una estricta alimentación que cumple a rajatabla. “Como la cuido así desde hace tantos años ya forma parte de la normalidad”. En verdad, de normal tiene poco si atendemos a la media española. Desayuno “potente”, como admite Chema. Por ejemplo, tostadas con aceite y huevos revueltos. Y la alimentación el resto del día se convierte, básicamente, en introducir hidratos de carbono (arroz, pasta, legumbres…) en su cuerpo de la misma manera que se le inyecta el combustible a un Fórmula 1. Algo llamativo para muchos será que sólo ingiere carne o pescado una vez a la semana, siempre de manera excepcional, “nunca jamás a diario”.

Pero lo más sorprendente de sus hábitos es, sin duda, lo que el que fuera campeón de Europa de los 10.000 metros en 2002 tildó como uno de “mis únicos vicios confesables: la fruta, de la que como alrededor de tres kilos al día”. El otro es el café americano. “Lo devoro”, nos admitió Martínez.

No sale nunca, ni siquiera a cenar

Y si todo lo anterior ya parece llenar el cupo del sacrificio, la cosa aumenta cuando el veterano corredor nos recuerda todo lo que la gente normal hace habitualmente y a él ni se le pasa por la cabeza, como salir un día a tomar algo o simplemente a cenar fuera de casa.

Para mantenerse en la élite del atletismo mundial tantos años, Chema afirma “no tener apenas vida social”. Su mundo es el deporte, por eso toda la gente que le rodea pertenece a ese mundo o, al menos, colabora para que su preparación deportiva “sea mucho más fácil”.

Así, le gusta entrenarse rodeado de gente, salvo en las cuatro o cinco sesiones a la semana que suponen mayor exigencia y concentración y que las realiza con su entrenador, Antonio Amoros. De hecho, alrededor de él, una treintena de vecinos suyos han creado un club de atletismo (Run 2 Chema) del que el madrileño es una especie de líder espiritual y gran consejero: “Siempre por las tardes, desde hace cuatro años, tratan de acompañarme. A ellos les sirve porque están mejorando mucho y a mí me sirve porque me hacen compañía y se me hace más llevadero un entrenamiento rutinario de por ejemplo 16, 18 kilómetros a ritmos más suaves. Esa gente es otro punto de motivación que tengo”, reconoce con orgullo el fondista y explica que “soy un atleta muy social, me gusta ir hablando durante las sesiones. Y si no, me gusta llevar música para pasar mejor las horas”.

Su ‘grúa’ se llama Nuria

Es tanto el esfuerzo que supone su preparación, que Chema Martínez confiesa que el resultado en la prueba, lo que a priori pareciera lo principal, pasa a un segundo o tercer plano durante los largos meses de entrenamiento: “Al final, lo que cuenta es marcarse un reto, pelear por él, hacer todo lo posible para llegar a ese reto en las mejores condiciones, y así el resultado real siempre será satisfactorio sea cual sea el puesto en la carrera. En algunos casos, puedes conseguir el éxito y en otros, te puede salir no tan bien. Pero siempre te vas a sentir bien, que eso es lo verdaderamente importante, si lo has dado todo en el camino. De esta manera, las sensaciones antes de la prueba van a reportarte satisfacción. [Antes de empezar la maratón] piensas: ‘Yo hice todo lo que estaba en mi mano para que este día salga todo bien’”.

Durante ese camino, Chema nos admite que hay muchos más días duros que sencillos. “Hay días que me levanto con grúa. Me levanto, me duele todo. De esos hay muchos. Normalmente no es levantarte eufórico con ganas de todo y una motivación extra…”

Y en esas mañanas de cansancio y dolor, la grúa que consigue que salga de la cama y se disponga a realizar una jornada como la antes descrita tiene un nombre, Nuria. “Ella está allí por si la grúa se atasca, ella me da ánimos y me hace ver que es normal que esté cansado por esto o por lo otro… Y esa es la suerte que tengo en los malos momentos. No sólo tengo mi motivación, si no que tengo a alguien al lado para animarme”.

Por eso, para el reciente subcampeón de Europa la medalla del domingo pasado “fue la más emotiva de mi carrera”. “Este año, que había preparado la maratón de Barcelona con muchísimo cariño y había entrenado muy duro en Sierra Nevada, en el momento que cruzo la línea de meta y me doy cuenta de lo que he logrado, que acabo de conseguir mi tercera medalla en unos Europeos… y veo a mi mujer, a mis hijos, a toda la gente que me había apoyado… Fue tal cúmulo de sensaciones que la convierten en la medalla más emocionante que he logrado”, recuerda el atleta, que lloró como un niño en la meta mientras abrazaba a Nuria.

Esta es la clave, según él, para haber aguantado tanto tiempo y poder mirar ahora a Londres 2012 con el objetivo puesto en el diploma olímpico (ocho primeros clasificados): “Tener a alguien como Nuria al lado es la verdadera clave. Porque aguantarme es durísimo. Llevar esta rutina día tras día… Y eso es difícil. Tener a tu lado a tu pareja que comprenda todo eso, que ella lo entiende porque ha sido deportista de alto nivel y lo sabe. Cuando llego a casa después de haber hecho un día 40 kilómetros y estoy fundido, ella me hace todo mucho más fácil. Entonces, he tenido a ella como principal apoyo”.

Después de Londres se atisba la retirada, momento al que no tiene miedo y simplemente lo espera como un paso natural. Chema asegura que, tras abandonar el alto nivel, “correr seguiré corriendo. Seré uno más en los parques entrenándome, y participaré en las carreras populares tipo la San Silvestre Vallecana [prueba de la que es el último español en ganarla, en 2003]”.

En los Juegos de Londres lo dará todo por ser, al igual que en los últimos Mundiales, el primer europeo. Se acercará así al ansiado diploma, porque alcanzar una medalla, “visto el nivel actual de los africanos, es casi imposible”. Y quiere el diploma porque, en su casa, “el único que hay es el de Nuria [cuarta en Sidney]”, y le gustaría ponerlo en la pared al lado del de ella.

Sea cual sea el resultado allí, seguro que Chema Martínez se volverá a fundir en un abrazo con su mujer tras atravesar la línea de meta. El trabajo y el sacrificio estarán hechos. Por lo tanto, su conciencia seguirá tranquila. Después, el triple medallista europeo regresará al anonimato de su día a día igual de feliz que lo pudieron ver miles de aficionados el pasado domingo sobre las calles de Barcelona. Para que luego digan que correr es de cobardes…

Esta es la historia de una persona feliz. Chema Martínez cumplió el pasado domingo las difíciles expectativas que había depositadas en él. A punto de cumplir 39 años, el madrileño subió por tercera vez en su carrera al podio en unos Europeos de atletismo, esta vez para recoger la plata en la prueba más romántica de este deporte, la maratón.