Cuando no tener noticias es la mejor noticia para un alpinista
Josep Añols, director de Racetracker (seguimiento y comunicación online y en tiempo real para deportistas), da algunas claves sobre la desaparición de Alberto Zerain y Mariano Galván
Hubo un tiempo muy, muy lejano en el que la tecnología, singularmente las comunicaciones, era tan solo una herramienta de seguridad para los alpinistas. En nuestros días, las capacidades técnicas puestas al servicio de unas redes sociales ansiosas de inmediatez y espectáculo, parecen estar trastocando la esencia de este noble deporte, al menos en su élite. Pareciera que se sube a las cumbres no solo por superar un reto, sino que también para ser observados con más nitidez por los ojos que siguen nuestros pasos desde la estratosfera.
A las 11:30 hora local del 29 de mayo de 1953, Edmund Hillary y Tenzing Norgay llegaban por primera vez a la cima del Everest. El corresponsal de 'The Times', que acompañaba a la expedición británica, escribió la noticia en un código convenido con el periódico para evitar que la competencia le pisara la noticia: “Snow conditions bad”, era la clave de cumbre. El mensaje se llevó a la carrera a la localidad de Namche Bazaar —distante 32 km—, desde allí se telegrafió por el Ejército Indio a la Embajada Británica en Katmandú y llegó a tiempo para ser publicado el 2 de junio, coincidiendo con la coronación de la reina Isabel II.
Alpinista monitorizado
“Hoy las ciencias adelantan que es una barbaridad”, afirmaba Don Sebastián en La Verbena de la Paloma. ¡Y vaya si tenía razón! Hace unas semanas los seguidores del alpinista Ferrán Latorre, que logró su catorce ochomil en la cumbre del Everest, accedían en tiempo real a su localización, sus constantes vitales y su estado emocional. Y lo que es más sorprendente: podían clicar dándole ánimo.
Los responsables del proyecto nos indican que el estado anímico del alpinista se evaluaba combinando la información proporcionada por su ritmo cardíaco y la actividad electrodermal. Preguntamos cómo conocía Ferran los clics: “Le enviábamos diariamente el recuento por un sms al sistema GPS”. Pero nos asalta una duda. Si desde el centro de seguimiento, con el alpinista monitorizado cual astronauta, se percibe una crisis emocional y los clics ese día han sido menos, ¿qué hacer para que no decaiga? ¿transparencia o mentira piadosa? Difícil decisión, si realmente le damos importancia a los clics frente a la determinación de un ochomilista como Ferrán.
Las últimas señales
La teoría del punto de fuga de las noticias la formuló Chris Anderson, físico y editor en jefe de la revista 'Wired'. Establece que el interés por las noticias es inversamente proporcional a la distancia al lugar donde se producen y directamente proporcional a la distancia emocional. Anderson ponía un ejemplo: “La información de que hoy mi hija se ha dañado la rodilla en el patio me interesa más que el hecho de que haya estallado un coche bomba en Kandahar”.
Veremos, a no tardar, a nuestros alpinistas portar cámaras de realidad aumentada, que transportarán emocionalmente al 'follower' y por un módico estipendio, éste podrá acompañar virtualmente a su ídolo en el reto. Recibir vídeo en directo es cuestión de meses.
El Confidencial ha conversado con Josep Añols, director de Racetracker (Soluciones de seguimiento y comunicación online y en tiempo real para deportistas, eventos y competiciones deportivas), al cumplirse un mes del trágico accidente que causó la desaparición de Alberto Zerain y Mariano Galván. Una avalancha los arrastró en la arista Mazeno, a 6.270 metros de altitud, cuando progresaban en dirección al Nanga Parbat. Zerain portaba en su mochila un dispositivo de geolocalización de Racetracker. La imagen de las últimas señales que emitió tuvieron un protagonismo inusual y no deseado.
“Para una correcta geoposición la baliza necesita como mínimo tres satélites”. Añols precisa que cuantos más capta más nítida y precisa es su posición con respecto a Google Maps. ¿Qué pasa si pones el aparato girado en el suelo o delante de una pared? ¿Que solo 'vea' el 50% del cielo? Pues que las posibilidades de recibir los suficientes satélites para disponer de una correcta geoposición se reducen al 50%. No hay triangulación correcta. La señal es muy mala y está produciendo ruido”. Las señales de posición se reciben cada 10 minutos. Las de SOS cada 5. Es este caso lanza un mensaje directo que llega a mi móvil y al del responsable del equipo en el que te indica la posición y la altura exactas, además de la hora en la que se emitió.
La hipótesis
Le preguntamos qué opinión se ha formado tras analizar los datos del accidente de Zerain. “No nos gusta hacer interpretaciones, somos muy rigurosos con ello. Nuestro trabajo consiste en facilitar datos. ¿Qué creo que pasó? Tengo una hipótesis basada en mí experiencia. Fíjate que desde arriba al lugar de caída solo hay una línea y entre estas señales pasa una hora. Hay una señal a las 10:14 de la mañana hora española arriba de la cresta y la siguiente al cabo de una hora está en lo que puede ser el final del alud”. El aparato siguió emitiendo, pero no se recibió nada. “Deberíamos haber recibido seis señales en esos sesenta minutos, una cada diez. Creo que la mochila cayó, tardó menos de diez minutos en posarse y quedó con una cantidad de nieve por encima que impidió recibir ninguna señal durante una hora, pese a seguir emitiendo. Algo hizo que la mochila se moviese —una piedra, la nieve— se giró y a partir de ese momento recibimos la señal: esas líneas que suben y bajan cruzándose entre sí, son puntos sucios”.
Josep Añols recuerda que en 2011 Zerain perdió su mochila también en la arista Mazeno. El Racetracker que llevaba quedó mirando hacia arriba, empotrado en una grieta. Captamos la señal del emisor y los puntos sucios son similares a los del accidente.
Los dos compartimos una sensación de perplejidad por la decisión de activar un segundo operativo de búsqueda, una vez confirmado visualmente desde el helicóptero que sobrevoló la arista el 1 de julio, que las huellas de ambos desaparecían en la línea de corte de la avalancha. Desde el máximo respeto a las decisiones de la familia, no es fácil entender que esa maraña de líneas pueda interpretarse como movimientos de los alpinistas.
Recreación
¿Se puede justificar ese segundo operativo afirmando que el 'track' demuestra que hay movimiento y pueden estar vivos sin contactar previamente con el equipo de técnicos de Racetracker, para conocer su explicación de los hechos? “Nadie nos ha preguntado. Alguien interpretó y decidió sin consultar. Quizá debería servir de experiencia”. Pese a ello la empresa ha hecho un gran esfuerzo de esclarecimiento y documentación para despejar cualquier duda razonable y contribuir a que las familias puedan reposar su dolor. El vídeo que acompaña a esta información, basado en las fotos y vídeos que aportó el alpinista rumano Alex Gavan después del vuelo de rescate, “es una recreación de lo que razonablemente pensamos que sucedió” y un documento de mucha importancia.
Josep Añols y su equipo insisten en un mensaje del que se puede extraer una lección de lo sucedido: “La base de todo nuestro trabajo es la seguridad, pero quiero que se entienda que nosotros no somos sólo una empresa que te proporciona un geolocalizador. Llevamos diez años trabajando y tenemos experiencia en el análisis de la información. Me puse a disposición de la hermana de Galván y todavía sigo sin entender por qué no nos respondió”. El Confidencial contactó con Marisol Galván y nos confirmó que Josep Añols le había escrito por messenger antes de lanzar la segunda operación de búsqueda. También que no había contactado para ampliar información sobre la última señal. No obtuvimos respuesta a la pregunta de por qué no lo había hecho. En el muro de Facebook de Marisol todavía queda una deuda pendiente con el equipo de rescate de 9.000 dólares.
El Confidencial conoció directamente del entorno de la familia de Antonio Galván, este viernes 28 de julio, que se va a lanzar otro operativo de búsqueda en la arista Mazeno. Como no puede ser de otra manera les damos ánimo y les deseamos suerte. Pero seguimos sin lograr una contestación sólida a la pregunta de por qué no contactaron antes con los especialistas de Racetracker.
El alpinista de alto nivel que se profesionaliza necesita facturar. Sin patrocinadores no es posible asumir el coste de las expediciones y ambos, alpinista y marcas, buscan la mayor visibilidad posible. Aquí encaja la tecnología de Racetracker. Pensada para dar seguridad, ha evolucionado por exigencia de las actividades deportivas, ya sean éstas “cruzar en kayak el Atlántico, de Marruecos a Fuerteventura, desiertos en bicicleta, selvas a pie o cualquier locura que se planteen nuestros clientes. La visibilidad es algo que buscan los profesionales y también las marcas, es legítimo y positivo. Nosotros desarrollamos y también sugerimos”.
Edurne Pasabán
El prototipo arrancó en 2007 con el reto que les planteó Juan Porcar, consejero delegado de Alesport y el primer español que hizo el Dakar en moto en 1982. Explica Añols que “Porcar empezó a organizar la Titan Desert —una carrera por etapas, en bicicleta de montaña, por el desierto del Sáhara— y estaba muy preocupado ante la posibilidad de que alguien tuviese un percance o se perdiese. Me dijo si sería capaz de tener ubicados en tiempo real a todos los corredores”.
El salto al alpinismo se dio con Edurne Pasabán, en 2008, en el Kangchenjunga. Recuerda el responsable de Racetracker el mensaje de Carmen Portilla, la directora de 'Al filo de lo imposible', a las 4 de la madrugada: “Oye, Josep, yo les veo por pantalla en la cumbre; ¿están en la cumbre? Y sí, habían llegado”. Portilla y el equipo de 'TVE' veían cómo subía Edurne en tiempo real. “Pues no te creas que estaban muy convencidos, era una tecnología muy nueva”. Hasta que llamó Edurne: “Estamos en la cima”.
“Un ojo sin párpado está sobre el mundo. La mirada es nuestro nuevo Leviatán”, escribe Gérard Wajcman en 'El ojo absoluto'. “Se trata de ver todo, siempre, y de hacer que todo se vea”. Es lo que toca.
Sin embargo, qué emocionante es ver ese telegrama codificado anunciando la cumbre del Everest.
Hubo un tiempo muy, muy lejano en el que la tecnología, singularmente las comunicaciones, era tan solo una herramienta de seguridad para los alpinistas. En nuestros días, las capacidades técnicas puestas al servicio de unas redes sociales ansiosas de inmediatez y espectáculo, parecen estar trastocando la esencia de este noble deporte, al menos en su élite. Pareciera que se sube a las cumbres no solo por superar un reto, sino que también para ser observados con más nitidez por los ojos que siguen nuestros pasos desde la estratosfera.