Gedeón Guardiola: "Es normal que un jugador español se quiera ir a otra liga cuando destaca"
La leyenda del balonmano español, Gedeón Guardiola, repasa su carrera antes de la retirada y explica el éxodo del talento local y el futuro negro que le espera a la competición española
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Gedeón Guardiola (Petrer, 1984) tiene las horas contadas como jugador profesional de balonmano. Lo deja después de casi dos décadas en la élite y con una hoja de servicios impecable. Un campeonato mundial y dos europeos con la Selección Española adornan un curriculum repleto de títulos repartidos en algunos de los siete equipos donde ha militado. Le queda el mal recuerdo de sus citas olímpicas. A nivel personal cree que fueron experiencias "maravillosas", otra cosa son los resultados deportivos.
"Si le preguntas a cualquier jugador seguro que te dice que su sueño en ganar una medalla de oro", afirma. El alicantino es de lo que piensa que su generación lo pudo conseguir en Tokio. "Por lo menos, nos veíamos, capaces de llegar a la final". La derrota en semifinales frente a Dinamarca (27-23) "fue un palo muy duro". Pasado un tiempo lo ve con otra perspectiva. "Ahora valoro todo aquello mucho más porque solo por el hecho de que casi lo conseguimos es para sentirse muy orgulloso".
La vida de Gedeón Guardiola ha dado muchas vueltas desde que cogió entre sus manos el primer balón en el colegio para seguir más tarde en la escuela municipal de balonmano de Petrer. "Allí empezó todo", subraya. Con 16 años, él (diestro) y su hermano gemelo Isaías (zurdo) se mudaron a Valencia. Pese a su corta edad debutaron con los seniors "jugando partidos contra gente bastante recia".
El regreso tras pasarlo "mal en Alemania"
Un cuarto de siglo después, Gedeón tiene previsto regresar a casa. Tomar la decisión de abandonar la práctica activa del balonmano le ha costado "muchísimo". Han sido demasiados años de mantener siempre la misma rutina. "El simple hecho de recordar el ambiente que hay en el vestuario o lo que te diviertes en los entrenamientos supongo que harán que todo sea muy diferente a la vida que me espera".
Los gemelos Guardiola separaron sus caminos en 2005, cuando Gedeón fichó por los gallegos del Teucro e Isaías se fue al Naturhouse de Logroño. Ambos han vuelto a coincidir esta temporada en el Balonmano Nava de Segovia, un club con solo cuatro años de experiencia en la liga ASOBAL y al que está "superagradecido". El excapitán de los Hispanos confiesa que durante su última temporada en Alemania lo pasó "francamente mal" y que con el equipo castellanoleonés todo fueron facilidades para llegar en forma a los Juegos Olímpicos de París, aunque al final una inoportuna lesión le dejó fuera.
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"Ahora trato de ayudarles a ellos lo máximo posible". Juega en un pueblo de alrededor de 2.000 habitantes "donde la afición está identificada y muy volcada con el equipo, incluso cuando llegan las malas rachas". Y es que, como él mismo reconoce, "cuando uno llega a una determinada edad prefiere la tranquilidad, y más tranquilo que aquí, imposible".
El salto a los banquillos
La próxima temporada le espera el banquillo del Centro Excursionista Eldense que milita en Primera Estatal. Allí podrá explicar a los chavales jóvenes lo que cuesta llegar a la cima en un deporte tan sacrificado como es el balonmano. "El trabajo diario es fundamental", asegura. La suerte, no obstante también, influye. "Yo, por ejemplo, y toco madera porque sigo jugando, no he tenido la tan temida lesión de rodilla que te aparta nueve meses de la competición". La fortuna también le acompañó al coincidir con una generación de jugadores "que, además de poseer un enorme talento, teníamos un feeling muy bueno y eso después se notaba en la pista".
Detrás de aquella famosa foto levantando la Copa del Mundo en 2013 junto a sus compañeros había muchas cosas a las que el alicantino tuvo que renunciar durante su juventud. Nunca le importó hacerlo. "Me llena muchísimo jugar a balonmano", precisa. Lo que ocurre es que siendo profesional sus vacaciones nunca coincidían con las de sus padres o amigos. "Tampoco he podido asistir a bodas u otros eventos familiares", se queja. No es oro todo lo que reluce en los deportistas de elite. "Los últimos 12 años mi mujer, mis nenes y yo hemos cenado solos en Navidades porque en Alemania siempre había partido el día 26, mientras que nuestras familias se reunían en Elda o Petrer".
Sus obligaciones como jugador no acababan ahí. Después tenía que incorporarse a la selección en enero "con lo que pasaba un mes fuera de casa con los nenes recién nacidos". Lo cuenta con algo de pena, aunque sabe que esos sacrificios le sirvieron para hacer algo "gratificante". La recompensa fue vivir experiencias "inolvidables" como la consecución de títulos mundiales y europeos.
No resulta extraño, por tanto, que con la mochila llena de buenas experiencias esté encantado de regresar a casa. Además, este año está solo en Nava porque su mujer ya está instalada en Elda con sus dos hijos. Mientras, él agota sus días de balonmanista a casi 500 kilómetros de distancia del que será su futuro hogar. Ya cuenta las horas de volver a estar todos juntos. "La familia, cuando mejor está, es cuando está unida", espeta. A partir de junio también podrá disfrutar de nuevo de las fiestas de moros y cristianos junto a familiares y amigos "que son muy importantes tanto en Elda como en Petrer, y en las que nos gusta participar siempre que podemos".
De sus palabras se extrae que es un tipo "muy casero" y bastante apegado a la familia. "Me gusta reunirme con mis padres o suegros para comer o llevarles a ver un partido de mi hijo y que así disfruten de su nieto". El chaval ya juega en los alevines del equipo que va a entrenar la próxima temporada. Al principio se decantó por el fútbol, pero luego le tiró más la actividad que tantas alegrías ha dado a su padre. El problema es que le gusta ser portero, "aunque lo hace bastante bien de jugador". Parece que aquí hay un conflicto de intereses porque "los entrenadores luchan para que se le quite esa idea de la cabeza".
"Ganas cuatro veces más dinero en Alemania"
La niña, sin embargo, practica la gimnasia artística. "El balonmano no le llama nada la atención y yo, evidentemente, no le voy a obligar". El alicantino ha pasado más de la mitad de su carrera ganándose las habichuelas en Alemania. "Allí es fácil que pueda ganar cuatro veces más dinero que aquí", recalca. Otra cosa es adaptarse a un modo de vida tan distinto como el que se lleva fuera de España. En este sentido, el alicantino se deshace en elogios hacia su mujer por acompañarle en su aventura alemana. "Estuvimos muy contentos, lo que ocurre es que fue un cambio muy radical", precisa. Si él tenía partido, ella se solía quedar sola.
"Menos mal que hicimos muy buenas amistades y que fue muy valiente". Al final consiguieron adaptarse a base de ser "positivos" y gracias a que "las dificultades nos han hecho más fuertes". Se amoldaron tanto a la vida de levantarse y acostarse más temprano que ahora tratan de hacerlo en España. "Cuesta un poco, pero es más saludable", señala. A nivel deportivo Guardiola fue siempre consciente de que si quería triunfar en el balonmano solo podía hacerlo fuera de España.
"La estructura de los clubes en Alemania es espectacular", dice. Además tienen mucho mayor poder económico y cuentan en sus filas con los mejores jugadores "lo que te lleva a tener un nivel de exigencia mucho mayor". Respecto a la competición española no es nada optimista de cara al futuro. "Veo difícil que mejore, así que es normal que cuando destaca un jugador se quiera ir a otra liga".
Una de las cosas que más le llamó la atención fue comprobar el carácter pasional del público germano. "Son incondicionales de sus equipos". De hecho, suelen viajar muchas veces un fin de semana para acompañarles, "y hasta se guardan días de vacaciones si su equipo llega a la final four". Ahora bien, si ven a sus ídolos por la calle también son prudentes, "lo cual se agradece". Al propio Guardiola le han visto pasear con su mujer e hijos, le han reconocido, "y han sido muy respetuosos".
La defensa, la clave de todo
No deja de ser curioso que durante su carrera deportiva la mayoría de sus entrenadores concedieran al excapitán de los Hispanos un rol defensivo. "Me pedían que fuera agresivo y yo les respondía dejándome el alma en defensa", recuerda. En la pista se considera un jugador "inteligente". Era capaz de leer bastante bien las situaciones en ataque de los rivales, lo que le permitía robar balones y salir rápido al contrataque.
"Esa importancia en tareas defensivas es lo que quiero transmitir la próxima temporada a mis jugadores", advierte. Al fin y al cabo, aboga sin ambages por la teoría que solían repetirle los técnicos: "Trabajar en defensa para tener un buen ataque". Y lo dice porque ese trabajo sacrificado fue lo que le llevó a ser un miembro más dentro de la gran familia de los Hispanos. "Lo primero que me dijo el seleccionador es que tenía que aplicarme en defensa con Viran Morros y ayudar en las labores de contrataque, lo que me demostró que en aquellos momentos tenía mucha confianza en mi juego", añade.
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Con mil batallas a sus espaldas no le resulta nada complicado hacer balance de qué jugador español le ha dado más guerra en la cancha. No vacila en dar una respuesta rápida: Julen Aguinagalde. Entre los jóvenes se queda con el pivote internacional del Barcelona, Javier Rodríguez, "que me ha sorprendido mucho", y de los extranjeros no señala uno en concreto. "Cualquiera de Francia, Dinamarca o de alguna otra potencia del balonmano".
Nunca fue un jugador mediático. Tampoco destacó por su faceta goleadora, y aun con todo Guardiola logró lucir el brazalete de capitán con los Hispanos. Ni siquiera había soñado con tal distinción "y el niño que lo haga se equivoca porque eso viene cuando toca". Por suerte, la capitanía le correspondió en una de las épocas más gloriosas de la selección. ¿Motivo? "Supongo que fue porque era un jugador completo que ayudaba a sus compañeros", responde. Por eso insiste en su mensaje a las nuevas generaciones. "Que disfruten del balonmano y que no pongan excusas ir a entrenar porque solo a base de trabajo, paciencia y sacrifico obtendrán los frutos a medio y largo plazo”.
Gedeón Guardiola (Petrer, 1984) tiene las horas contadas como jugador profesional de balonmano. Lo deja después de casi dos décadas en la élite y con una hoja de servicios impecable. Un campeonato mundial y dos europeos con la Selección Española adornan un curriculum repleto de títulos repartidos en algunos de los siete equipos donde ha militado. Le queda el mal recuerdo de sus citas olímpicas. A nivel personal cree que fueron experiencias "maravillosas", otra cosa son los resultados deportivos.