Los árbitros se pierden entre el abuso del VAR, los teatreros y la 'reglamentitis'

El pasado lunes, cuando concluyó el Mallorca-Real Madrid, Emilio Butragueño, director de relaciones institucionales del conjunto blanco, dejó un inquietante mensaje en los micrófonos: "Hay dos jugadas que merecen una reflexión. Las entradas a Rodrygo y Vinicius, que pueden implicar una lesión. El árbitro estaba cerca, son acciones peligrosas. Si el colegiado no lo ha visto, el VAR tiene que intervenir. Hay que proteger a los jugadores. Por el fútbol, entre todos, hay que intentar que esto no suceda".

Las jugadas referidas eran una fuerte entrada de Maffeo en la que el defensa tocó la pelota y luego arrolló a Vinicius con un peligroso plantillazo con los tacos sobre la rodilla del brasileño. Y un balón dividido en el que Raíllo tocó la pelota primero y luego se pasó de frenada para clavarle los tacos en el empeine de Rodrygo, que se retiró lesionado del campo. Dos jugadas en las que el VAR no intervino porque eran decisiones de interpretación del árbitro, Sánchez Martínez.

Es indudable que los futbolistas del Mallorca mostraron su clara intención de jugar la pelota, y la peligrosidad de la jugada derivó de la fuerza con la que actuaron, provocando entradas durísimas en ambos lances. Desde el colectivo arbitral hablan de jugadas bien arbitradas al ser entradas consecuencia de la "dinámica del lance con clara intención de jugar la pelota, que llegan incluso a tocar". La pregunta que surge es si debe entrar el VAR y cuándo debe hacerlo. El videoarbitraje se está convirtiendo en un comodín recurrente al que se aferran cada vez más los árbitros, que en caso de duda pasan la 'patata caliente' a la sala VOR, donde, salvo evidencia manifiesta de las imágenes, también eluden el problema, al no rearbitrar la jugada con la excusa de que es una interpretación arbitral y en eso no entra el VAR. Esta tendencia entre los colegiados ha sido detectada por Medina Cantalejo, jefe del arbitraje, que está tratando de que los árbitros no deleguen tanto en el VAR y tomen más decisiones sobre el campo.

El aumento de las entradas

El colectivo arbitral está preocupado "por el aumento injustificado de entradas con los tacos por delante que terminan en pisotones que pueden causar lesiones a los rivales". "Es algo que nunca había ocurrido con tanta frecuencia". Hay que recordar que una de las labores de los colegiados es proteger la integridad de los futbolistas aplicando el reglamento para que así sea. Precisamente, esto abre otra polémica, la que han protagonizado en las últimas jornadas jugadores como Fekir, Vinicius o Joao Félix. El bético fue expulsado después de revolverse en el partido ante el Athletic (1-0), cansado de ser objeto de faltas rivales. Desde que llegó al Betis, el francés es el jugador que más faltas ha recibido (348) de las cinco grandes ligas, pero también es el que más veces ha sido expulsado (cuatro).

Estos días se habló de la "necesidad o la obligación" de proteger a estos futbolistas de talento que encaran y desequilibran. Los árbitros advirtieron que ya velan por su seguridad aplicando el reglamento, y que es lógico que quienes más balones reciben, y más encaran, sean objetos de más faltas. Pero los colegiados también advierten de lo difícil que es arbitrar a jugadores que en muchas ocasiones van al suelo nada más sentir el contacto para mediatizar a los colegiados. Jugadores que poco tienen que ver con futbolistas como Messi o Agüero, que apuraban las jugadas al máximo. Y solo iban al suelo cuando eran realmente desequilibrados por los rivales. Cada vez se ve a los jugadores simular más y dejarse caer buscando sacar ventaja. Algo que, sin embargo, no está suficientemente sancionado por unos árbitros que deben hacerse respetar más utilizando las tarjetas, por ejemplo.

De hecho, igual que los colegiados se preparan los partidos y saben, por ejemplo, que el Valencia de Bordalás es el equipo que más faltas hace, pero también el que más faltas recibe. Los equipos estudian a los colegiados antes de jugar y conocen desde su intransigencia a su inseguridad. Así, árbitros dialogantes como Mateu Lahoz, a quien le gusta explicar a los jugadores sus decisiones, son respetados por su autoridad y porque no le tiembla el pulso a la hora de tomar decisiones. Otros como Soto Grado tienen fama, entre los equipos, de ser de gatillo fácil, de echar mano de las tarjetas con facilidad. Por tanto, los jugadores guardan las distancias con él. Sin embargo, en el momento que los futbolistas huelen la inseguridad del colegiado, lo aprietan y presionan con esos corrillos que antes no se veían y hoy son una constante en el fútbol moderno.

¿Regla escrita o espíritu de la norma?

Un último apunte a reseñar es el dilema que existe entre si debe mandar la regla escrita o el espíritu de la norma. La pasada jornada se apreció esta disyuntiva en un lance del partido entre el Atlético y el Cádiz. En el minuto 39, González Fuertes expulsó con roja directa a Reinildo, que entró de forma muy peligrosa con los dos pies por delante. Sin embargo, después de que le llamara González González, cambió su decisión y lo dejó en una amarilla. Desde el VOR se aferraban a la literalidad de la norma en un ataque de 'reglamentitis' muy discutido por los jugadores del Cádiz. Pero en el minuto 86 González Fuertes sí expulsó por roja directa al atlético Javi Serrano por una jugada de juego brusco mucho menos peligrosa que la de Reinildo. La diferencia es que el canterano sí cazó al rival, mientras Reinildo no acertó con el rival por más que su entrada fuese durísima. Se castigó la puntería, no la peligrosidad.

El colectivo arbitral navega en este mar de problemas, polémicas y dilemas. El VAR, un instrumento que debería hacerle la vida más fácil, les está complicando el expediente por la problemática gestión de su uso y las matizaciones cada jornada de una u otra decisión. A lo que se suma un fútbol cargado de jugadores que simulan tratando de sacar ventaja y complicando la vida a los árbitros en lugar de ayudarlos. Un panorama poco halagüeño.