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Marc Oller: "La enfermedad me ha enseñado a escuchar. Antes solo oía"
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Marc Oller: "La enfermedad me ha enseñado a escuchar. Antes solo oía"

Oller proyecta firmeza, algo de terquedad y bastante socarronería. Campeón de la Copa de España de golf adaptado en 2018 y en 2021, también ganó el campeonato de España de escalada y de esquí adaptado

Foto: Entrevista a Marc Oller. (Jesús Hellín)
Entrevista a Marc Oller. (Jesús Hellín)

Hace una mañana espléndida en el parque deportivo municipal de Puerta de Hierro. A la una de la tarde de un martes hay un buen número de personas practicando golf y las mesas de la terraza de la cafetería están repletas de dobles de cervezas, aceitunas y patatas fritas. Nada parece ir mal en ese entorno salvo los enormes agujeros del terreno que han hecho los jabalíes la noche anterior.

A esa hora llega Marc Oller (Madrid, 1977) acompañado de su pandilla de diario, y advierte de que una vez acabada la charla y las fotos, caerá una caña con los suyos. Vive entre dos ciudades, Madrid y Jaca. En una juega al golf y en la otra esquía, porque su vida está centrada en el deporte desde que hace una década le diagnosticaron una retinosis pigmentaria y la enfermedad le haya dejado apenas un 3% de vista ("aún veo luces y sombras"), además de obligarle a cambiar de vida.

Oller proyecta firmeza, algo de terquedad y bastante socarronería. Campeón de la Copa de España de golf adaptado en 2018 y en 2021, también ganó el campeonato de España de escalada y de esquí adaptado. En 2019, en el Daikin Madrid Open de Golf, además de campeón en la categoría de invidente, también lo fue en Segunda Categoría general. Pero, como buen testarudo, tiene ahora otros objetivos: ganar el campeonato del mundo de golf adaptado (quedó decimocuarto en la edición de 2018) y competir después con jugadores sin discapacidad.

Después de haber acudido a terapia psicológica durante bastante tiempo para afrontar la ceguera, —ahora plantea volver para "rascar en esas emociones que todos guardamos en un cajón"— afirma que la salud mental debería ser pública porque no todo el mundo tiene 60 euros para pagar por una sesión. Que "igual que nos enseñan educación vial" en el colegio, deberían hacer lo propio con las emociones.

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Foto: Jesús Hellín.

PREGUNTA. Nadie le conoce mejor que usted mismo, así que por favor, preséntese.

RESPUESTA. Pues… Soy Marc Oller Astort. Soy un deportista ciego que me dedico al golf, pero también he hecho esquí y escalo. Pero vamos, que soy una persona, un ciudadano más. Por el trabajo de mis padres y también por estudios hemos vivido en Francia, Inglaterra y Estados Unidos. Ahora vivo entre Jaca y Madrid.

P. ¿Qué es la retinosis pigmentaria y cuándo aprendió su significado?

R. Es una enfermedad degenerativa que normalmente se da por una mutación en un gen; se atrofia la retina y no vuelven a nacer células en ella. Normalmente esas células se mueren de fuera a dentro, y luego está la atípica, que es la mía, y lo hacen de dentro a fuera. Me lo diagnosticaron en 2011 y al año siguiente entré en la ONCE.

P. ¿Cómo fue ese momento?

R. Me lo dijeron durante una revisión, que parecía que lo tenía, porque ahora es algo que te lo detectan con analíticas y otro tipo de pruebas genéticas. Yo me encontraba fenomenal, así que salí de la consulta, me cogí el coche y me fui a trabajar. Así estuve algunos años hasta que empecé con la ceguera nocturna, se me empezó a hacer más pequeño el campo visual, empecé a tener accidentes, se me caían las cosas… Para mí yo ahora veo fenomenal, porque detecto luces y sombras, pero no me acuerdo de cómo era ver.

"Yo me sentía fenomenal, pero no era verdad, y tuve que empezar el duelo. La negación primero, luego la aceptación"

P. El Marc que cogió el coche al salir de la consulta del médico, ¿dónde trabajaba?

R. En San Sebastián de los Reyes, era el director comercial de una empresa de menaje y decoración. Pero he hecho de todo, en Telepizza cuando era un chaval, de mensajero en bici cuando vivía en Londres, he estado de gira con un grupo de música…

P. He visto un video suyo en la Real Federación de Golf que se titula Marc Oller: la sonrisa infinita. Le confieso que esa gente que sonríe permanentemente me inquieta.

R. No, no (sonríe). Cuando me diagnosticaron le enfermedad me costó aceptar que tienes que cambiar cosas. Dejar de conducir, de trabajar, meterte en la ONCE, que es un sitio donde mucha gente no quiere afiliarse… Yo me sentía fenomenal, pero no era verdad, y tuve que empezar el duelo. La negación primero, luego la aceptación.

Fue cuando opté por dedicarme al deporte. Me fui a vivir al Pirineo, a competir esquiando, y hace cinco o seis años volví a jugar al golf, que es ahora mi principal actividad.

Mi entorno se lo ha comido todo. Es lo que más me ha costado, tener que convivir con las personas, porque tú eres el que está malo y sientes que los demás tienen que estar bien. Pero ellos sufren también y muchas veces no saben cómo gestionar nuestras pataletas, frustraciones…

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Foto: Jesús Hellín.

P. ¿Por qué ese rechazo a afiliarse a la ONCE?

R. Hay una sensación de que hacerlo te convierte en un tullido o un disminuido, porque todavía se siguen usando estas palabras. Que no es tanto por la palabra, sino por lo que implica.

P. A veces es también el tono con el que se dicen las cosas…

R. Exactamente. Mis amigos me llaman tullido y cegato y me encanta. Yo no tuve problemas en afiliarme porque necesitaba rehabilitación y en la ONCE me enseñaron a ir con bastón y a hacer bien las cosas. Tuve que reeducarme porque cuando vivía con mi pareja no me apañaba bien con las cosas de casa, así que luego tuve que empezar de cero. Se supone que te conviertes en el pobrecito y parece que no tienes que hacer nada, pero no me gusta nada que me dejen aparcadito. Quiero que me digan las cosas que no hago bien porque quiero mejorar. La enfermedad me ha hecho aprender a escuchar; antes solo oía.

"Quiero rascar en esos sentimientos y esas emociones que tenemos y que se han quedado en un cajoncito"

P. Cuando habla del deporte no se refiere tanto a los valores que se le suponen, sacrificio, esfuerzo, constancia… usted habla más bien de que le sirven para "llenar las horas".

R. Yo no puedo trabajar, soy un pensionista, con lo cual mis días son muy largos y el deporte es mi refugio. Paso muchas horas solo, así que prefiero dedicarlas a hacer lo que mejor me sienta. Me junto con un grupo de personas con mi mismo problema de visión y echamos medio día juntos. Eso sirve para empatizar con los problemas de otro, los escuchas… hay una compañera que tiene problemas en el colegio de los niños, porque como ella va con bastón hay padres y madres que a lo mejor no quieren dejarles a los hijos en casa porque no saben si los sabrá cuidar. Yo no era consciente de que se podían dar esos problemas en gente como yo hasta que no me los contaron.

P. ¿Cómo es ahora su día a día?

R. Intento que sea lo más entretenido posible. Paso la mañana con amigos, me vengo a entrenar hasta las tres, luego voy a nadar y al gimnasio hasta las cinco, y los lunes y miércoles voy al rocódromo

P. ¿Ha necesitado ayuda psicológica?

R. He tenido por el tema de la ceguera, ahora no. Estoy planteándome seguir, porque quiero rascar en esos sentimientos y esas emociones que tenemos y se han quedado en un cajoncito. Es una ayuda que debería ser pública.

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Foto: Jesús Hellín.

P. Y también deberíamos normalizarlo. Cuando dices que vas al psicólogo te meten en una cajita con la etiqueta de raro.

R. Está muy bien que ahora en los colegios se hable de inteligencia emocional y de salud mental, y que si uno se siente mal, está cansado o frustrado lo diga porque no pasa nada. Eso no pasaba en nuestra generación, tienen mucho más trabajo con nosotros que con otros, estamos programados de otra manera. Lo que me da rabia es que si no tienes 45 o 60 euros no te lo puedas permitir. Porque si saber respirar de una determinada manera puede evitar que te tomes un ansiolítico, hacer deporte genera endorfinas que te pueden ayudar… es importante que nos enseñen a distinguir nuestras emociones y que avisemos cuando estamos mal.

P. ¿Cuánto de lo que es hoy se lo debe a María Corrales (fundadora de la Asociación Española de Golf para invidentes)?

R. Es una persona importantísima para todo el grupo. Refunfuña un poco, eso sí, pero te dice las cosas. A veces la llamamos la hacedora, porque es la que ha hecho posible todo esto. María montó el comité de golf adaptado de la Federación Española, de ahí se montó el comité de golf de la federación madrileña, y un día me vio jugando al golf con personas que tienen otro tipo de discapacidad y me dijo: "Eh, tú, chaval, eres buen jugador". Y montamos la Blind Golf Spain para que podamos jugar fuera de España con otros ciegos. Sin ella nada de esto habría sido posible, porque es la que puso a rodar este balón. Debería haber muchas personas como ella.

"El golf es un deporte olímpico, pero no paralímpico, así que muchas cosas las tenemos que sufragar nosotros"

P. ¿Cómo valora el apoyo institucional que tiene su deporte?

R. Apoyo hay, pero como no estamos en los planes ADOP (Apoyo al Deporte Olímpico Paralímpico)… El golf es un deporte olímpico, pero no paralímpico, así que son muchas cosas las que tenemos que sufragar nosotros haciendo lotería, organizando torneos… ojalá hubiera un Batman que quisiera hacer el bien en Gotham echándonos una mano…

P. O mecenas como los Borgia.

R. Eso, eso. De hecho, hago un llamamiento a todos los Grandes de España o a quien nos quiera ayudar, que aquí estamos (risas).

P. Mientras conversamos, no puedo dejar de fijarme en los tatuajes de sus brazos. ¿Qué lleva dibujado?

R. Tengo un montón, solo ves unos pocos porque llevo manga corta. Tengo unos copos de nieve en las clavículas, un corazón en el pecho, un dibujo de mi perro con las montañas de Candanchú de fondo, otro paisaje pirenaico, un dibujo de mi sobrino, otro de un muñeco de mi ahijado y frases en las costillas que me parecen importantes.

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Foto: Jesús Hellín.

P. ¿Por ejemplo?

R. "Gentil pero firme" y "outlier", que es un concepto estadístico que implica una frecuencia que se repite muy poco. Me considero un poco así porque tengo una enfermedad rara. Llevo también un "es que" tachado porque no me gustan. Cuando me dicen: "He llegado tarde pero es que…". A ver, no, has llegado tarde y ya está, no pasa nada. Ah, y llevo también un "da igual, no renta". Porque da igual lo que te pase, no compensa enfadarse.

P. A sus pies y a los míos tenemos a Bernardo, que se ha pasado este rato tumbado, oliéndonos. ¿Cuándo empezó su historia de amor con este perro?

R. A finales de este mes hacemos tres años juntos. Nos mandó la ONCE a Michigan durante un mes y ahí nos conocimos. Tenía un año y poco entonces y había trabajado en una cárcel de Iowa reinsertando presos. Tenemos una relación muy guay y muy compleja a la vez, porque nos pasamos 24 horas juntos. Compleja para él, porque es un bendito. Me ha salvado la vida unas cuantas veces.

P. ¿Eso que dice es literal?

R. Literal. Una vez, saliendo de la sede de la ONCE, fui a cruzar y vino un autobús. Él se puso delante para que no cruzase. (Se le quiebra un poco la voz). En Plaza Castilla lo hizo también. A lo mejor no me habría matado, pero eran un par de autobuses. A veces me enfado con él si llego tarde a algún sitio porque se entretiene, si está enfermo… somos un poco (baja la voz) gilipollas a veces. Eso se me da bastante bien, lo de ser un poco cretino.

"Como deportista me gustaría ganar el campeonato del mundo, y cuando lo gane me gustaría ganar a gente que ve"

P. Aunque ya ha pasado un tiempo, no me imagino cómo fue para los dos el confinamiento. ¿Qué recuerda de esos días?

R. Lo pasamos muy mal, nos pilló en Jaca. Normalmente el perro no duerme conmigo pero lo metí en mi cuarto para que se sintiese acompañado. Él estaba acostumbrado a andar y a correr 10 o 12 kilómetros al día… nos dio mucha ansiedad a los dos y menos mal que me puse una cinta de correr en el garaje. Creo que me hice unos 200 kilómetros en cuatro semanas. Coincidió además que en Jaca tuvimos un terremoto y un escape químico en Sabiñánigo. Aunque luego supimos que fue cloro, oíamos las sirenas y a la policía diciéndonos que nos metiéramos en casa. Madre mía, nos faltaron los zombis para tener la película completa.

P. ¿Cómo se ve dentro de un tiempo?

R. Pues mira, no me lo he planteado. Me gustaría sentirme orgulloso de mí mismo y que los demás piensen igual. Como deportista me gustaría ganar el campeonato del mundo, y cuando lo gane me gustaría ganar a gente que ve.

Hace una mañana espléndida en el parque deportivo municipal de Puerta de Hierro. A la una de la tarde de un martes hay un buen número de personas practicando golf y las mesas de la terraza de la cafetería están repletas de dobles de cervezas, aceitunas y patatas fritas. Nada parece ir mal en ese entorno salvo los enormes agujeros del terreno que han hecho los jabalíes la noche anterior.

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