El Barça, bajo la tormenta perfecta en los peores días de sus 121 años de historia
La institución ha entrado en fallo multiorgánico
Ni los aficionados azulgranas con más solera recuerdan un momento como el que está viviendo ahora mismo el FC Barcelona. Se ha formado la tormenta perfecta y jarrea con ganas desde diferentes ámbitos en un club que hasta no hace mucho presumía de valores, de excelencia deportiva, económica y social. La noticia de la detención del expresidente Josep Maria Bartomeu, su mano derecha, Jaume Masferrer, el director general, Òscar Grau, y el director de los Servicios Jurídicos, Román Gómez Pont, cayó como una bomba entre un barcelonismo que no tiene nada que celebrar y mira avergonzado lo que sucede en las oficinas que registraron este lunes los Mossos d’Esquadra en el marco de las investigaciones por el 'Barçagate'. Este es, sin duda, el momento más grave de la historia del club y el próximo presidente, que será elegido el domingo 7 se enfrenta a una situación delicadísima, una cornada con varias trayectorias difícil de manejar.
La imagen del club ya ha quedado maltrecha, el descrédito es internacional después de las imágenes de los Mossos entrando al club y con el expresidente y su cúpula detenidos en la comisaría. Bartomeu y Masferrer pasaron la noche en el calabozo a la espera de pasar a disposición judicial y Ponti y Grau salieron a última hora de la tarde en libertad. Hasta que se aclaren los hechos, debe prevalecer la presunción de inocencia, pero el daño ya está hecho y desde el punto de vista ético resulta difícil defender que una entidad como el Barcelona contratara a una empresa, I3Ventures, con el objetivo de monitorizar y controlar las redes sociales, pero que terminó difamando a expresidentes como Joan Laporta, opositores como Víctor Font, el empresario Jaume Roures, a exjugadores como Xavi Hernández, a varios periodistas críticos y hasta a algún futbolista del primer equipo, como Gerard Piqué o Leo Messi, incluyendo además a la mujer del delantero.
Tampoco se sostiene que pagaran un sobreprecio, nada menos que un millón de euros al año, y que se fragmentaran las facturas para esquivar los controles internos con contratos de menos de 200.000 euros para evitar que la junta directiva tuviera constancia. Será la jueza encargada del caso, Alejandra Gil, la que decida si hay delito en ello, pero los hechos son los que son e incluso la auditoría encargada por el propio Bartomeu lo confirmó punto por punto. A la pregunta de qué necesidad tenía una institución como la azulgrana de meterse en ese berenjenal, la respuesta no puede ser otra que ninguna.
Se fraccionaron los pagos para que la junta directiva no tuviese constancia
A la ruinosa situación institucional se une la económica, con 1.173 millones de deuda (730 a corto término) y con una pandemia que ha dejado el estadio vacío y el museo y las tiendas cerradas, lo que, obviamente, ha afectado a los ingresos. El Barça, por ejemplo, ni siquiera pudo fichar a Eric García en el mercado de invierno por 300.000 euros y pagar a plazos hasta 10 millones porque no había un euro en la caja, a pesar de la insistencia de un Ronald Koeman que lleva pidiendo un central desde que se sentó en el banquillo. Y deportivamente, la situación tampoco está para tirar cohetes.
Pendientes de Messi
Leo Messi termina contrato el próximo mes de junio y aún no ha comunicado públicamente qué hará. El burofax dejó al Barça patas arriba, pero Bartomeu se mantuvo en sus trece y no le dejó marcharse pese a que, según el jugador, se lo había prometido. Laporta, Font o Freixa tendrán que sentarse a hablar con el 'crack' más pronto que tarde, convencerle para que se quede y negociar un nuevo contrato que en poco o nada se parecería al que destapó 'El Mundo' hace un mes. No parece tarea fácil, la verdad, y a nadie se le escapa que el argentino ha sido y es la piedra angular del proyecto deportivo. Hay un Barça con Messi y otro sin él.
La plantilla ha envejecido con renovaciones y fichas millonarias que imposibilitan su venta por un precio adecuado para las necesidades que ahora tiene el club y hay jugadores como Coutinho o Umtiti a los que será difícil amortizar. Mientras, a los brotes verdes todavía les falta tiempo para crecer. Los dos que han cuajado mejor han caído: Ansu Fati ha vuelto a pasar por el quirófano y no tiene fecha estimada de reaparición y Pedri se lesionó el pasado sábado en Sevilla y no podrá disputar el choque de vuelta de este miércoles en las semifinales de la Copa del Rey.
Una Copa que es el camino más corto para conseguir un título, como admitió el propio Koeman, pero que está cuesta arriba con el 2-0 de la ida, mientras que en la Liga dependen de que el Atlético pinche y el 1-4 del PSG en la Champions se antoja imposible de remontar. Y renovar la plantilla con la situación económica actual parece inimaginable, por mucho que en plena campaña electoral el candidato Toni Freixa se empeñe en asegurar que tiene ya apalabrados dos fichajes de campanillas. En definitiva, todo son sombras se mire por donde se mire y no hay manera de encontrar un resquicio para el optimismo a corto plazo. Es la tormenta perfecta y no tiene pinta de que escampe en breve.
Ni los aficionados azulgranas con más solera recuerdan un momento como el que está viviendo ahora mismo el FC Barcelona. Se ha formado la tormenta perfecta y jarrea con ganas desde diferentes ámbitos en un club que hasta no hace mucho presumía de valores, de excelencia deportiva, económica y social. La noticia de la detención del expresidente Josep Maria Bartomeu, su mano derecha, Jaume Masferrer, el director general, Òscar Grau, y el director de los Servicios Jurídicos, Román Gómez Pont, cayó como una bomba entre un barcelonismo que no tiene nada que celebrar y mira avergonzado lo que sucede en las oficinas que registraron este lunes los Mossos d’Esquadra en el marco de las investigaciones por el 'Barçagate'. Este es, sin duda, el momento más grave de la historia del club y el próximo presidente, que será elegido el domingo 7 se enfrenta a una situación delicadísima, una cornada con varias trayectorias difícil de manejar.