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La polémica se calienta en EEUU y el COI no reacciona: ¿qué hacer con las atletas trans?
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Debate incómodo y pospuesto

La polémica se calienta en EEUU y el COI no reacciona: ¿qué hacer con las atletas trans?

Crece en EEUU la polémica sobre deportistas transexuales participando en competiciones femeninas. Federaciones y comités nacionales de otros países advierten de que el COI no se ha atrevido aún a regular este asunto

Foto: La atleta sudafricana Caster Semenya, tras una carrera en 2019. (Reuters)
La atleta sudafricana Caster Semenya, tras una carrera en 2019. (Reuters)

Se trata del clásico asunto que pocos mencionan en público, pero todo el mundo olímpico comenta en privado: el Comité Olímpico Internacional (COI) tiene un serio problema por resolver con la cuestión de las deportistas trans. Como resume una campeona española de atletismo de la década de los dos mil, “lo que no podemos es excluir a Caster Semenya [atleta sudafricana campeona del mundo y retirada del circuito en 2018 por sus altos niveles de testosterona] de las competiciones porque tiene unos niveles congénitos de andrógenos que son elevados para la norma general de las mujeres, y sin embargo permitir a una atleta trans que lleva una década de trayectoria como deportista masculino”.

Algunas federaciones (el caso más relevante es el rugby) han dejado de aceptar este año que deportistas transgénero (específicamente, mujeres que al nacer se les asignó el sexo femenino) compitan en la élite femenina después de completar su transición personal. Pero estas decisiones generan fuertes críticas del móvimiento LGTB+ y de algunos partidos y asociaciones. El debate entre los partidarios del ‘café para todos’ (puede competir cualquiera que tenga un nivel de testosterona legal) y los partidarios de excluir a algunas transexuales de la competición olímpica ha sido silenciado este año por la grave incógnita que se cierne sobre los Juegos Olímpicos de Tokio: su propia existencia.

Foto: La jugadora de rugby Alba Noa (Foto: Carmen Castellón)

De hecho, los Juegos de 2020 iban a ser los primeros que contaran con mujeres transexuales en la mayor cita deportiva del planeta. Dos atletas estuvieron muy cerca antes de suspenderse la cita por el coronavirus: la voleibolista brasileña Tiffany Abreu (nacida como Rodrigo, que jugó en la Superliga de voleibol masculino de su país) y la levantadora de peso neozelandesa Laurel Habbard (ganadora de la pasada Copa del Mundo de Halterofilia de Roma 2020), cuyo nombre fue Gavin hasta que cumplió los 30 años.

Este próximo verano, salvo sorpresas inesperadas, tan solo la estadounidense Chelsea Wolfe —campeona panamericana de ciclismo BMX— podría completar el terceto. (“Lo que me encanta es ser la persona que necesitaba cuando era más joven”, dijo en una entrevista cuando surgió esta posibilidad).

¿Derechos humanos?

El debate sobre la cuestión transgénero, según diversas fuentes consultadas por El Confidencial, viene lastrado gravemente por la falta de investigación científica contrastada y el miedo existente en los dirigentes a tomar decisiones que sean criticadas desde diversas ideologías. Javier Gil Quintana, profesor asociado de la Universidad de Valencia, es miembro de Actividad Física, Educación y Sociedad (AFES), uno de los primeros grupos de investigación que a nivel mundial trataron la inclusión de personas trans en el deporte. Según Gil, uno de los principales problemas es que se tiende a ejemplificar el debate únicamente con modalidades como la halterofilia: “Por un lado, no está del todo claro cuáles son las capacidades que hacen a una persona despuntar en cada deporte; no es lo mismo ganar en atletismo, que en fútbol o tiro con arco. Cada deporte exige unas habilidades distintas”.

placeholder XVIII Copa de España de Halterofilia. (EFE)
XVIII Copa de España de Halterofilia. (EFE)

“Faltan estudios que demuestren una superioridad de hombres sobre mujeres en cada uno de estos aspectos”, profundiza Gil: “Se separa siempre a hombres y mujeres, y ni siquiera esta tiene por qué ser la mejor forma. Por ejemplo, hay natación sincronizada mixta en Mundiales y Europeos desde hace años, pero no en los Juegos Olímpicos. Empieza a haber guiños, se están dando cuenta de que no todos los deportes tienen que ser segregados por género”, reflexiona el también presidente de Samarucs, un club deportivo LGTB+.

Hoy en día, cada federación internacional marca sus propios requisitos a la hora de permitir la participación de mujeres intersexuales o trans en la categoría femenina. La Asociación Internacional de Federaciones de Atletismo exige, por ejemplo, que las atletas regulen su producción natural de testosterona hasta dejarla por debajo de cinco nanomoles por litro de sangre. El Comité Olímpico Internacional, sin embargo, permite el doble de esa cantidad.

La incertidumbre del coronavirus hará que en Tokio, de celebrarse los Juegos, sigan vigentes las pautas aprobadas en 2015. Pero todo el mundo sabe que después habrá una actualización de las normas: podría darse el caso de que hubiese tres atletas pioneras trans en 2021 y ninguna en París 2024.

Foto: Tiffany (d), anteriormente como Rodrigo Abreu (i)

¿Daño y justicia?

El español Francisco Javier López Frías es profesor asociado en la Universidad Estatal de Pensilvania (Estados Unidos) e investigador en el Centro de Ética Aplicada Rock Ethics. Recientemente, ha publicado un artículo sobre transgénero y deporte de competición en la revista 'Sport, Ethics and Philosophy' (con el filósofo César Torres y la exatleta gallega María José Martínez Patiño, hoy profesora universitaria y asesora del COI, que durante su carrera fue sancionada dos años como atleta intersexual).

En conversación con este periódico, López Frías divide los “dos grandes temas” que plantea el debate de la transexualidad en el deporte: “La protección de la atleta femenina y la justicia competitiva”. El primero se centra en “proteger a mujeres que compiten contra atletas con una configuración biológica más fuerte y vigorosa” en deportes como el rugby o la lucha libre. Un asunto que en Estados Unidos se complica por la estrecha conexión existente entre el deporte universitario y el profesional (un vínculo que no existe en Europa).

placeholder Simpatizantes estadounidenses animan a su equipo en el último Mundial de Fútbol Femenino. (EFE)
Simpatizantes estadounidenses animan a su equipo en el último Mundial de Fútbol Femenino. (EFE)

“Permitir a niños o niñas transgénero competir en edad escolar es más peligroso todavía”, afirma López Frías, “dado que se compite por becas, por acceso a campeonatos, etc. Se lo toman en serio. La competición desde la infancia complica todo adicionalmente. Proteger a las niñas es una preocupación de los padres, hay ya muchas quejas en este país. De hecho, existe una novedosa lesión específica de rodilla, cada vez más frecuente, por el modo en que algunas atletas que fueron hombres hacen el ‘tackling’... La cuestión del daño físico es muy importante”.

El segundo aspecto a considerar es el equilibrio de la competición, la equidad, que afecta a cualquier deporte, individual o de equipo, con más o menos contacto. “Las categorías segregadas por sexos para que las mujeres accediesen a la élite en deportes como el fútbol, el baloncesto o atletismo”, indica López Frías, “están ahora puestas en cuestión con la conquista de espacios por parte de mujeres trans. ¿Siguen valiendo las categorías por sexo?”, pregunta. “Ese es el gran problema actual: personas que nacen con biología masculina y deciden que su identidad es otra (de las muchas que hay hoy). El caso más grave para el deporte, sin duda, son los hombres que eligen una identidad femenina y luego compiten contra mujeres”.

Foto: Caster Semenya, durante una prueba de la Diamong League en Suiza. (Reuters)

Hoy, el sexo se mide fundamentalmente por los niveles de testosterona (factor clave en el comentado caso de Semenya). “Es imprescindible ir más allá y observar otros aspectos”, incide el profesor. “Por ejemplo, cómo se ha formado esa persona. No es lo mismo permitir a un hombre que ha jugado toda la vida al fútbol participar en fútbol femenino que autorizar a una mujer transexual que nunca ha jugado al fútbol. Ese factor temporal de desarrollo del cuerpo y de las habilidades a lo largo de la vida se debe tener en cuenta para saber a quién se le puede permitir competir. Y requiere ir caso a caso, para asegurar la justicia. Mirar más allá de lo puramente biológico. Determinar quién tiene y quién no ventaja, para asegurar el equilibrio competitivo”.

En Estados Unidos, la abundancia de casos está generando un debate fuertemente ideologizado, con destacadas ‘influencers’ como la mujer trans canadiense y ciclista de élite Verónica Ivy (antes Rachel McKinnon), también profesora de filosofía y gran defensora de la inclusión trans (fuertemente resistida por algunas corrientes feministas). De hecho, una de las primeras medidas de Joe Biden como presidente estadounidense ha sido desbloquear una ley de trato igualitario a personas transexuales, no ejecutada por Donald Trump, que promueve la igualdad de oportunidades en todas las actividades sociales (por supuesto, también en el deporte). Los conservadores acusan a Biden de cargarse el deporte femenino, gran seña de identidad del país norteamericano, en una polémica que está muy lejos de apaciguarse y que se exportará muy pronto a otros continentes. Como resume López Frías desde Pensilvania, “el deporte es un derecho humano, claro está, ¿pero competir en el deporte de élite es un derecho humano?”.

"El deporte es un derecho humano, claro está, ¿pero competir en el deporte de élite es un derecho humano?"

Semenya, precisamente, anunció a finales de 2020 un nuevo paso en su cruzada legal frente a la IAAF, llevando su caso al Tribunal Europeo de los Derechos Humanos. Para Juan Ramón Liébana Ortiz, experto en arbitraje deportivo, lo más conflictivo es el tratamiento hormonal para rebajar los niveles naturales de testosterona que se le solicita para poder participar (y que podría crear jurisprudencia): “Desde el punto de vista deportivo, parece razonable la posición de la Asociación Internacional de Federaciones de Atletismo, se ponen unos criterios para poder cumplir con la igualdad con el resto de competidores. Claro, esto no compagina bien con los derechos humanos de estas deportistas, puede ser una forma de discriminación. ¿Por qué me tengo que meter química en el cuerpo si yo soy como soy?”.

“El aumento de la población transexual en el planeta obliga a solucionar esto de alguna manera”, afirma una pujante fuente del olimpismo español a este periódico. Entre las posibles soluciones contempladas a corto plazo está, por supuesto, mantener las categorías segregadas por sexo (“el sistema menos malo conocido hasta ahora”, apunta López Frías), crear una tercera categoría mixta, "restringir los deportes que favorecen rasgos masculinos o generar deportes muy altamente competitivos con equipos mixtos y de diversas identidades, donde no se note tanto la influencia de un solo individuo que tenga una capacidad muy superior a la media".

Martínez Patiño: "Rigor"

La exatleta y doctora universitaria María José Martínez Patiño, profesora e investigadora de la Universidad de Vigo y miembro de la Comisión de Expertos del COI en Transgénero e Hiperandrigenismo, no niega la existencia de una “auténtica patata caliente para el futuro inmediato”. Asume que una manera de analizarlo puede ser “lo políticamente correcto, en función de la normativa social de inclusión, que nadie cuestiona. Pero hay otra perspectiva, que es el rendimiento deportivo y la ciencia. En mi opinión, si queremos mirar hacia otro lado y publicar normas que no generen ninguna controversia, puede hacerse. Pero si estamos legislando para proteger el deporte de hoy y el del futuro, debemos ser justos en todo. No solo cuando hay un caso como el de Semenya, sino aplicando el rigor científico siempre”.

placeholder España-Holanda, final del Campeonato de Europa femenino de rugby de 2019. (EFE)
España-Holanda, final del Campeonato de Europa femenino de rugby de 2019. (EFE)

Javier Gil asegura que “una queja habitual en el colectivo es que solo se señala a las deportistas trans que despuntan. (…) Hay muchas mujeres trans sin medallas, porque tendrán menos capacidades o rendimiento deportivo, pero a ellas se las deja en paz. Solo se las señala si se gana algo”.

La anteriormente mencionada atleta y campeona española de la década de los dos mil, que prefiere hablar desde el anonimato, es más rotunda: “Desde el punto de vista científico, nadie se cree que por bajar los niveles hormonales una mujer trans deja de tener ventaja deportiva. Nadie se lo cree. ¿La testosterona gobierna todo el rendimiento deportivo? ¿Un hombre que ha estado 10 años compitiendo como hombre en una disciplina deportiva no tiene memoria muscular, no recuerda nada por haber bajado sus niveles hormonales? Nadie se atreve a poner el cascabel al gato, porque hay muchísimos intereses en juego. Pero que quede claro: después de los Juegos de Tokio, este es el principal asunto en la mesa del COI. Y el problema es que hay disponible muy poca investigación seria. Pero el ‘café para todos’ no se sostiene, y lo saben”.

Se trata del clásico asunto que pocos mencionan en público, pero todo el mundo olímpico comenta en privado: el Comité Olímpico Internacional (COI) tiene un serio problema por resolver con la cuestión de las deportistas trans. Como resume una campeona española de atletismo de la década de los dos mil, “lo que no podemos es excluir a Caster Semenya [atleta sudafricana campeona del mundo y retirada del circuito en 2018 por sus altos niveles de testosterona] de las competiciones porque tiene unos niveles congénitos de andrógenos que son elevados para la norma general de las mujeres, y sin embargo permitir a una atleta trans que lleva una década de trayectoria como deportista masculino”.

Transexual Comité Olímpico Internacional (COI) Caster Semenya
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