El Barça frena su caída imponiéndose en el Camp Nou al líder de la liga (2-1)

Es difícil engancharse al fútbol cuando tiene poco sentido dentro del panorama general y se disputa un partido entre el Barça y el líder de la Liga porque se adelanta al calendario debido a la Supercopa. Nos lo están poniendo difícil, pero resistimos. Un prado, una pelota, dos equipos y a ver quién es mejor. En el fondo es volver a las esencias, al por qué te gusta. Y en este batiburrillo un Barça en descomposición de repente sale a jugar ante la Real Sociedad gustándose, combinando y, redoble de tambor, incluso sobreponiéndose a un gol en contra por primera vez en la temporada. No hay lógica: es.

Está el Barça tan pachucho, tan blandito, que todo lo que no sea hundirse frente a cualquier adversidad, vale. Así que después del gol de Willian José en el 28’, siendo el Barça el que dominaba y mandaba y teniendo ya una excusa, resulta que siguió intentándolo y el derechazo de Alba en el 31’ fue gloria bendita. El tanto de De Jong en el 43’ hizo justicia, pero todo está tan cogido por pinzas que en la segunda parte y sin que la Real hiciera un alarde, los de Koeman volvieron a empequeñecerse. El holandés ya ha dejado claro que, visto lo visto, lo único que le interesa es ganar como sea. Y después de una primera mitad en la que fueron mejores, tocó aguantar en la segunda.

Ni enamora, ni embelesa, ni infunde confianza en el futuro. Pero al menos no la pifiaron en un saque de banda como en Cádiz y es fundamental ajustar las expectativas a lo que es ahora el Barça. Todo lo que no sea cagarla a lo grande, vale por el momento. Ya ni siquiera es importante tener la pelota. Lo único que puede devolverles la autoestima y sacarles del hoyo son los tres puntos. Dicho y hecho. Para un equipo con tembleque, sin líder porque Messi está pero no está y hace rato que ya se ha ido, sin Piqué y sin Ansu Fati lesionados, sin presidente, sin amo, al menos fueron capaces de remontar y de sumar tres puntos ante una Real que podría haber pegado un puñetazo en la mesa y sólo hizo ruidillo con los cubiertos.

Suena a poco porque lo es. Un sucedáneo infumable, pero este Barça no está para trotes ni la Real Sociedad le exigió. No me extraña que el aficionado dimita, pero ya parece una mera cuestión de resistir aunque sólo sea para contarlo.