El Barcelona sobrevive en Valladolid quejándose del árbitro y dando angustia
El conjunto de Setién volvió a pasarlas canutas para aguantar los tres puntos ante un rival que coquetea con la zona de descenso. Los jugadores se volvieron a quejar del VAR, pero no hay excusas
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En el minuto 75’, ganando 0-1, Gerard Piqué se echó a reír después de un agarrón de Javi Sánchez que el árbitro Mateu Lahoz no percibió como penalti. A continuación hubo la pausa de hidratación y el central no dejó de protestar. Antes y después durante toda la segunda parte el Barça no había disparado ni una sola vez a puerta, se echó atrás y terminó achicando balones como un equipo pequeño mientras Ter Stegen despejaba hasta en el minuto 92’ un disparo de Sandro.
Al Barcelona la llorera del VAR y los presuntos favores al Madrid que hasta Bartomeu señaló hace una semana le vienen de perlas para tapar sus miserias, que son unas cuantas. Para empezar, que no son capaces de jugar 90’ mostrando un nivel aceptable. Para terminar, que ni siquiera poniéndose por encima en el marcador pueden serenarse y manejar un partido. No hay control, ni ritmo, ni plan alguno, pero la tabarra del VAR y los árbitros es la constante, la excusa perfecta para quien no quiera ver.
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Setién volvió a agitar el equipo y salió con un sistema de tres centrales, con Sergi Roberto junto a Lenglet y Piqué y con Semedo y Alba de carrileros. Luis Suárez se quedó en el banquillo y Riqui Puig volvió a ser titular. La primera parte, sin ser brillante, funcionó y el gol de Arturo Vidal en el minuto 15’ a pase de Messi certificó la superioridad azulgrana. Parecía coser y cantar a pesar de algún susto como el de Kike Pérez en el 37’ que chutó al césped y no a la pelota hasta que se fueron al descanso y apareció el otro Barça.
El desdibujado, cansado, sin energía ni ideas y con cambios incomprensibles como el de Riqui Puig por Rakitic a los diez minutos. Al Barça, además de fútbol, le hacen falta piernas y el entrenador sustituye a Puig, en fin… El resultado fue que todo el control se esfumó y el Valladolid se lo fue creyendo hasta subírseles a las barbas. El sufrimiento en los últimos minutos fue extremo porque el Barça era un equipo fundido que no sabía ni qué hacer con la pelota y sólo quería que los minutos corrieran.
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La polémica constante
Luis Suárez en el 71’ y más tarde Piqué reclamaron sendos penaltis a Mateu Lahoz y el último cuarto de hora fue casi un monólogo del equipo local frente a un Barça tieso y confuso que vivía en un suplicio constante. Si sobrevivió fue gracias a Ter Stegen y a la escasa pólvora del Valladolid; es un equipo que subsiste y continua presionando a un Madrid que no falla, pero al que se le ve agonizante.
Setién reconoció al final del partido cansancio y que les costó defender frente a un equipo que está coqueteando con los puestos de peligro. “Hacía mucho calor, el campo se ha secado mucho y había varios jugadores a los que se les notaba. Llevamos mucho desgaste y es normal porque llevamos mucha tralla”, argumentó. A estas alturas ya no hay argumento que se sostenga por parte de un entrenador que afirmó en la previa que la fatiga no era un problema o que hace una semana tras ganar al Villarreal se vino arriba diciendo a los periodistas que no le iban a convencer de que su Barça jugaba mal.
Arturo Vidal: "Sabemos que en el segundo tiempo nos cuesta coger el ritmo. Tenemos que mejorar y volver más concentrados". #VolverEsGanar pic.twitter.com/dMZSi1jjs8
— Fútbol en Movistar+ (@MovistarFutbol) July 11, 2020
Ya ni siquiera cuela la polémica constante de los arbitrajes al Real Madrid. Porque el Barça no es líder después de empatar tres partidos e incluso ganando por la mínima las pasa canutas y el VAR no tiene nada que ver con sus pesares, con su falta de aliento, con su ausencia de fútbol. Resulta hasta incómodo verles defender un 0-1 como gato panzarriba en Valladolid. Pero esto es lo que hay.
En el minuto 75’, ganando 0-1, Gerard Piqué se echó a reír después de un agarrón de Javi Sánchez que el árbitro Mateu Lahoz no percibió como penalti. A continuación hubo la pausa de hidratación y el central no dejó de protestar. Antes y después durante toda la segunda parte el Barça no había disparado ni una sola vez a puerta, se echó atrás y terminó achicando balones como un equipo pequeño mientras Ter Stegen despejaba hasta en el minuto 92’ un disparo de Sandro.