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Aleix Gómez, el descarado novato de España que siempre va al choque
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LOS HISPANOS GANARON 32-25 A ISLANDIA

Aleix Gómez, el descarado novato de España que siempre va al choque

Aleix Gómez y Ferrán Solé forman una de las mejores parejas posibles en el extremo derecho. Ambos ocupan el lugar que antes fue de Víctor Tomás y se salieron goleando a Islandia

Foto: Aleix Gómez, en el primer partido de España. (Reuters)
Aleix Gómez, en el primer partido de España. (Reuters)

En la vida real, Aleix Gómez es un tipo alto, todos los que miden 1.82, lo son. En el balonmano... no tanto. Más bien lo contrario, en un mundo de gigantes, se le ve pequeño, no solo por la altura sino también por el resto del cuerpo, que va acorde a lo que se espera. Aleix convive con jugadores que son más altos, más anchos e, incluso, más profundos que él, estructuras humanas que parecen montañas. El balonmano engaña en televisión, los protagonistas son mucho más altos de lo que el espectador se imagina y el contacto, que en pantalla parece liviano, es un constante choque de trenes. Con todo eso, el miedo sería permisible, pero Aleix Gómez no es nada parecido a eso. Si ve un choque, él se acerca, a ver qué puede hacer, como se pudo comprobar en la victoria de España a Islandia este domingo 32-25 en el segundo partido del Mundial de Alemania.

Gómez es el novato, el único novato de la selección. Llegó al equipo en la pretemporada y se dio cuenta de que estaba rodeado de campeones de Europa. Su nombre era el único que no aparecía en la relación del título del pasado enero, pero tampoco eso lo iba a importar demasiado. Ya se ha encontrado en otras antes en las que no se esperaba demasiado de él y se rebrincó para buscar su sitio. Solo Dani Dujshebaev es más joven que él en el equipo, ambos fueron campeones del mundo juveniles y se conocen de sobra.

Foto: balonmano-nba-aguinagalde-corrales-dujshebaev

Se podría pensar, con todo lo dicho, que ha llegado para ser secundario. Error, eso en España no se contempla. Jordi Ribera, el seleccionador, exige mucho a sus jugadores y, por eso mismo, trata de mantenerles poco tiempo en cancha. Son muchos, pero también rotan mucho y cuando les toca tienen que dar un paso adelante. No vale la falta de experiencia como excusa, se arrima el hombro y se da un paso adelante. Cuatro goles en cinco lanzamientos hablan muy bien del desparpajo del novato. Fue uno de los mejores en las victoria de España contra Islandia, que en principio se presentaba como uno de los rivales más duros de este primer grupo. En todo momento los Hispanos controlaron el juego y mantuvieron ventajas más o menos cómodas.

Lo de Gómez sorprende, pero solo en parte. Ya en su equipo, el Barcelona, ha demostrado que no le pesa la competencia y que está preparado para lo que le pidan. Canterano, le ascendieron al primer equipo con malas perspectivas, pues el club había fichado a Yannis Lenne, extremo internacional en la poderosa Francia, y se esperaba que no tuviese mucho tiempo para dar su mejor versión. El galo terminó pidiendo salir del equipo, volver a casa, porque Gómez no tardó en comerle la tostada. Lo que parecía un muro se convirtió así en un motivo para que le observasen más de cerca, el jovencito había derribado una estrella.

placeholder La selección, en el partido contra Islandia.  (Reuters)
La selección, en el partido contra Islandia. (Reuters)

Solé, la pareja de baile

La marcha de Lenne le dejó cohabitando con Víctor Tomás en el extremo derecho del Barcelona. Y les ha ido bien, la experiencia máxima de uno, historia viva del deporte, con el descaro y el talento de Gómez, que poco a poco ha ido cimentando su posición en el equipo y ha logrado ocupar la plaza que en el pasado europeo fue para David Balaguer. En aquellas, la polémica llegó, precisamente, por Tomás, que no entendió que Ribera le dejase fuera de la lista para un gran campeonato. Cuando has sido internacional en 167 ocasiones, como era el caso, tienes cierto derecho a pataleta. Se quedó fuera y pronto se olvidaron de él, porque España terminó campeona y nadie se acuerda de los ausentes cuando el resultado es la gloria.

El que le quitó la plaza en aquel momento fue otro joven, descarado y brillante. Ferrán Solé, que ahora juega en el Toulouse, tuvo que dar un paso adelante y hacerse con la posición de Tomás, y lo hizo brillantemente. Fue incluido en el mejor 7 de ese europeo y ahora se ha consolidado como una de las claves de esta selección. Lo demostró contra Islandia, pues fue el máximo goleador del equipo. Cinco tantos en siete lanzamiento, otro que cuando apunta no se anda con chiquitas. Es un buen lanzador y un buen fajador.

Foto: Fernando Llorente celebra un gol con el Tottenham. (Efe) Opinión

Los que se reparten el extremo derecho son también los lanzadores de penalti. No se parecen demasiado físicamente, Sole es más alto, extraño para la posición, y tiene más tendencia a irse por dentro y ayudar a los laterales. La tradición marca que juegan en las esquinas y no intervienen en el juego más que cuando les buscan, normalmente porque se ha abierto un claro en la defensa rival. con Solé no es el caso, él se implica más y tiene cuerpo suficiente para pelearse y definir incluso entre las torres rivales.

Dos partidos y dos victorias, pero a España le queda lo más duro. Era obvio que los cuatro europeos eran los fuertes del grupo y ahora, después de dos jornadas, más o menos se entiende que Islandia es el rival más débil. Y eso que Aron Palmarsson puede competir en hechizo con cualquiera. Quedan Croacia y la Macedonia de Lazarov. Y después, los cruces. Queda mucho y el Mundial es largo. Los primeros pasos, eso sí, suenan bien.

En la vida real, Aleix Gómez es un tipo alto, todos los que miden 1.82, lo son. En el balonmano... no tanto. Más bien lo contrario, en un mundo de gigantes, se le ve pequeño, no solo por la altura sino también por el resto del cuerpo, que va acorde a lo que se espera. Aleix convive con jugadores que son más altos, más anchos e, incluso, más profundos que él, estructuras humanas que parecen montañas. El balonmano engaña en televisión, los protagonistas son mucho más altos de lo que el espectador se imagina y el contacto, que en pantalla parece liviano, es un constante choque de trenes. Con todo eso, el miedo sería permisible, pero Aleix Gómez no es nada parecido a eso. Si ve un choque, él se acerca, a ver qué puede hacer, como se pudo comprobar en la victoria de España a Islandia este domingo 32-25 en el segundo partido del Mundial de Alemania.

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