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Un 'viejo' con solo 26 años de edad: por qué Javi Fernández se jugaba la última carta
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intuye que no participará en otros juegos

Un 'viejo' con solo 26 años de edad: por qué Javi Fernández se jugaba la última carta

Un patinador sobre hielo tiene una carrera deportiva corta, el físico es castigado de manera brutal. Javier Fernández, con sólo 26 años de edad, es ya un veterano

Foto: Javier Fernández luce la medalla de bronce ganada en Pyeongchang. (Reuters)
Javier Fernández luce la medalla de bronce ganada en Pyeongchang. (Reuters)

“Es como haber ganado una medalla de oro”. No se colgó el dorado metal Javier Fernández, sí un bronce que le sabe como el mejor de los bocados. El sobresaliente deportista español sólo tenía una bala en la recámara y no falló. Su excelso palmarés no podía quedarse sin un metal olímpico y el madrileño no falló en PyeongChang. Sí, estaba obsesionado el nuestro con estos Juegos de Invierno porque tiene claro que han podido ser los últimos de su carrera deportiva. Empieza a estar 'viejo' y sólo tiene 26 años…

“Han podido ser mis últimos Juegos Olímpicos”, reconoció el patinador nada más firmar el momento cumbre de su carrera. Sí, ha ganado dos campeonatos del mundo, otros dos bronces en este certamen, también seis campeonatos de Europa, pero una presea olímpica es otra cosa… Un expediente deportivo sólo luce con una brillantez especial cuando se obtiene un premio en unos Juegos Olímpicos. Y sólo disponía ya de una oportunidad más. El castigo que sufre el físico de un patinador es tan brutal que en plena juvenud, todos asumen que han entrado en la recta final de su vida deportiva.

Cumple 27 años en abril Javier Fernández, que tiene muy claro que será extremadamente complicado estar presente en los Juegos de Pekín en 2022. Desde hace tiempo tenía claro que en Corea del Sur no podía fallar, que casi con total seguridad sería su última ocasión. En Sochi, hace cuatro años, un mínimo error le arrebató una medalla que acariciaba con la yema de los dedos. Repitió un triple Salchow, sin que el segundo salto estuviera aderezado por un elemento diferente a renglón seguido, y el severo código dictó sentencia. “Ahora me he sacado la espina que tenía clavada desde Sochi”, reconoció con el bronce bien agarrado en PyeongChang.

El implacable desgaste

El patinaje sobre hielo es implacable, castiga el físico del deportista de manera brutal. La dureza de la superficie, los giros, los saltos, las piruetas… Muchos factores que unidos provocan que diferentes zonas sean castigadas a diario y sin remisión. Los pies, las rodillas y los tobillos son las zonas más dañadas, igual que la espalda y la cadera. Las tendinitis en los miembros inferiores con frecuentes, los impactos cuando el cuerpo cae a plomo sobre la capa de hielo son secos y violentos. Y después de miles de ejercicios, el cuerpo va perdiendo poco a poco el vigor de antaño.

“Es un deporte que desgasta mucho físicamente y en mi caso también el estar fuera de casa y alejado de los míos es un aspecto que con el paso de los años hay que tener en cuenta”, relataba Javier Fernández hace tiempo en una entrevista concedida a El Confidencial. “Es muy difícil mantenerse muchos años ahí arriba y eso desgasta a cualquier persona y deportista. Lucharemos hasta que se nos apague la mecha”, añadió. Y esa mecha cada vez es más corta, como él mismo reconoce.

En un país sin tradición en la práctica del patinaje sobre hielo, se vio obligado a emigrar a Canadá para cumplir un sueño. Horas y horas de soledad, alejado de los suyos, con duros entrenamientos diarios, acabaron forjando un deportista legendario. Y una poderosa mente para afrontar retos de todo tipo. ”En la alta competición, o estás preparado y eres fuerte o no podrás dar tu mejor versión. La mente se entrena cada día, en cada entrenamiento, y en todo momento uno está preparando su próxima competición. Como se dice en estos casos, hay campeones de entrenamientos y campeones de competición”, explicaba Javier a este periódico.

Un rival, un amigo

Más mérito tiene si cabe lo conseguido en PyeongChang, también en otras competiciones, cuando ha tenido que competir con un fuera de serie como el japonés Yuzuru Hanyu, un portento sobre el hielo, el indiscutible número 1 en los últimos años. Un patinador que hace cosas que sus rivales no son capaces de copiar. Como era de prever, el nipón se colgó la medalla de oro esta vez. Ha sido él el que ha alimentado de mayor ambición al español, con el que entrena desde hace años, unidos ambos por una estrecha amistad. “Sin Javi no habría ido a Canadá, tampoco habría podido soportar la dureza de los entrenamientos”, reconoció el japonés tras ganar la competición en Corea del Sur.

Muchas veces ha reconocido Javier Fernández que los dolores le han atormentado antes de afrontar una gran competición. Los golpes son habituales en su vida cotidiana, el cuerpo queda nítidamente señalado con moratones, aquí y allá, igual que los esguinces también son frecuentes en la vida de un patinador. Muchas veces tuvo que parar porque los impactos dejaban el cuerpo del español tan magullado que le era imposible realizar esos ejercicios tan llenos de plasticidad y precisión, pero de tan compleja ejecución.

placeholder En la imagen, Yuzuru Hanyu, medalla de oro en PyeongChang. (EFE)
En la imagen, Yuzuru Hanyu, medalla de oro en PyeongChang. (EFE)

Maestro en el futuro

Por el momento continuará subido en esos patines con los que hace arte sobre el hielo. Pero sabe que más pronto que tarde le tocará tomar una decisión definitiva y dolorosa. En una especialidad de tanta minuciosidad, el paso del tiempo incide en esos pequeños detalles que inclinan la balanza hacia un lado u otro, y más cerca de los 30 años que de los 20, ya empiezan a ser determinantes en la carrera de un patinador. La experiencia de Javi es un punto a favor, pero no olvida que los más jóvenes como Yuzuru Hanyu (23 años) disponen de una carrocería menos desgastada, factor fundamental cuando se está establecido en la élite.

Mira hacia el futuro y tiene claro que el mundo del patinaje español necesita de más fuertes impulsos para que aparezcan figuras de su enorme categoría. En España no hay lugares donde un soñador como él pueda lucirse. Tuvo que buscar esos escenarios a miles de kilómetros para desplegar todo su talento, hasta convertirse en uno de los más grandes deportistas de la historia de nuestro país. “Mi objetivo es trabajar para que el día de mañana pueda aportar todos los conocimientos que estoy adquiriendo”, expresó en este periódico. “Se trata de que todas aquellas personas que deseen practicar nuestro deporte tengan facilidades y medios para poder hacerlo”, enfatizó. Seguirá haciendo magia sobre el hielo un tiempo más, pero cuando se quite los patines, su sabiduría servirá para que las nuevas generaciones puedan cumplir sueños similares a los suyos...

“Es como haber ganado una medalla de oro”. No se colgó el dorado metal Javier Fernández, sí un bronce que le sabe como el mejor de los bocados. El sobresaliente deportista español sólo tenía una bala en la recámara y no falló. Su excelso palmarés no podía quedarse sin un metal olímpico y el madrileño no falló en PyeongChang. Sí, estaba obsesionado el nuestro con estos Juegos de Invierno porque tiene claro que han podido ser los últimos de su carrera deportiva. Empieza a estar 'viejo' y sólo tiene 26 años…

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