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"Este vino se puede mejorar": por qué Sainz es una leyenda viva tras ganar el Dakar
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GANA SU SEGUNDO DAKAR, PRIMERO CON PEUGEOT

"Este vino se puede mejorar": por qué Sainz es una leyenda viva tras ganar el Dakar

Carlos Sainz ha ganado su segundo Rally Dakar, primero con Peugeot, y es la culminación de un proyecto complejo tras mucha pelea en las dunas y en los despachos para diseñar el coche

Foto: Carlos Sainz, este sábado en la localidad argentina de Córdoba. (EFE)
Carlos Sainz, este sábado en la localidad argentina de Córdoba. (EFE)

"Me voy al gimnasio, que aún me queda una sesión de fuerza". Ocho y media de una noche de finales de diciembre, Carlos Sainz abandonaba el acto de Peugeot en el que se despedía de la prensa camino al Dakar junto a Lucas Cruz. Aún tenía pendiente parte de la preparación física del día. En ese momento, cabía recordar a Kankkunen, Makkinen, Auriol, Gronholm, Delecour, Schwarz, Wilson, McRae, Burns —tristemente fallecidos— y tantos otros de sus rivales del Mundial de Rallies de los noventa ¿Dónde están ahora? Loeb llegó cuando Sainz iba de retirada. Sin embargo, el español acaba de ganarle, y también el Dakar por segunda vez.

¿Cómo convertirse en leyenda del automovilismo y, por ende, del deporte español? ¿Cómo ha logrado Carlos Sainz hacer ganadores a todos los equipos por los que ha pasado? Peugeot no ha sido una excepción. De rebote, el último gran triunfo de su carrera ha quebrado ese sambenito que solo le colgaban quienes no conocen la verdadera naturaleza de las carreras. El Matador se va por la Puerta Grande.

"No fastidies Carlos, no tienes remedio"

Febrero de 2016, Montmeló. Sainz cenaba con dos periodistas. El dueño del restaurante ofreció al piloto una botella de 'Pegaso', el vino de la marca cultivada en los viñedos del piloto. Tras el primer sorbo se quedó pensativo, mirada al aire: "Se puede mejorar...", contestó. "No fastidies, Carlos, no tienes remedio", le dijo bromeando uno de los periodistas. "¿Por qué?", preguntaba un Sainz incrédulo, todavía copa en mano. "Has contestado con tu propio vino igual que en aquel anuncio televisivo de Repsol que hiciste hace años. Igual que con cualquier coche que coges". Risas generalizadas. Así, toda su vida de piloto.

Foto: El español Carlos Sainz gana su segundo Dakar.

"Bruno, tú quieres ganar el Dakar, ¿verdad? Entonces escúchame por favor, déjame ayudarte". Con estas mismas palabras Sainz intentaba convencer a Bruno Famin —responsable de Peugeot Sport— de la necesidad de tomar otra dirección técnica con el 2008 DKR de 2015, un híbrido entre cuatro ruedas motrices y los 'buggies'. Sabía que iba a ser un desastre. La pareja española salió dando vueltas de campana por culpa de un coche muy difícil de conducir.

El piloto acudió a la reunión posterior en París decidido a romper su contrato si se mantenía aquel proyecto. Pero Peugeot corrigió el tiro y dejó a Carlos Sainz a cargo del desarrollo técnico del nuevo coche. Un ejemplo. En la sede de Peugeot Sport hace dos años, el piloto español mostraba orgulloso a un grupo de periodistas el neumático diseñado específicamente para el 3008 DKR, cuyo dibujo había modelado el propio Sainz. "No es por ponerme medallas, pero ha supuesto decenas de llamadas y correos electrónicos de ida y vuelta con Michelin a Estados Unidos". Se ahorraron diez kilos por cada rueda… El 3008 DKR es hoy un impresionante monstruo capaz de alcanzar los 196 km/h —como en este Dakar— con una capacidad de absorción verdaderamente asombrosa.

"No voy a parar hasta que me hagan caso"

Pero cada cosa en su sitio. Una sofisticada máquina de competición es el producto entrelazado de decenas de ingenieros y mecánicos, y de un fabricante dispuesto a firmar cheques e inversiones para el desarrollo técnico necesario. Sin embargo, el eslabón final es el piloto y su talento para saber exprimir un vehículo de carreras y poner en evidencia sus limitaciones, buscando nuevas soluciones técnicas que amplíen ese límite dinámico. Ya sabemos, siempre "se puede mejorar…". El piloto juega así un papel de catalizador técnico y liderazgo indiscutible, hasta llegar en no pocas ocasiones a tener que poner en ocasiones los atributos sobre la mesa.

Foto: Jesús Calleja durante su participación en este Rally Dakar 2018.

Como en los tiempos de Citröen, por ejemplo. Magda Salarich, alta ejecutiva en el Grupo PSA, intentó trasladar al piloto a través de terceros el mensaje desde Francia: "Carlos tiene a los ingenieros tremendamente cabreados". Sainz insistía en utilizar el diferencial de forma opuesta a como los técnicos creían. "Pues no voy a parar hasta que me hagan caso", fue su respuesta.

Se recuerdan así aquellos agotadores tiempos de Toyota en el Mundial, con más de 250 días fuera de casa probando los Celica hasta el agotamiento. O el comienzo de su relación con Subaru, cuando David Richards —el dueño del equipo— atribuía inicialmente a mero divismo de estrella las minuciosas correcciones técnicas que se le pedían. No sabía la que se le venía encima. Dos años después, su equipo había ganado el título con Colin McRae. No lo ganó con Sainz un año antes porque no quiso el propio Richards en aquella noche británica de troncos cruzados de noviembre de 1994.

Peterhansel: "Carlos se lo merece"

¿Y en Volkswagen? Mítica fue la frase de Kris Nissen, su máximo responsable, tras el primer triunfo del español en el Dakar de 2010. "Carlos Sainz está increíblemente orientado hacia los objetivos, y trabaja de una forma increíblemente estructurada. Todo el mundo en el equipo le respeta por su naturaleza y resultados, aunque no es fácil para los mecánicos y los ingenieros ser permanentemente empujados hasta el límite de su rendimiento". No extraña que Volkswagen retuviera luego a Sainz como asesor técnico para guiar el proyecto del Polo del Mundial de Rallies. Con indisimulada satisfacción, el español reconocía un día cómo Sebastian Ogier y Jari Matti Latvala (los pilotos oficiales) preguntaban ante cada novedad técnica que introducían los técnicos alemanes: "¿Ya lo ha probado Carlos? ¿Qué ha dicho?". Volkswagen ganó el título en su primer año y luego tres más.

Con Peugeot, Sainz abandonó el Dakar de 2016 con la carcasa de cambio rota cuando era líder. En una entrevista en 'Eurosport' ese mismo año, el propio Sebastian Loeb reconocía su sorpresa ante la velocidad del español. El análisis por GPS del kilometraje de todos los pilotos de Peugeot confirmó que había sido el más rápido. En 2017, Sainz se fue por un barranco de forma absurda cuando también lideraba un año más. Le duró meses la frustración. La de 2018 era su última gran oportunidad ante la retirada de Peugeot. Despres arrancó una rueda, Loeb reconocía sus dificultades para leer la arena y acabó en un agujero, Peterhansel el infalible sufrió dos accidentes… Ha sido una victoria incontestable en una de las ediciones más duras de las dos últimas décadas. Como ha reconocido el propio Peterhansel hace dos días —"Carlos se lo merece"— también es el fruto merecido de cuatro años de trabajo para el equipo.

Empezó ganando con un Seat Panda en 1981. 37 años más tarde sigue en lo más alto. Y con 55 años te dice en pleno Dakar y luchando por su segunda victoria: "Ya llovió un poco desde entonces, pero ¿sabes qué? ¡Que sigo disfrutando y divirtiéndome!". Aparte del propio Carlos Sainz y los suyos. ¿Hay alguien en España que no se haya alegrado de su victoria en el Dakar?

"Me voy al gimnasio, que aún me queda una sesión de fuerza". Ocho y media de una noche de finales de diciembre, Carlos Sainz abandonaba el acto de Peugeot en el que se despedía de la prensa camino al Dakar junto a Lucas Cruz. Aún tenía pendiente parte de la preparación física del día. En ese momento, cabía recordar a Kankkunen, Makkinen, Auriol, Gronholm, Delecour, Schwarz, Wilson, McRae, Burns —tristemente fallecidos— y tantos otros de sus rivales del Mundial de Rallies de los noventa ¿Dónde están ahora? Loeb llegó cuando Sainz iba de retirada. Sin embargo, el español acaba de ganarle, y también el Dakar por segunda vez.