¿Qué hay detrás del dueño del Dakar y Tour? Así sustenta ASO a L'Equipe
ASO es un gigante empresarial que desde Francia surte a nivel mundial una serie de eventos deportivos como Tour, Dakar o Vuelta y, desde hace unas semanas, la española Titan Desert
El pasado mes de diciembre se anunció la unión de ASO (Amaury Sport Organisation) con la española RPM-MKTG para organizar la Titan desert by Garmin, la gran aventura de mountain bike en el desierto que celebrará su 13ª edición entre el 29 de abril y 4 de mayo con salida en Boulmane (Marruecos). Las dos entidades, que llevan más de 20 años colaborando en eventos como el Marató de Barcelona o varias salidas del Dakar, pretenden internacionalizar la competición mediante la creación de las Titan World Series: el campeonato de pruebas MTB más importante del mundo con una serie de etapas en diferentes lugares del mundo como Argentina, México o los Emiratos Árabes Unidos. Esta operación solo es una más para el gigante ASO, que desde 2002 alterna la compra de carreras históricas con la creación de nuevas pruebas en otras disciplinas.
100 millones de ingresos solo del Tour
Fundada en 1992, ASO nace de la fusión de la empresa organizadora del Tour de Francia (Société du Tour de France) y de TSO, que organizaba el París–Dakar desde 1978. La empresa, filial del grupo Amaury (480 millones de facturación anuales de media), se ideó como un modo de poner el Tour de Francia al servicio de los medios de comunicación del propio grupo, principalmente los diarios 'L’Équipe' y 'France Football', este último vendido en 2015. Sin embargo, desde el 2002, los papeles se han invertido… y también los millones de facturación. ASO facturó 180 millones de euros en el ejercicio 2016 y las perspectivas apuntan al alza para los próximos años. Ahora mismo, la filial del grupo Amaury es el auténtico motor (y salvador) de los medios de comunicación del grupo, principalmente de 'L’Équipe', que cuenta, además de sus versiones web y papel, con revistas y un canal propio de televisión.
La principal fuente de ingresos es, sin duda, el Tour de Francia, que genera 100 millones por cada edición, diez veces más que en los años 90. Además de los derechos de TV, la pelea entre sponsors es mayor que la de los ciclistas durante las carreras. Para lograr ser el patrocinador principal del maillot amarillo, la inversión nunca es inferior a 7 millones de euros. Los que pierden esa puja llegan hasta los 3,5 millones para patrocinar el maillot verde (mejor sprinter), el de lunares rojos (mejor escalador) o el blanco (mejor joven). Los demás sponsors abonan entre 100.000 euros y 1,5 millones según su ubicación en la camiseta.
Si la competencia es dura para los maillots, la pelea entre ciudades es feroz para acoger una etapa del Tour de Francia, sobre todo la salida desde una ciudad extranjera. Tras varios años de infructuosos intentos, la localidad holandesa de Utrecht celebró la salida del Tour previo pago de 4 millones. Para las demás etapas, el precio oscila entre los 65.000 y 200.000 euros. Incluso los rumores apuntan a que Qatar y China están ofertando para celebrar una etapa del Tour de Francia.
De amenazados a invencibles
Con estos números, era inevitable que ASO, que ya poseía el 49% de la Vuelta a España desde 2008, se convirtiera en único propietario de la prueba ciclista al hacerse con todas las acciones de Unipublic en el año 2013. Una operación que forma parte de una estrategia no exclusivamente económica: al ser líder en el sector del ciclismo, ASO invierte en competiciones poco rentables para mantener la buena salud del sector. De ahí inversiones como el Tour de Qatar, el Arctic Race de Noruega o el Critérium de Shanghái.
Sin embargo, la primera década de los años 2000 hizo temblar los cimientos del grupo ASO desde varios frentes: la anulación del Dakar 2008 por las amenazas terroristas, los casos de dopaje en el ciclismo y las discrepancias con la UCI sobre el calendario de carreras. Por si fuera poco, el potentísimo grupo Lagardère quiso inmiscuirse en el sector de las competiciones deportivas al comprar el Tour de Alemania y organizando el Rally Transoriental.
El precio para que el Dakar pase por una ciudad
Pero ASO no solo resolvió sus contratiempos, sino que se hizo más fuerte. Tras resolver sus diferencias con la UCI, logró el renacimiento del Dakar transfiriéndolo a Sudamérica: Perú, Bolivia o Argentina desembolsan entre 5 y 6 millones de dólares para acoger etapas, y la actividad genera entre 20 y 25 millones de ingresos anuales. Además, la estrategia del grupo Lagardère no obtuvo sus frutos, dejando vía libre a la expansión del grupo ASO a través de adquisiciones como el Tour de Francia en vela o el prestigio Alstom Open de Francia de Golf.
Más fuerte e invencible que nunca, ASO pretende aumentar su internacionalización sobre todo a través del running. El grupo, que ya contaba con el Maratón de París o los 10 km de L’Équipe, creó el Run At Work en mayo de 2017, una carrera entre compañeros de trabajo que se celebra en la zona de negocios parisina de La Défense. Sin olvidar la consolidación de la carrera Mud Day, creada en 2013, en la que los participantes tienen que sortear alambradas y pasar por el barro o baños de agua helada. No en vano, el grupo Amaury tomó en enero de 2017 el control de Duprat Concept, empresa especializada en la organización de eventos para grandes operadores turísticos como Euro Disney, Club Med o el grupo Pierre & Vacances-Center Parcs. Imaginación no falta para extender el poderío de ASO. Respaldo financiero, tampoco.
El pasado mes de diciembre se anunció la unión de ASO (Amaury Sport Organisation) con la española RPM-MKTG para organizar la Titan desert by Garmin, la gran aventura de mountain bike en el desierto que celebrará su 13ª edición entre el 29 de abril y 4 de mayo con salida en Boulmane (Marruecos). Las dos entidades, que llevan más de 20 años colaborando en eventos como el Marató de Barcelona o varias salidas del Dakar, pretenden internacionalizar la competición mediante la creación de las Titan World Series: el campeonato de pruebas MTB más importante del mundo con una serie de etapas en diferentes lugares del mundo como Argentina, México o los Emiratos Árabes Unidos. Esta operación solo es una más para el gigante ASO, que desde 2002 alterna la compra de carreras históricas con la creación de nuevas pruebas en otras disciplinas.