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El estrés que supone pasar de correr con tu hijo a optar a un Premio Princesa
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El estrés que supone pasar de correr con tu hijo a optar a un Premio Princesa

Una iniciativa pide la nominación al Princesa de Asturias de los Deportes para la historia de un padre que ha corrido seis maratones empujando la silla de ruedas de su hijo

Foto: José Manuel Roás da un beso a su hijo Pablo (La otra Maratón de Pablo/Facebook).
José Manuel Roás da un beso a su hijo Pablo (La otra Maratón de Pablo/Facebook).

A José Manuel Roás no se le nota en su voz los años de sufrimiento que acumula en su memoria y en sus carnes. Su hijo Pablo nació hace 18 años con la enfermedad de West y desde entonces, la vida de este profesor de Historia no ha sido igual. Cómo iba a serlo. Todo padre centra su vida en su vástago recién nacido, pero en el caso de José Manuel y su familia, les tocó cuidar de un descendiente día y noche durante toda su vida. Encontraron en ello, sin embargo, una liberación que solo los que han sufrido como ellos serían capaces de entender. A José Manuel, pese a las dificultades innombrables a las que se enfrenta cada día, no se le borra la sonrisa ni renuncia a las ganas de vivir junto a su hijo. Ni a correr junto a él. Y a obtener relevancia pública gracias a su historia conjunta de superación a través de las maratones.

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Su trabajo y cuidar a Pablo ocupan casi el 100% de su día a día, el resto se lo reserva para sus otros cuatro hijos y para su mujer. En ningún momento, por lo que dice a El Confidencial, empezó a correr maratones empujando la silla de ruedas de su hijo para ganar notoriedad y relevancia pública. Mucho menos para ser nominado al Premio Princesa de Asturias de los Deportes. No es oficial aún, pero una iniciativa en 'Change' ya ha recogido 126.529 (al cierre de esta edición) para que el jurado del Premio los tenga en cuenta y, al menos, les permita optar a este galardón. "Los grandes héroes merecen grandes homenajes, y José Manuel y su hijo Pablo, lo son. El joven sufre parálisis cerebral desde el parto, pero eso no ha impedido a su padre disfrutar de la increíble experiencia de correr una maratón junto con su hijo", explican Wenceslao Sánchez y Germán López, los asturianos que promovieron esta recogida de firmas.

"Ni nos pone ni nos quita"

"La primera vez que oí la posibilidad de ser nominados al premio, que creo que fue en noviembre, se lo comenté a mi mujer y le dije que tenía que ser una coña, pero no sabía si era de buen o mal gusto. Pensé que alguien quería poner el dedo en la llaga. Luego vi que iba en serio y nos sorprendió mucho", dice Roás en conversación telefónica con este periódico. "Yo no he hecho esto para que me nominen a nada, yo no me considero deportista". Pide a conciencia que no se malinterpreten sus palabras, que para ellos esta posibilidad es "un grandísimo honor y muy sorprendente", pero que a ellos, los Premios no les varía su percepción de la vida. "Ni nos pone ni nos quita, no tenemos nuestra vida focalizada en esto", asegura el andaluz.

No les hace variar su personalidad, pero sí, sin duda, su vida diaria. "Esto te cambia, ahora tengo una agenda. En 2014 saltó a lo público y desde entonces sé que durante la preparación para las maratones hay dos semanas que tengo que dar entrevistas, pero me genera estrés porque no estoy acostumbrado. Y lo cierto es que me sabe mal decir que no puedo, que tengo la agenda repleta, me parece ridículo", comenta, a la vez que asegura que esta relevancia pública le empieza a cansar. "A mí no me gusta salir en la tele. Me hizo gracia las primeras veces, pero ahora me da exactamente igual", reconoce.

"Dios ha convertido a Pablo en una inspiración"

Esa es una de los detalles que demuestran que esta familia no empezó a correr maratones para hacerse famosos y ganar dinero, más bien al contrario. "De vez en cuando, nos llama alguien y ofrecen cosas que, de primeras, no aceptamos. La vida de Pablo no tiene precio. Es un niño que debería estar entre cuatro paredes y sin trascendencia, está teniendo una proyección brutal, Dios tiene una imaginación increíble. Ha convertido a Pablo en una inspiración a la gente que corre, que despierta alegría y esperanza en el sufrimiento de la gente. Por eso no queremos mezclar esto con alguna colaboración extraña, para que no se crea la gente que nosotros queremos sacar algo de esto".

De hecho, cuando se le pregunta cuál es su próximo reto, cuál es la próxima maratón que van a correr juntos, se niega a decirlo. "Podría decirte París, Londres, Buenos Aires, Sídney... podría decir miles, pero no lo digo, porque si lo hago, me lo va a pagar alguien. Y lo último que quiero es estropear lo mucho bueno que nos está dando la vida en este momento. Y no es por una cosa de humildad, sino una cosa de verdad". Y va más allá. "Doy gracias a Dios por la enfermedad de mi hijo. Esto nos hace evitar ser vanidosos, creernos que somos algo que no somos. Lo que nos ha sucedido lo veo como un capote, un ancla que nos ha echado Dios para mantener lo que somos. Y gracias a que Pablo está así, seguimos siendo iguales pese a que haya 20 periodistas esperando a que les dé una entrevista".

Cree que el pesar que les ha proporcionado la enfermedad irreversible de su hijo, su vida tiene ahora más sentido. "Si es posible enseñar que hay otra forma de llevar los sufrimientos, si a través de nosotros la gente es capaz de que esta fuerza viene de Dios, merecerá la pena. El hecho de que podamos sonreír, reírnos y vivir muy bien es la prueba inequívoca de que Dios nos quiere. Si todo esto es lo que la gente ve, benditos sean los sufrimientos que tenemos nosotros".

A José Manuel Roás no se le nota en su voz los años de sufrimiento que acumula en su memoria y en sus carnes. Su hijo Pablo nació hace 18 años con la enfermedad de West y desde entonces, la vida de este profesor de Historia no ha sido igual. Cómo iba a serlo. Todo padre centra su vida en su vástago recién nacido, pero en el caso de José Manuel y su familia, les tocó cuidar de un descendiente día y noche durante toda su vida. Encontraron en ello, sin embargo, una liberación que solo los que han sufrido como ellos serían capaces de entender. A José Manuel, pese a las dificultades innombrables a las que se enfrenta cada día, no se le borra la sonrisa ni renuncia a las ganas de vivir junto a su hijo. Ni a correr junto a él. Y a obtener relevancia pública gracias a su historia conjunta de superación a través de las maratones.

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