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'Achtung', el caballo que ha convertido en leyenda a Roberto López
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SEGUÍA ENTRENANDO A SUS CABALLOS DESDE LA CAMA DEL HOSPITAL

'Achtung', el caballo que ha convertido en leyenda a Roberto López

Roberto López descansa en paz desde el pasado domingo. Y lo hace con ese Gran Premio de Madrid (GPM) que soñaba tener desde niño y que, casualidades

Foto: 'Achtung', el caballo que ha convertido en leyenda a Roberto López
'Achtung', el caballo que ha convertido en leyenda a Roberto López

Roberto López descansa en paz desde el pasado domingo. Y lo hace con ese Gran Premio de Madrid (GPM) que soñaba tener desde niño y que, casualidades del destino, logró tres horas después de fallecer. Cuenta Javier Hernández en la revista A Galopar que él y un grupo de amigos jugaban a las chapas cuando los pantalones dejaban las rodillas al aire. Yo también. Y otros muchos. Pero lo peculiar de ese grupo de muchachos entre los que estaba Roberto López, es que esas chapas no tenían la cara de jugadores de fútbol ni, incluso, de ciclistas. Para nada. Ellos hacían sus carreteras en forma de pista por esos caminos de arena que dan forma a las cuadras del hipódromo de La Zarzuela. Los Fuente, Ocaña o Merckx los cambiaban por 'El País', 'El Señor' o 'Chacal'. La prueba cumbre de la temporada, de chapas, era el GPM. Y ahí siempre aparecía Roberto para levantar la ficticia fusta al cielo, la misma que Marino Gomes enseñó el pasado domingo al cielo de Madrid, justo cuando 'Achtung' cumplía el sueño de su entrenador, que no era otro que ganar el GPM. Y no lo duden, porque Roberto vio su Gran Premio. Seguro. 

El deporte, la vida en general está llena de momentos así, en los que la casualidad y el destino se juntan para escribir historias que para muchos pertenecen a la ficción, pero que la realidad se empeña en demostrar que no hay imaginación humana capaz de escribir historias que rebosen la sensibilidad de lo sucedido en el último año y medio y que tomó forma el pasado domingo, cuando el final, por paradójico que parezca, tuvo un desenlace en el que el dolor dejó paso a la felicidad. Detrás de la protagonizada por Roberto López y 'Achtung' hay todos esos componentes, pero la calidad del caballo (Villamejor y Gladiateur) el trabajo del entrenador y su equipo, un recorrido perfecto y la confianza del propietario compusieron el marco idóneo para que el hipódromo despidiera de la mejor posible a uno de los suyos. "No solo se puede hablar de milagro. Hay un trabajo detrás. Se dieron las circunstancias a su favor, era su día. El caballo no había parado de mejorar. Era atrasado e iba cambiando cada año. Ahora tenía cinco y sabíamos que no había tocado techo. Nos sorprendió, pero teníamos fe", afirma el propietario.

Roberto López llevaba año y medio luchando a brazo partido contra la leucemia o “bicho”, como él mismo decía. Le hacía la vida imposible, pero no bajaba los brazos. Desde el hospital seguía las carreras de caballos, los entrenamientos de sus pupilos. Le mandaban fotos, vídeos de los trabajos, planificaba los galopes y es que durante mucho tiempo, pese a superar el primer envite, no pudo pisar las cuadras por el riesgo de contagio ante la debilidad de su cuerpo. Seguía luchando y apoyándose en su equipo de trabajo para que sus caballos no perdieran la forma. Y así hasta que en la última semana de su vida, su cuerpo dijo basta. Apenas podía hablar, pero ahí estaba Miguel Fernández, el resto de su equipo, propietarios como Federico Riopérez, y algunos jockeys que estuvieron a su lado hasta el último día como el citado Marino Gomes, Óscar Órtiz de Urbina, José Luis Martínez...


Los inicios de un luchador

Sus primeros pasos en el oficio de entrenador, su físico le impedía ser jockey, los dio de la mano de Ovidio Rodríguez, pasó por Peralvo para convertirse en emigrante gracias al señor Sarasola y su legado de cerrar el hipódromo de La Zarzuela durante una década por su nefasta gestión. Se buscó la vida lejos de casa tras ver como su padre fallecía en el atentado que ETA perpetró en el Puente de Vallecas. Trabajó, volvió a trabajar hasta ser el primer mozo de Carlos Lerner en París. 

Regresó a Madrid con la reapertura del hipódromo. Al poco tiempo encontró lo que ningún otro entrenador español. Un propietario, el de Vadarchi, que le puso en la cuadra más de cien caballos y otros como Alberto Abajo o Pedro Pérez que le permitieron ganar el Nacional y el Villamejor. El sueño y el dinero duraron poco. Vadarchi desapreció y tras él un agujero económico. Nuevo golpe que solucionó como todos los anteriores, trabajando duro. No sabía de otra manera. Hasta el momento en el que el bicho entró en su cuerpo, había levantado de nuevo la cabeza y su cuadra volvía a ser de las importantes. 

En el último año y medio, el trabajo, los caballos y la familia fueron los argumentos en los que se apoyó para alimentar su día a día. "Era incansable en su trabajo. Jamás, ni cuando peor estaba entendía lo que significaba la palabra descanso", afirma Federico Riopérez, propietario de 'Achtung' y uno de los culpables de lo sucedido el domingo. "El recorrido fue perfecto, incluso algunos jockeys que lo han montado otras veces se acercaron a Marino para decirle cómo tenía que montarlo. Insistían en que le dejara a su ritmo, que no notara caballos en el estribo. Ya no estaba Roberto y todos querían ayudar. Incluso, me comentó Óscar Órtiz de Urbina que cuando vio pasar a 'Achtung' se quedó quieto, como si no pudiera seguir empujando a su caballo", comenta Riopérez.

"Hay un gran trabajo detrás, un buen caballo y todas las circunstancias a su favor. El triunfo de 'Achtung' llega como consecuencia de ese levantarte todos los días a las cinco para ir al hipódromo y trabajar, como hacía Roberto", afirma José Luis Martínez, jockey de 'Entre Copas', segundo en el GPM y que vio como aparecía 'Achtung' y le quitaba el que iba a ser su primer GPM. "En un momento pensé que era 'Arnuero' por la similitud de colores. No me lo esperaba. Me quedé sin el GPM, pero en esos momentos no piensas en eso, pasa a un segundo plano. La emoción y los sentimientos pudieron con todo. Nunca ser segundo me ha dejado mejor el cuerpo. Trabajo, trabajo y trabajo esa es la clave del homenaje que se ha llevado Roberto", afirma el nueve veces campeón de la estadística.

Roberto López descansa en paz desde el pasado domingo. Y lo hace con ese Gran Premio de Madrid (GPM) que soñaba tener desde niño y que, casualidades del destino, logró tres horas después de fallecer. Cuenta Javier Hernández en la revista A Galopar que él y un grupo de amigos jugaban a las chapas cuando los pantalones dejaban las rodillas al aire. Yo también. Y otros muchos. Pero lo peculiar de ese grupo de muchachos entre los que estaba Roberto López, es que esas chapas no tenían la cara de jugadores de fútbol ni, incluso, de ciclistas. Para nada. Ellos hacían sus carreteras en forma de pista por esos caminos de arena que dan forma a las cuadras del hipódromo de La Zarzuela. Los Fuente, Ocaña o Merckx los cambiaban por 'El País', 'El Señor' o 'Chacal'. La prueba cumbre de la temporada, de chapas, era el GPM. Y ahí siempre aparecía Roberto para levantar la ficticia fusta al cielo, la misma que Marino Gomes enseñó el pasado domingo al cielo de Madrid, justo cuando 'Achtung' cumplía el sueño de su entrenador, que no era otro que ganar el GPM. Y no lo duden, porque Roberto vio su Gran Premio. Seguro.