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Chente y su penúltimo derrape: "El ciclismo me dio un empujón, pero no tengo la vida resuelta"
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'EL CONFIDENCIAL' ENTREVISTA AL EXCICLISTA NAVARRO

Chente y su penúltimo derrape: "El ciclismo me dio un empujón, pero no tengo la vida resuelta"

"Aprendí a montar cuando tenía 4 años en un parque al lado de mi casa, en Tafalla. Mi primera bici fue una BH verde de paseo

Foto: Chente y su penúltimo derrape: "El ciclismo me dio un empujón, pero no tengo la vida resuelta"
Chente y su penúltimo derrape: "El ciclismo me dio un empujón, pero no tengo la vida resuelta"

"Aprendí a montar cuando tenía 4 años en un parque al lado de mi casa, en Tafalla. Mi primera bici fue una BH verde de paseo y al principio llevaba ruedines". José Vicente García Acosta recuerda para El Confidencial cómo dio sus primeros pasos en el vehículo que marcaría su vida. "Lo que más me gustaba al principio era hacer derrapes". Con el tiempo y en reposo, cuando más ha "disfrutado dando pedaladas fue en 2000": el 15 de julio cruzó la meta de Draguignan en solitario y se llevó la decimotercera etapa de aquel Tour de Francia. A sus 39 años y con 17 temporadas en sus piernas, Chente decidió bajarse de la bicicleta para descansar.

Hombre de equipo y trabajador, siempre se ha entregado a sus compañeros. El primero en beneficiarse de su labor fue Miguel Induráin en 1995, año del debut profesional de Chente, y el último ha sido cada uno de los integrantes del Movistar Team. "Hay gente con más o menos calidad, pero Chentes no hay. Se encargaba de hacer una labor, que ya no era cuestión de andar más o menos, de saberlo hacerlo en el momento puntual. De tener ese grito al compañero de equipo. Era el que conducía internamente al resto de los chavales", reconocía el día de su adiós Eusebio Unzué, director de Movistar y con el que ha estado durante toda su carrera (junto con Echávarri).

Chente confiesa que ha disfrutado viendo cómo sus compañeros se subían a un podio gracias a su labor. Ahora su generosidad prefiere enfocarla en su casa y 'trabajar' para los suyos. "Quiero estar con mi familia y aprovechar el tiempo con ellos. No he pensado en nada más de cara a un futuro y, a parte de eso, de momento espero recuperarme de la caída que sufrí en la Vuelta" y con la que puso fin a su vida profesional el 24 de agosto (se rompió el cubito y el radio del brazo izquierdo, además de una vértebra).

Bajando un puerto por Asturias junto a unos caballos

Con el peor accidente de su carrera deportiva puso fin a casi dos décadas de anécdotas. Entre todas, Chente se queda con una en la que le entró "una risa nerviosa cuando en una edición de la Vuelta a Asturias unos caballos comenzaron a bajar un puerto a la par mía. Al principio me impresionó y me asustó. Cuando pasó todo me eché a reír pero todavía con el miedo metido en el cuerpo".

Sus diecisiete temporadas le han servido para vivir en primera persona la evolución del ciclismo y de sus protagonistas. "Ahora la afición está más informada y tiene un mayor contacto con los ciclistas gracias a las redes sociales". Pero, a su vez, Chente reconoce que "los ciclistas han cambiado: de lo campechano y cercano que era Miguel (Induráin) a Armstrong, que viajaba con guardaespaldas".

Paseará "más tranquilo" sin ETA

Quizás el norteamericano buscaba la seguridad y sosiego que se respira en España desde el fin de ETA, que dijo adiós seis días antes que Chente. El navarro asegura que los paseos que dé por Zizur Mayor, donde vive, ahora los da "con más tranquilidad, a pesar de que éste ya era un pueblo tranquilo".

Como defensor de su herramienta de trabajo, admite que tanto a su mejor amigo como a su peor enemigo le "regalaría una bicicleta. Es vida y disfrutaría más gente de ella si en las grandes ciudades pusieran más carriles bici".

Según se acerca el fin de la conversación, la sensación que desprende Chente es de una persona que no se ha agobiado de sus 17 años de sacrificio y trabajo. Lejos de dedicarse a otra cosa, da la impresión que volverá a rodearse de radios, ruedas, manillares, cuadros y pedales. Unzué, nada más comunicar su retirada, le lanzó una oferta para formar parte del organigrama del Movistar Team. No tiene nada pensado pero todavía no ha hecho su último derrape sobre una bici porque "el ciclismo me ha dado un buen empujón, pero no me ha dejado la vida resuelta".

"Aprendí a montar cuando tenía 4 años en un parque al lado de mi casa, en Tafalla. Mi primera bici fue una BH verde de paseo y al principio llevaba ruedines". José Vicente García Acosta recuerda para El Confidencial cómo dio sus primeros pasos en el vehículo que marcaría su vida. "Lo que más me gustaba al principio era hacer derrapes". Con el tiempo y en reposo, cuando más ha "disfrutado dando pedaladas fue en 2000": el 15 de julio cruzó la meta de Draguignan en solitario y se llevó la decimotercera etapa de aquel Tour de Francia. A sus 39 años y con 17 temporadas en sus piernas, Chente decidió bajarse de la bicicleta para descansar.