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Juanjo Cobo, el campeón que necesita alegría para pedalear
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Juanjo Cobo, el campeón que necesita alegría para pedalear

El bisonte americano, erróneamente conocido como búfalo, estuvo a punto de extinguirse de las praderas americanas por el acoso de los cazadores británicos, pero en la

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Juanjo Cobo, el campeón que necesita alegría para pedalear

El bisonte americano, erróneamente conocido como búfalo, estuvo a punto de extinguirse de las praderas americanas por el acoso de los cazadores británicos, pero en la Vuelta 2011 Juanjo Cobo, del Geox-TMC, logró sacudirse la presión a la que intentó someterle Christopher Froome para auparse a lo más alto del podio. Cobo se reencuentra así, a lo grande y después de dos años de vacío, con un triunfo de prestigio en la tercera prueba por etapas del mundo. Una victoria que le aúpa al olimpo de los elegidos del ciclismo, en el que espera seguir durante un tiempo y en el que no se pone límites porque ahora "las grandes vueltas las están ganando con 34 y 35 años".

A sus treinta años es un ciclista peculiar. Es de los pocos del pelotón a los que se les reconoce a la primera, corre sin gafas y sólo las luce para los actos protocolarios. Montado sobre la bicicleta parece llevar un cuadro varias tallas menor a lo que le correspondería.

Peculiar relación la que tiene Cobo con el ciclismo. A diferencia de otros, el deporte, su pasión, no le sirve de estímulo ni como vía de escape para evadirse de los problemas. "Cuando estoy mal anímicamente la bici no la toco", cuenta. Su padre habló con El Confidencial de la autoexigencia y desmotivación que llevaron a Cobo a plantearse abandonar el ciclismo.

El carácter del cántabro, hacía albergar dudas sobre la respuesta mental que podía ofrecer. La prueba del algodón la pasó en su tierra, con el apoyo de su afición que fue la que le dio "alas cuando más lo necesitaba". Fue en Peña Cabarga, una cima a la que no había ascendido nunca a pesar de estar a una cincuentena de kilómetros de su casa, de la misma manera que "no encontré tiempo" para ir a conocer el Angliru, donde protagonizó un espectacular ascensión.

En la cima cántabra, una eléctrica arrancada de su rival le puso contra las cuerdas en el que fue el kilómetro y medio más largo y con más tensión de la Vuelta. La tuvo perdida, reaccionó y casi gana la etapa. Allí retuvo trece segundos a su favor que fueron los que finalmente le han otorgado el triunfo. Como el animal que le da el apodo se metió en una tormenta de la que no huyó sino que soportó hasta que en Madrid escampó.

Trece segundos de ventaja sobre Froome deberían suponer un antes y un después en su trayectoria deportiva. Un salto cualitativo en las aspiraciones de 'el bisonte de la Pesa'. Su rival, el británico de origen keniano, trató de abatir la presa durante las cuatro últimas etapas. Lo intentó de diferentes maneras, luchando por las bonificaciones, atacando de lejos, pero no fue capaz de alcanzar su objetivo. El cántabro se pegó a él y logró neutralizar todos sus movimientos.

Una carrera de altibajos

La última vez que había levantado los brazos como vencedor fue en la decimonovena etapa de la Vuelta 2009. Una oferta deportiva irrenunciable, ("me fui perdiendo dinero"), le llevó a comprometerse para 2010 con el entonces denominado Caisse D'Epargne, actual Movistar, y se le apagó la luz. Los sinsabores y la presión "a la que yo mismo me sometía" le hundieron el último año y medio y llegó a plantearse dar un volantazo a su vida. Abandonar la práctica del ciclismo porque no disfrutaba con su deporte y no le salía nada. Estuvo muy cerca de apuntarse en las listas del paro.

En el pasado mes de mayo, mantuvo varias conversaciones con su director Joxean Fernández Matxin, el hombre que había dirigido toda su carrera hasta que se fue en busca de un proyecto deportivo más, y éste trató de liberarle de cualquier carga de responsabilidad. Tanto se liberó que 'el bisonte de la Pesa' reaccionó.

La cumbre la había alcanzado con su triunfo en la Vuelta al País Vasco, además de dos etapas, en 2007; el año siguiente fue agridulce porque a su palmarés subió la etapa del Tour de Francia que finalizó en Hautacam por la descalificación por dopaje de su compañero en el Saunier Duval Leonardo Piepoli y tres días después, cuando era octavo en la general, su equipo abandonó la carrera tras un nuevo caso de dopaje, en este caso de Ricardo Riccó.

Había iniciado una curva descendente, aunque todavía se anotó alguna victoria de prestigio como la de La Granja de San Ildefonso en la Vuelta 2009. Desapareció y casi no había noticias de él hasta que en la pasada Vuelta a Burgos dio muestras de empezar a estar a un buen nivel, pero todavía nadie se aventuraba a meterle entre los favoritos. De hecho, en su equipo con los galones de líder aparecieron el ruso Denis Menchov y el español Carlos Sastre. Él era "una de las dos balas en la recámara y la que salió bien", confesó su director.

El impagable favor de David de la Fuente

Tuvieron que consumirse catorce etapas, hasta el novedoso ascenso a La Farrapona-Lagos de Somiedo, donde fue segundo con la inestimable colaboración de su amigo y compañero David de la Fuente, que se paró a esperarle renunciando a luchar por un triunfo personal. A Cobo deportivamente le dio la vida y es probable que una buena parte de los trece segundos que le han dado la victoria final los obtuviese de esa acción, pero personalmente se quedó "jodido" por la impagable renuncia en su favor de su paisano.

No obstante, no se debe olvidar que el keniano de ojos claros ha sido el ciclista que menos tiempo ha invertido, concretamente diecinueve segundos, en completar los 3.330 kilómetros de recorrido, pero en esta ocasión las bonificaciones sirvieron para decantar la balanza al otro lado. En el temido Angliru, un puerto que bloqueó una buena parte de la carrera en sus dos primeros tercios, Cobo se destapó y presentó su candidatura a un triunfo que ha defendido con éxito durante los seis días siguientes.

Nacido en una familia de deportistas, su padre preside un club de atletismo, Cobo también hizo sus pinitos en este deporte pero es en el ciclismo donde ha alcanzado sus mejores éxitos y donde todavía puede seguir elevando el listón marcado con su triunfo en la Vuelta. "Es tremendamente fuerte y mejor persona", dice de él su director, y en el futuro se verá dónde está su límite. 

El bisonte americano, erróneamente conocido como búfalo, estuvo a punto de extinguirse de las praderas americanas por el acoso de los cazadores británicos, pero en la Vuelta 2011 Juanjo Cobo, del Geox-TMC, logró sacudirse la presión a la que intentó someterle Christopher Froome para auparse a lo más alto del podio. Cobo se reencuentra así, a lo grande y después de dos años de vacío, con un triunfo de prestigio en la tercera prueba por etapas del mundo. Una victoria que le aúpa al olimpo de los elegidos del ciclismo, en el que espera seguir durante un tiempo y en el que no se pone límites porque ahora "las grandes vueltas las están ganando con 34 y 35 años".

A sus treinta años es un ciclista peculiar. Es de los pocos del pelotón a los que se les reconoce a la primera, corre sin gafas y sólo las luce para los actos protocolarios. Montado sobre la bicicleta parece llevar un cuadro varias tallas menor a lo que le correspondería.