Xavi y el centenario de un catalán que no esconde la bandera de España

Catalán, español y muy orgulloso de haberse puesto la Roja en 99 ocasiones. Hablamos de Xavi Hernández, que esta noche se pondrá a cien ante la República Checa. Lo curioso es que Xavi (31 años) lleva media vida con el escudo de España en el pecho y la bandera española cosida en el pantalón, camiseta y medias, pero de vez en cuando aparece alguna voz que cuestiona, de manera absurda y sin fundamento alguno, el compromiso del centrocampista del Barcelona con la selección española. "Parece que Xavi tiene que demostrar su compromiso y su carácter español en cada partido. No hay derecho. Es un buen chico", afirmó ayer Del Bosque, responsable de que hoy el azulgrana dispute su partido número cien con el combinado campeón del mundo.

Las paredes de su domicilio de la calle Galileo de Tarrasa fueron las que asistieron al nacimiento del que años después ha conseguido ser admirado por todos. A los dos años ya le pegaba a la pelota; de goma en la calle, de papel en casa. A los seis años su padre (Joaquín) se dio cuenta de que el pequeño Xavi valía para el fútbol. Tanto es así que pasó a la escuela Jabac a los seis años. Su juego no pasó inadvertido y Oriol Tort, responsable de la llegada al Barcelona del talento que ahora mismo convive en la primera plantilla, se lo quiso llevar a La Masia. Su padre frenó la idea. "Muy joven, que disfrute jugando", pensó. En 1990 y ya el alevín del Tarrasa empieza a crear escuela con esos giros y vueltas que sólo él puede trazar. El Barcelona insiste y termina marchándose a La Masía con once años.

Cinco más tarde, Xavi inicia su idilio con la selección española, camiseta que ha vestido en todas las categorías y en un total de 156 ocasiones. Ante la República Checa igualará a Zubizarreta. Curioso cuando en sus inicios le señalaban y le auguraban problemas en el mundo del fútbol por su escasa altura. "Disfruta con la selección. Soy feliz. Me ha hecho mejor", señala Xavi. En su primera aparición con la selección llegó de la mano de Teodoro Nieto y coincidió con Casillas, Soriano, Varela, Aranzubia, Orbaiz, Yeste y Llorente. Con alguno de ellos terminó siendo campeón del mundo Sub 20 y con uno de ellos campeón del mundo en Sudáfrica. "Ha sido mi compañero de viaje desde el inicio. Hablo mucho con él. Más de lo que la gente pueda pensar. También quedamos terceros en un Mundial Sub 17 que ganó Brasil, con Ronaldinho".

Nadie entiende por qué no tiene el galardón del mejor

De ese Mundial Sub 20 aparece una anécdota que muestra el arraigo que tiene Xavi entre sus compañeros. Los actuales se siguen preguntando los motivos que le han podido dejar sin el galardón al mejor jugador del mundo, tanto en 2008 como en 2010, pero es que los que compartieron vestuario con el en Nigeria, no se quedaron en las preguntas y pasaron a la acción. En un principio, el centrocampista fue designado mejor jugador de la cita, pero en la entrega de premios, el elegido terminó siendo Keita. La reacción de sus compañeros no se hizo esperar, abandonando la sala. Poco importaba que España era la campeona y era su fiesta. Xavi estaba por encima del grupo y Orbaiz y compañía decidieron dejar a la FIFA plantada y sin campeón del mundo.

En esos cien partidos que esta noche da forma, ha conseguido que hasta el Bernabéu le termine aplaudiendo, pero se queda con el reconocimiento del mundo del fútbol al jugador español. "Nos han llegado a despreciar y hoy nos admiran. Eso es lo peor que me ha pasado. Lo de la bandera y eso es lo de menos. En la Federación siempre he encontrado respeto y mucho cariño. Nadie me ha dicho nada. Me he sentido respetado y valorado. Lo que digan los periodistas da lo mismo porque son opiniones", sentenció ayer a manera de resumen de sus once años como internacional absoluto.

Y es que el debate lo zanjó en anteriores ocasiones. "Quien piense que escondo la bandera, se equivoca. Soy catalán y soy español, juego por España y me siento muy dichoso haciéndolo", afirma el jugador al que todos admiran y temen cuando le tienen enfrente. El hombre silencioso, el que toca y toca para disfrute de los demás y para su propia felicidad. Y es que Xavi se identifica con esa clase de jugadores que están en claro peligro de extinción, esos que disfrutan con el fútbol, hablando de fútbol y viviendo el fútbol. Vamos, que le gusta su oficio.

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