La Roja de rugby, más francesa que española, busca su identidad 'cañí' con la Salve Rociera

Comenzando por el entrenador y siguiendo por buena parte de los jugadores, uno enseguida se da cuenta de que la selección española de rugby no es exactamente lo que podríamos llamar un producto nacional cien por cien. Pero esa impresión solo dura un momento, hasta que suena la Salve Rociera cuando el equipo salta al terreno de juego. El conjunto diseñado por Regis Sonnes se basa en la mezcla hispano-francesa, un cóctel que combina el mejor rugby de cada país aderezado con un toque cañí.

El ex jugador francés, ahora seleccionador nacional, ha 'reclutado' a jugadores de ligas galas que, aunque nacidos en Francia, conservan un vínculo con el país para el que han decidido jugar. Se han criado más allá de la frontera, o en la frontera misma, pero son hijos o nietos de españoles, muchos de ellos exiliados durante la guerra. Hoy, en el partido que enfrentó a España y a Portugal (con victoria histórica de los españoles 25-10) en el Estadio Nacional Universidad Complutense, volvió a sonar por megafonía nombres como los de Gauthier Gibouin, Mattin Auzki, o Mathieu Roca, pero no se engañen, son de la Roja.

Sonnes ha llegado a convocar a hasta 24 jugadores franceses para medirse a Canadá, aunque finalmente utilizó la mitad de ellos. Resulta extraño pero la explicación es sencilla. Francia es un país en el que la tradición de este deporte es extensa, y su nivel, presumiblemente mayor que en España. Por eso, y al tener la posibilidad de contar con jugadores que militan en una liga potente, no ha dudado en reforzar con ellos, lo mejor de la liga española. Italia ya utilizó esta misma estrategia al nacionalizar jugadores argentinos y Australia y Nueva Zelanda también suelen recurrir a las islas del Pacífico para aprovechar el físico privilegiado de sus vecinos.

Integrados y comprometidos

Pero, con tanto francés en sus filas, el equipo podría acusar cierta falta de integración y sobre todo una identidad un tanto dispar. No es el caso. El seleccionador se ha encargado de evitar cualquier atisbo de disgregación y ha tirado de tradición española. Si hay que darle al conjunto un toque 'cañí' y hacer piña en torno a la simbología ibérica, nadie mejor que Sonnes. El francés es un folclórico, le encantan los toros y todo lo relacionado con lo typical spanish. La idea de utilizar la Salve Rociera no podía ser de otra persona. Así, cuando los jugadores saltan al campo, suena el olé, olé, olé que popularizó Rocío Jurado. Increíble pero cierto.

El equipo está encantado. Muchos de los jugadores se muestran muy cercanos a todo lo que tenga que ver con la tierra de sus familiares y lo sienten 'muy dentro'. Para continuar con el ritual musical, el combinado español de rugby ha incorporado otro cántico que también utiliza como himno. Se trata de una canción de la película Silencio Roto, que versa sobre los "maquis", a la que han adaptado la letra, y termina con la frase "Seguiremos adelante, nunca nos harán retroceder". Un film y una canción cargados de significado para todos aquellos cuyo pasado está ligado a la Guerra Civil.

España se encuentra en el puesto 23 en la Federación Internacional de Rugby y tiene una liga semiprofesional. No juega el Seis Naciones ni en el Mundial de Nueva Zelanda 2011, pero sí el Campeonato de Europa (Seis Naciones B), su principal objetivo. Tras las derrotas ante Rusia y Georgia, España logró una importante victoria sobre Ucrania porque, aunque no fue gran resultado, demostró una gran labor de equipo. El rival de hoy era Portugal, una selección de mayor nivel y confianza según reconoce el propio Regis Sonnes. Y es que, buena parte del combinado portugués ya sabe lo que es jugar un mundial y el año pasado rozó clasificación para el de 2011. A pesar de la dificultad del encuentro, España ha logrado un histórico triunfo al vencer 25-10. El siguiente obstáculo será la vuelta ante Rumania.

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