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La derecha inolvidable que mostró el camino a la Armada
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CARLOS MOYÁ, EL ÍDOLO DE NADAL, SE RETIRA A LOS 34 AÑOS

La derecha inolvidable que mostró el camino a la Armada

"Mi derrota más dura ha sido estar lesionado, porque cuando estás lesionado no tienes ni la opción de perder". El tenis, su auténtica pasión, le ha dejado

Foto: La derecha inolvidable que mostró el camino a la Armada
La derecha inolvidable que mostró el camino a la Armada

"Mi derrota más dura ha sido estar lesionado, porque cuando estás lesionado no tienes ni la opción de perder". El tenis, su auténtica pasión, le ha dejado bien claro a Carlos Moyá que el cuento se ha acabado. Y lo ha hecho de la forma más amarga, a través de molestas lesiones que, no solo en los últimos años sino en toda su carrera, mermaron profundamente las enormes cualidades del tenista español. Un talento que le catapultó a la élite para ser protagonista principal en los inicios de lo que en todo el mundo se conoce, y se respeta, bajo el nombre de la 'Armada' española.

De hecho, al analizar la carrera de Moyá, aparecen triunfos palpables que le colocan en esta posición de privilegio. Pero a estos logros, además hay que sumarle el papel que su figura jugó para romper los prejuicios que sobrevolaban durante décadas el tenis español.

Cuando Moyá accedió de forma súbita a la fama deportiva tras bordar su actuación en el Open de Australia de 1997, todo aficionado sabía que estaba ante un deportista diferente. En aquel torneo (al que llegaba con 20 años, en el puesto 25 del ranking y dos títulos en su palmarés), debutó echando al vigente campeón, el gran Boris Becker. Ese inesperado triunfo le dio alas en Melbourne, fue pasando rondas con un juego sin complejos, agresivo y de calidad, y accedió a la final, para sorpresa de todos, tras vencer en la penúltima ronda al segundo cabeza de serie, Michael Chang.

El desenlace ante Pete Sampras, que empezaba a ser una leyenda, se vivió en España ya con cierto revuelo mediático en torno a un mallorquín con imagen de rebelde y un futuro prometedor. Fueron muchos los aficionados que trasnocharon para ver aquella histórica final que empezó sobre las 3.30 horas de la madrugada española. La despedida de Moyá ante el público australiano tras recoger el premio de subcampeón (con el “Hasta luego, Lucas” del humorista Chiquito de la Calzada) destacará para siempre en la biografía de 'Charlie', como le llaman sus allegados. Una naturalidad que siempre ha venido a demostrar que, detrás de este tenista, hay gran calidad humana.

Fue en aquella madrugada de enero del ’97 cuando el tenis español empezó a creer que la época de gloria de los Santana, Gimeno y Orantes podría regresar, que al fin los chicos se iban a poner a la altura de las chicas (ellas daban muchas más alegrías entonces, gracias a Arantxa y a Conchita).

Aquella generación, con los hermanos Costa, Alberto Berasategui, Félix Mantilla, Alex Corretja, Juan Carlos Ferrero… dominaba la tierra batida, donde Sergi Bruguera ya había abierto el camino pocos años antes. Pero fue Moyá quien amplió el mito de la Armada más allá de la tierra batida, demostrando que en España había tenis suficiente para ganar a los mejores también en pista rápida.

El ocaso del siglo XX, con el colofón de la primera Copa Davis (2000), significó para el tenis español el trampolín donde se sembró la abundancia actual, como demuestran los 14 jugadores nacionales que acabarán en 2010 entre los cien mejores del mundo, tres de ellos en el top-ten. Y fue entonces, a finales de los ’90, cuando Moyá era referencia, cuando ganó Roland Garros (1998), cuando quedó subcampeón ante Corretja en la Copa Masters el mismo año y cuando alcanzó el número uno del ranking ATP el 15 de marzo de 1999, siendo el primer español en lograrlo.

Su relación con Nadal, capítulo aparte

Se sacó la espina de su ausencia en la primera Davis ganando la segunda en Sevilla (2004), ya con Rafa Nadal como compañero. Y análisis aparte merece la influencia que Charlie tuvo en su paisano Rafa, actual número uno, y quien ha reconocido que Moyá era su ídolo de adolescencia.

El veterano actuó siempre de hermano mayor, de consejero de un Nadal que le ha sobrepasado con creces. Pese a que en la rueda de prensa de esta semana donde anunció su retirada, Moyá volvió a apelar a la modestia al afirmar que Rafa “no me debe nada de lo que ha conseguido”, no es descabellado asegurar que sin los techos que alcanzó el primero, no habrían llegado los asombrosos éxitos del segundo. Precisamente, Nadal tildó de "pionero" a Moyá tras enterarse de su retirada.

En 15 años de carrera, Moyá ha conseguido 20 títulos (incluidos un Gran Slam y tres Masters) y llegó a pasar un lustro en el top-ten, cuando alcanzarlo era su único objetivo al llegar al profesionalismo. Siempre quedará el resquemor entre los aficionados de que podía haber mantenido mayor nivel, pero la suya no ha sido una carrera fácil.  

Carlos Moyá se retirará del tenis profesional en el Master Nacional que se disputará en Sevilla el segundo fin de semana de diciembre. Ahí terminará una carrera frenada constantemente por las lesiones y por alguna  que otra ‘moyada’, tal y como le llamaba el propio protagonista a las inexplicables pájaras que de vez en cuando sufría en los momentos determinantes de los partidos.

Estos problemas enturbiaron una derecha prodigiosa, admirada en todo el mundo y temida por todos sus compañeros. Una derecha digna de un ídolo y que contribuyó de manera importante para hacer más completó al tenis español. Un drive que coló a la Armada en la modernidad de este deporte.

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"Mi derrota más dura ha sido estar lesionado, porque cuando estás lesionado no tienes ni la opción de perder". El tenis, su auténtica pasión, le ha dejado bien claro a Carlos Moyá que el cuento se ha acabado. Y lo ha hecho de la forma más amarga, a través de molestas lesiones que, no solo en los últimos años sino en toda su carrera, mermaron profundamente las enormes cualidades del tenista español. Un talento que le catapultó a la élite para ser protagonista principal en los inicios de lo que en todo el mundo se conoce, y se respeta, bajo el nombre de la 'Armada' española.

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