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El murmullo del racismo persigue a Samuel Eto’o hasta Italia
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EL PARTIDO DEL INTER TUVO QUE SER SUSPENDIDO POR CÁNTICOS PEYORATIVOS

El murmullo del racismo persigue a Samuel Eto’o hasta Italia

Samuel Eto’o está viviendo el momento más dulce desde que iniciase, el año pasado, su aventura italiana. Pero ni siquiera así logra dejar atrás el murmullo

Foto: El murmullo del racismo persigue a Samuel Eto’o hasta Italia
El murmullo del racismo persigue a Samuel Eto’o hasta Italia

Samuel Eto’o está viviendo el momento más dulce desde que iniciase, el año pasado, su aventura italiana. Pero ni siquiera así logra dejar atrás el murmullo del racismo, aquel que brota desde las gradas rivales, escondido en el anonimato y motivado por el temor que infunde el brillante juego del delantero camerunés.

El último episodio tuvo lugar este domingo en la isla de Cerdeña. El Inter de Milán visitaba al Cagliari y nada más comenzar el encuentro, el árbitro tuvo que suspenderlo momentáneamente al escucharse desde las gradas un desagradable sonido cada vez que Eto’o, y también Maicon, ambos negros, tocaban la pelota. El sonido, conocido ya por todos, es el “bu, bu, bu” con el que los aficionados más maleducados les informan a los miembros de esa raza que para ellos son algo similar a un mono.

El Cagliari cumplió con los deseos del colegiado y anunció por megafonía que, de seguir el público con aquella actitud, el partido sería suspendido definitivamente. Los maleducados demostraron que, al menos, eran obedientes y se pudo llevar a cabo el encuentro con normalidad. Además, cumpliéndose una especie de justicia poética, el Inter del español Rafa Banítez ganó en la isla gracias, precisamente, a un solitario gol de Samuel Eto’o, quien ya lleva seis en siete encuentros y que ha situado a su equipo en los puestos altos de la clasificación del Calcio.

Lo triste es que este hecho no es una mera anécdota. En febrero de 2006, el mismo jugador camerunés, entonces en el Barcelona, amenazó con marcharse de La Romareda en mitad del partido al no soportar más insultos racistas de algunos aficionados del Zaragoza. El árbitro y su entrenador, Frank Rijkaard, lograron calmarle y no cumplió su amenaza.

"Pagaron por ver al mono"

Cabe destacar que esta relación de odio de algunos zaragocistas hacia Eto’o había comenzado a caldearse justo doce meses antes. En febrero de 2005 y en el mismo escenario, el delantero africano celebró un gol con lo que él denominó “el baile del mono”. Tras el encuentro, opinó que el racismo en el fútbol "va a más" y explicó que había realizado esa irónica celebración como respuesta a aquellos que imitaban los sonidos de un mono y que, por lo tanto, "pagaron por ver al mono".

Además, pidió ayuda a los periodistas y dirigentes “blancos” con el fin de aplacar este incremento del racismo en el mundo del fútbol. Como se vio un año después, no se había logrado frenarlo. Al contrario, en mitad de la polémica que supuso su amago de irse a los vestuarios, se oyeron opiniones variopintas. Es decir, no parecía haber unanimidad al respecto.

En aquella ocasión, el Comité de Competición multó al conjunto aragonés con 9.000 euros, y el debate se centró en si ese tipo de críticas no iban en el sueldo del futbolista o si ya traspasaban a la propia actividad deportiva y atañían al Eto’o persona.

Meses antes del desagradable episodio de Zaragoza y en la liga italiana, el delantero del Messina Marc André Kpolo Zoro fue la diana de los cánticos racistas precisamente de los aficionados más radicales del Inter de Milán, actual equipo de Eto’o. El marfileño trató de detener el encuentro cogiendo el balón con las manos y yendo hacia el cuarto árbitro. "He recibido insultos en muchos partidos del campeonato, pero hoy ya no podía más", dijo entonces el africano. Zoro fue convencido por Adriano y Martins, entonces jugadores del Inter y también de raza negra.

Cinco años después, poco parece haber cambiado esta actitud entre algunos aficionados al fútbol, en lo que parece la punta del iceberg de un problema social mucho más enquistado. Lo que sí ha cambiado es la postura de Eto’o y la gran mayoría de jugadores negros en estas dos ligas, quienes, tras comprobar que poco les van a ayudar si deciden llamar la atención, han llegado a acostumbrarse al murmullo racista. De hecho, al camerunés le ha seguido hasta Italia.

Samuel Eto’o está viviendo el momento más dulce desde que iniciase, el año pasado, su aventura italiana. Pero ni siquiera así logra dejar atrás el murmullo del racismo, aquel que brota desde las gradas rivales, escondido en el anonimato y motivado por el temor que infunde el brillante juego del delantero camerunés.

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