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Las chabolas adornan el lujo de los estadios del Mundial
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EL PAÍS VENCEDOR ATRAERÁ INVERSIONES

Las chabolas adornan el lujo de los estadios del Mundial

El Mundial es un gran negocio. Incluso el de Sudáfrica, el campeonato de las dos caras. Es raro hablar de miles de millones de euros de

Foto: Las chabolas adornan el lujo de los estadios del Mundial
Las chabolas adornan el lujo de los estadios del Mundial

El Mundial es un gran negocio. Incluso el de Sudáfrica, el campeonato de las dos caras. Es raro hablar de miles de millones de euros de inversión cuando se trata de un país en el que el 80% de la comunidad negra está en paro, la mitad de los 49 millones de habitantes vive en el umbral de la pobreza, cuando hay un 44% de mortalidad infantil o cuando el 35% de las mujeres son portadoras del virus VIH o sólo el 11% de la población vive de una manera occidental o de los países desarrollados económicamente, algo que contrasta con la celebración de un Mundial, algo muy arraigado en el modus vivendi del mundo acomodado.

La realidad dice que el Mundial ha supuesto una inversión de 5.500 millones de euros, la mayor parte de ellos dedicados a la construcción de estadios, mejoras en los aeropuertos, hoteles de lujo y mínima adecuación de algunas carreteras tras lo visto en la primera semana en Sudáfrica. Ese dinero, según señalan diferentes analistas, no repercutirá en el necesitado pueblo sudafricano, ya que la inversión se ha dirigido a sitios sin retorno.

Los estadios seguirán en su sitio tras el Mundial, como seguirán las chabolas, chamizos o simples colchones que sirven de improvisadas casas para miles de sudafricanos y que adornan los alrededores de terrenos de juego como el Moses Mabhida de Durban. El contraste de los estadios cinco estrellas, de puro lujo, con el de las chabolas a escasos metros es una de las imágenes de los mundiales. O qué decir de esos estadios como el Scoccer City de Johannesburgo o el Green Point de Ciudad del Cabo, con 70.000 localidades de capacidad en dos ciudades en las que el fútbol no interesa y con un coste cada uno de 400 millones de euros. ¿Qué será de estos estadios a partir del 11 de julio?

Al margen del no cuantificable impulso moral que puede recibir Sudáfrica por convertirse en el escaparate mediático, también tiene sus riesgos por la palpable peligrosidad que hay, la que seguro que gana en todo esto es FIFA. El máximo organismo del fútbol mundial ha invertido 1.100 millones de euros que se convertirán en 3.000 de ingresos al término del Mundial. El negocio es seguro: 1.600 millones de euros en derechos televisivos, otros 1.000 millones en patrocinio (Hyundai, Visa, Coca Cola, Sony, Adidas y Fly Emirates como patrocinadores principales) con otros 500 en taquillas y diferentes derechos de marketing redondean la cifra mágica que maneja FIFA.

Según un estudio realizado en Holanda, la selección que logre alzar la Copa el próximo 11 de julio reportará a su país un crecimiento del producto interior bruto del 0,7%. Según el citado estudio del banco ABN Amro el crecimiento llegará por la imagen que el equipo vencedor venderá hacia el exterior, animando económicamente tanto al inversor como al propio ciudadano. Tal es el ánimo de la población de a pie con los éxitos deportivos, que la euforia se desata a todos los niveles. No hay que olvidar que la conquista de la Champions por el Barcelona en mayo de 2009 se tradujo en un incremento de la natalidad en el mes de marzo de 2010, justo nueve meses después del éxito azulgrana.

Otro dato que pone en duda el éxito del Mundial es el del turismo. Las primeras previsiones apuntaban a 700.000 aficionados, después a 500.000 y ahora la cifra se ha quedado en 250.000 incluidos los 13.000 periodistas que se han acreditado para la Copa del Mundo. Eso sí la estimación apunta a que los visitantes dejarán en Sudáfrica 1.500 millones de euros, muy lejos de los 5.500 invertidos por el país gobernado por Zuma, 4.000 de ellos salidos del erario público. Una decepción. Y es que los pobres continuarán en su estado una vez que terminen las sacudidas del Mundial.

El Mundial es un gran negocio. Incluso el de Sudáfrica, el campeonato de las dos caras. Es raro hablar de miles de millones de euros de inversión cuando se trata de un país en el que el 80% de la comunidad negra está en paro, la mitad de los 49 millones de habitantes vive en el umbral de la pobreza, cuando hay un 44% de mortalidad infantil o cuando el 35% de las mujeres son portadoras del virus VIH o sólo el 11% de la población vive de una manera occidental o de los países desarrollados económicamente, algo que contrasta con la celebración de un Mundial, algo muy arraigado en el modus vivendi del mundo acomodado.

Sudáfrica Organización Mundial del Comercio (OMC)